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Para el tiempo en que Yoongi acabo la Universidad, Hoseok ya era dueño de más de la mitad de las propiedades de su padre.

La compañía que alguna vez fue regida por su padre, había pasado a ser prácticamente su propia compañía. Yoongi sabía que, aunque Hoseok se aburría a veces, amaba su trabajo.

Yoongi, en cambio, pudo continuar sus estudios. Y ahora que había terminado la carrera de Arquitectura, como el alumno más deslumbrante de prácticamente toda la generación, podría asegurar un empleo en cualquier lado.

Hoseok le había hablado alguna vez sobre eso. Sobre conseguirle un trabajo en su compañía si lo deseaba, pero Yoongi se negó. Para trabajar en algún lugar debía ser por sus habilidades, y no por sus conexiones.

Hoseok entendió por completo.

– Vamos Yoon, se nos hará tarde –. Apresuró Hoseok, mirando su reloj en su muñeca.

– No me llames así, Seok –. Respondió Yoongi, abrochándose la camisa apresuradamente. Se pasó las manos por el cabello, en un intento de peinarse. – Vamonos ya –.

Hoseok asintió con la cabeza, y cargó la enorme canasta que estaba en la mesa. Ambos bajaron al auto, acompañados por dos pequeños perros que los seguían como fieles guardianes.

Aún era obscuro, así que no había muchas personas afuera aún. Era como una pequeña rutina que tenían ambos, después de una semana difícil.

Hoseok comenzó a conducir el auto, mientras Yoongi acomodaba a los perros en sus respectivas jaulas.

Yoongi odiaba esas jaulas, pero Hoseok había insistido en que era mejor no correr el riesgo de distraerse y tener un accidente. Yoongi accedió, con tal de adoptar a esas pequeñas y hermosas criaturas que llegaron a ser como sus hijos de ley.

– Basta Holly, sé que odias la jaula, pero no será por mucho tiempo –. Murmuró Yoongi. El perro pareció comprender, y entró a la pequeña jaula.

– Eres muy lindo con ellos, los estás mimando –. Se quejó Hoseok. A ambos les gustaba mimar a los pequeños perros, pero Hoseok siempre se quejaba cuando Yoongi lo hacía.

Le hacía sentir celos de un cachorro.

– ¿Celoso? –. Preguntó Yoongi con una sonrisa. Hoseok tenía la mirada fija en el camino, pero un puchero se asomó en sus labios.

Yoongi se inclinó, dejando un pequeño beso en la mejilla de Hoseok.

– Basta, podría chocar –. Exclamó exaltado Hoseok. Un sonrojo cubría sus mejillas. Yoongi rodó los ojos.

Hacía un mes en que Hoseok había obtenido su licencia de conducir, lo que lo hacía perfectamente capaz de transportarse a cualquier lado sin ayuda. Su padre le había enviado una carta diciéndole que estaba de acuerdo en que Hoseok comprará su primer auto.

Y aunque Yoongi hubiera deseado que, Hoseok y su padre tuvieran una relación más cercana, sabía que no era su decisión un tema como ese.

Así que, decidió que lo único que podía hacer era intentar cubrir ese hueco que su padre dejaba en Hoseok.

El mayor, además de eso, formó un gran lazo con los padres de Yoongi. Todo comenzó en la primera cena con sus padres, que apesar de que Yoongi no lo veía necesario, Hoseok insistió.

Desde ese día, el mayor veía a los padres de Yoongi como una figura paterna propia. Y Yoongi en verdad no tenía problema con eso.

– ¿En qué piensas? –. Preguntó Hoseok, sacándolo de sus pensamientos. Ya era una costumbre para Hoseok mirar a Yoongi perderse en su propia burbuja. Mirando a la nada y sus ojos brillando, pero al mismo tiempo sin presencia. Como si su cuerpo estuviera ahí, pero al mismo tiempo no.

Hoseok aún no sabía cómo el menor era capaz de eso, pero le parecía increíble. Y al mismo tiempo desfavorable, pues cuando Yoongi pensaba demasiado, era un problema.

