Capítulo veintiuno.

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Apoyé mi bicicleta en el poste de correos, caminé por el inmenso patio, y piqué en la puerta principal. Un agitado "¡ya voy" vino desde dentro. La puerta se abrió. Nora, pasándose los dedos por su despeinado cabello, me miró.

—¿Por qué le dijiste a Justin que quería fisgonear en su pasado? —le demandé.

—Maldición, Ariana, es domingo y pronto —se quejó—. ¿No te podías haber esperado unas cuantas horas más?

Crucé mis brazos sobre mi pecho. Ella gimió, echándose hacia atrás en el vestíbulo enorme.

—Pensé que esta cosa de Jenny Carson estaba entre nosotras —dije, siguiéndola por el pasillo—. ¿Por qué metiste a Justin?

Nora se dejó caer en el sofá, curvando sus piernas bajo ella. Mi lado seguro nuevo y mejorado la estaba poniendo nerviosa.

—Mira, Ariana, Justin me acorraló en una esquina. Sintió que las cosas habían cambiado entre vosotros dos y él quería saber por qué. Me forzó a decirle lo que Zoe dijo en la librería. Vamos, conoces a Justin. Él no se pierde nada.

Ella tenía razón en eso: Justin era un detector de emociones humanas. Él veía sentimientos en mí que ni siquiera yo sabía que existían.

—¿Por qué le dijiste que quería llamar a Jenny Carson?

—No lo hice —dijo—. Debe haberse inventado esa parte para hacerte hablar. Por supuesto, caíste por ello. Siempre caes.

No sabía a quién creer. Ella puso sus pies en el suelo y caminó hasta la puerta

—Justin no lo hizo, Ariana. Quizá tú tengas tus dudas, pero yo no. Él me contó por qué Jenny mintió y lo mal que ella le trataba a él. Estaba llorando cuando me lo contó, Ariana, llorando. Esa puta se lo inventó todo.

Pensé en los ojos de Justin aguándose. Cómo miró hacia abajo para que yo no lo viera. ¿Y él había llorado enfrente de Nora también?

Ella se recostó contra el marco de la puerta, poniéndose una mano en la cintura.

—Como soy tu amiga, te voy a decir algo. Tu novio me movió ficha la última noche.

—¿Qué? —La palabra salió como un tosido.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero ella se las quitó. Aunque no quería creerla, su actuación, si eso es lo que era, era muy buena. Pero también sabía que si iba a ver a Justin ahora mismo, él me convencería de que Nora se lo estaba inventando todo antes de que siquiera pudiera quitarme la chaqueta.

—Dime la verdad —pedí.

—Fuimos al puerto y subimos en un barco vacío. Creo que se llamaba Majestic Seas.

—Te lo estás inventando. Justin no haría eso.

—Él solo está contigo porque tiene que controlar el enlace más débil. Eso es lo que dijo. Me dijo que cuando llamaste a Jenny, ella dijo que él la había asaltado y que ahora no confiabas en él.

Sacudí mi cabeza, no porque no la creyese sino porque sí la creía, y la verdad era demasiado horrible como para imaginarla. Yo solo le había contado a Justin lo que Jenny había dicho. Nora lo sabía porque Justin se lo había dicho en algún momento entre ayer por la noche y esta mañana.

Como por la noche, en el Majestic Seas.

Nora empezó a subir sus gafas desde el tabique de la nariz, pero entonces se dio cuenta de que ya no las llevaba.

—Él me besó, Ariana. —Sin previo aviso, me empujó al otro lado de la puerta. Me tropecé con un sofá, pero me recuperé—. Soy a la que quiere de verdad —añadió, cerrando la puerta con su pie.

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