No podían amarse, no querían... (Castiel)

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Y es que ninguno de los dos realmente amaba al otro.

Porque no podían amarse y no querían hacerlo.

Sucrette estudiaba muy arduamente todos los días para poder mantener su beca y graduarse, para ser una gran Abogada. Porque eso era lo que mas deseaba en el mundo.

Castiel, trabajaba duro todos los días para no tener que verse envuelto dentro del horrible papel de ser un chico rebelde, ese que solo conseguía problemas, porque él sabia que se merecía mucho más que eso. Porque quería mucho mas y podía fácilmente lograrlo.

Así, ambos pasaban sus vidas ignorando a las personas que les rodeaban y les profesaban amor eterno. Porque no tenían realmente tiempo para esas cosas. Suficiente tenían ya con sus problemas y el grupo de amigos que tenían en común. Todos ellos unos alborotadores en su entorno. ¿Que mas podían pedir?

Pero cuando llegaba la noche, sentían que algo les faltaba. Entonces, la primera ocasión a ninguno de los dos les tomó por sorpresa; ni mucho menos trataron de detenerse. Porque sencillamente eso era lo que querían. Por ese momento podían dejar de lado todo.

Cuando el joven de cabellos rojos se sentía cansado, quería descansar y dejarse llevar, mandaba un mensaje a ella. Y ella nunca decía que no, porque cuando ella se sentía sola, triste o indefensa, entonces ella le enviaba uno a él. Porque ella quería descansar en sus brazos (o en los de cualquiera) y él quería dormir en su regazo (o en el de cualquier otra).

-Castiel... no me beses aquí, alguien podría vernos - le decía entre sollozos

-No lo harán- era lo que siempre decía. Y nunca se equivocaba.

Se encontraban en sus departamentos, en las esquinas de los edificios de ese extenso campus, o en salones vacíos, porque estar juntos era adictivo (Realmente solo no querían estar solos).

Pero Sucrette sabia perfectamente, que Castiel no la amaba... Ni siquiera la quería. Realmente no importaba, porque ella tampoco estaba enamorada de él. Tan solo no querían estar solos. Quien fuera hubiera bastado, sencillamente coincidieron en ser ellos dos.

Por esa razón, continuaron con esas citas egoístas cuando lo necesitaban y delante de sus amigos aparentaban seguir siendo totalmente indiferentes el uno del otro, porque realmente ambos sabían que no existían sentimientos de por medio, la lujuria y el miedo a estar solos, era suficiente. No necesitaban nada mas.

Así, una noche en que él se sentía demasiado egoísta, enviaba un mensaje y ella acudía a su llamado. Ella llego, y como cada vez que se veían, ni quisiera pregunto que era lo que tenia él. "Es que no le importa" pensó el joven. Pero no había problema, porque él jamas le preguntaba, porque lloraba cuando le llamaba.

Sucrette se acerco a él y se desvistió como siempre lo hacia, dándole besos hambrientos, pero fríos. Pero eso era todo lo que ambos podían ofrecerse. Porque las caricias de él casi se enterraban en la pie de ella, porque no había cariño, solo deseo. Y como todas las noches, al terminar, Sucrette se metía a bañar y él esperaba en la cama.

"Comienzo a cansarme" pensó Castiel mientras se dejaba caer sobre su cama. Porque los besos de Sucrette, aunque fueran fríos, seguían causando sensaciones en su piel. Y las noches que no le llamaba, era porque aun se sentía satisfecho por haberla visto. 

Sucrette era una mujer salvaje en la cama, pero al quedarse dormida, sin darse cuenta se acercaba a él, lo abrazaba y se acurrucaba en su pecho. Y el siempre se despertaba y jugaba con su cabello cafe como el chocolate. Pero cuando despertaba ella, él se encontraba ya del otro lado de la cama dándole la espalda. 

Moria por preguntarle preguntarle a Sucrette, pero tenia miedo "¿Realmente no sientes nada por mi?".

Sucrette salio del baño y se acostó en la cama, el tomo su turno en la ducha. Mientras se bañaba. seguía el rastro de los besos de ella con los dedos y casi podía sentir que aun lo estaba besando. Pensó una y otra vez, pero al final cuando se cuestionaba que sentía por ella se decía.., "No importa, porque de seguro a ella tampoco le importa saberlo" Y con su mente resulta, se metía en la cama a dormir.

A la mañana, ella se levanto, como siempre tomo sus cosas y sin decir nada se dirigió a la puerta.

"Como siempre, sin despedirse"- pensó él mientras se quedaba en la cama mirándola.

Y al llegar a al puerta, la abrió, dio un paso afuera y volteo a verlo. Fue un breve instante, pero él lo noto. Vio arrepentimiento en los ojos de ella y tan pronto como llego, se fue.

Lo único que quedo fue el sonido de la puerta cerrándose.

Y en esos momentos él, que no se había sentido así durante mucho tiempo, sintió en su garganta un nudo terrible. El quería llorar.

"Sucrette... ¿Que hemos hecho?"- Se pregunto mientras se vestía para ir a sus quehaceres cotidianos. Porque ahora aunque sintiera algo por ella, de seguro a ella no le importaba.

Sucrette salio del departamento y camino hacia la esquina. Volteo su vista de nuevo a la ventana del departamento.

"No importa" -pensó ella- "Porque aunque le quiera, el sigue tratándome como su compañía ocasional, sin cariño, solo con lujuria y deseo, como el primer día, y de seguro a él no le importa"-

Se marchó. Y lo único que les quedo a los dos, como siempre, fue el rastro frió de las caricias y besos que egoistamente se brindaban. Porque al final de cuentas ninguno de los dos se amaba, porque no querían hacerlo, y seguían llamándose cuando alguno lo necesitara...

Compilaciones de ONE-SHOTS (Corazón de Melón)Where stories live. Discover now