– Nada, sólo en lo mucho en que te amo… –. Sonrió Yoongi, sorprendiendo al mayor. Hoseok sonrió igualmente, y puso su mano libre en la pierna del contrario.

Sólo unos segundos con sus manos rozándose eran suficientes para calmar a ambos.

– Yo también te amo –.

*********

El amanecer era una escena hermosa, y placentera a los ojos de ambos.

La manera en que la luz aparecía atraves de las grandes montañas, iluminando todos los pequeños pueblos que aún no comenzaban a movilizarse. La manera en que los pájaros despertaban de su profundo sueño y comenzaban a volar en el cielo en busca de calor. La profunda obscuridad de la noche se convertía en algo brillante anunciando un nuevo día.

Era algo hermoso, que siempre calmaba a ambos. Y esa era la razón por la que ese era como un lugar secreto para ambos.

Una pequeña cabaña cerca de los bosques esperaba detrás de ellos. Casi nadie deambulaba por ahí, lo que lo hacía algo perfecto para que ambos no tuvieran a nadie molestando.

Un suspiro se escapó de la garganta de Yoongi, buscando instintivamente la mano del contrario, y entrelazando sus dedos en busca de calor y conformidad.

Los dos pequeños cachorros corrían libremente, uno detrás del otro, jugando. Hoseok los miró unos segundos con una sonrisa, y luego miró a Yoongi.

Esos momentos con él, eran lo que lo hacían seguir cada día. Esos momentos con él, en que las palabras no eran necesarias, y sólo la presencia del otro.

Aún recordaba unos años antes, cuando había conocido al menor. Recordaba haberlo visto en la recepción, sentado nervioso en un sillón de piel. Completamente fuera de lugar.

Pero de alguna manera, era lo que Hoseok necesitaba.

– Yoongi –. Le llamó. El contrario lo miró, extrañado. Normalmente ambos observarian el amanecer hasta que acabará, y después comenzaban a charlar. Pero éste día era diferente, y ambos lo sabían.

O al menos Hoseok lo sabía.

– ¿Qué pasa, Hobi? –.

Hoseok tragó saliva, nervioso. Buscó una pequeña caja que se escondía dentro de su bolsillo.

– Te amo, Min Yoongi –. Admitió Hoseok, sintiéndose ahora incapaz de mirar al contrario a los ojos por la vergüenza. – Y en verdad quiero pasar el resto de mi vida contigo –.

Hoseok sacó con lentitud la pequeña caja roja de su bolsillo, jugando con ella torpemente con sus dedos.

– Hoseok ¿eso es..? –.

Hoseok asintió.

– ¿Recuerdas, hace unos años, en aquel elevador cuándo te conté sobre mi madre, y te llamé "ángel"? –. Hoseok preguntó. Yoongi lo miró titubeando, pero asintió. Era un recuerdo que nunca olvidaría.

– Lo decía en serio… eres una persona increíble, y aunque no me creas, yo pienso que eres un verdadero ángel –. Hoseok levantó la vista, conectando su mirada con la de Yoongi. – A la tarde siguiente, después de esa noche… yo… yo compré esto –. Hoseok levantó la caja, con una sonrisa avergonzada. – No sabía si lo nuestro duraría, pero me dije que si lo hacía yo… yo… me casaría contigo Yoongi –.

Yoongi tenía los ojos cristalinos a éste punto. Hoseok se mordió el labio inferior, y continuó.

– Sé que todavía nos faltan muchos obstáculos qué vencer… pero quiero vencerlos juntos Yoongi… –. Hoseok respiró hondo y se arrodilló en el frío suelo. – Min Yoongi, ¿quieres casarte conmigo? –.

Yoongi lo miró sorprendido, sin respirar o hacer algún movimiento. Hoseok comenzó a temblar, sintiéndose estúpido de pronto.

Pero Yoongi sonrió.

– Por supuesto que sí, idiota –.

Sugar_Daddy.com [Yoonseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora