Cygnus Phoenix Black era en pocas y cortas palabras, la perfecta sucesora de Lord Arcturus Black.
Con cinco años, la niña había aprendido a manejarse en los círculos sociales, había aprendido a silenciar a las personas con palabras directas, tan cru...
Sabes que sufres del síndrome de déficit atencional cuando... ¡OH MIRA UN POLLO!
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La mañana estaba fresca, pues a pesar de ser mediados de agosto casi finales, el viento parecía no querer abandonar los rincones del callejón diagon.
Las vacaciones había terminado entre risas y bromas, justamente como habían comenzado y en esos momentos, se encontraban haciendo las últimas compras para el nuevo curso. Cygnus estaba nerviosa, como si estuviera sospechando algo.
Cuando habían vuelto, los hermanos Prince habían vuelto a los brazos de su madre, quien había conseguido un trabajo en el área de pediatría de San Mungo, y sospechaba que era por Teddy y su lengua de plata para poner a las personas a su lado. Remus y Linsey habían ido con James hacía la mansión Potter, mientras que Pandora, Sirius y Regulus estarían con ella en la mansión Black.
La Black miro su ropa, ciertamente desde el punto de vista de las damas sangre pura y de ella misma, no era gran cosa. Llevaba un vestido de color lavanda, de tirantes delgados y escote ilusión, la falda del vestido llegaba hasta sus rodillas y llevaba unas pequeñas zapatillas de color blanco con un sutil dije en las correas que se ataban a sus tobillos. Su cabello blanco estaba atado en una media coleta y adornado con un listón de color lavanda, sobre sus hombros llevaba una túnica de color magenta con suaves hilos dorados y la cresta Black de su lado izquierdo, cerca de su corazón.
—Ahora, ¿A dónde vamos?— interrogó ella hacía el propio Teddy
—Por sus uniformes Cygnus— señalo el mayor con calma —A tus hermanos ya les quedan cortas las túnicas y Pandora y tú necesitan nuevas faldas, que de preferencias les lleguen a los tobillos
—¡Ey!— exclamaron ellas
Desafortunadamente, Sirius y Regulus estuvieron totalmente de acuerdo, parecía que se estaban volviendo incluso aun más celosos hacía ella.
Ambas damas jóvenes rieron. Todos los varones habían adquirido un extraño instinto sobreprotector hacía las damas y aquello les daba una inmensa ternura. Al entrar a la tienda de Madame Malkin les da la bienvenida, pidiendo que le esperen un momento, pero ellas pudieron ver a un rubio de ojos verdes pálidos, mismo que miraba distraídamente el lugar y eso hizo que por inercia, miraran a donde estaba Pandora.
