Había una vez, una chica que prefería estar sola.
Había una vez, un chico que sufrió mucho.
Él está lleno de filos.
Y de heridas que aún no han cerrado.
Ella, también.
Y a lo lejos, un Trébol esperanzado en estar con ella algún día.
Queriendo salva...
Abby no hace preguntas. Abel acaba de confesarle como sufrió por amor. Ella, jamás ha tenido novio. No sabe como consolar al chico que tiene a su lado.
Por otro lado, Abel no puede ocultarlo. Es imposible controlarlo. Se derrumba. De la nada una pregunta se le cruza en la mente: ¿Quién es esta chica con la cual puede desahogarse sin sentir vergüenza de llorar frente a ella?
Dicen que los hombres no deben llorar. Yo no puedo. Yo soy débil. Y no saben cuanto me maldigo por eso.
Abby me abraza. Siento su llanto. Hace tiempo que nadie me abrazaba. Hace tiempo que nadie lloraba conmigo.
Extrañamente, me siento protegido.
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