Luego de haber desayunado, todos nos dirigimos hacia un cerro cercano a la granja para poder practicar nuestros tiros. Debo decir que los que peor disparan son Luhan y Mateo, ya que no han logrado darle al centro de la botella hasta ahora. Los que mejor tiran son Kim, Park, Rich y Stephen. Los intermedios son Mandoo, Kai, Beagle y yo.
Hemos estado al rededor de dos horas entrenando y también revisamos la zona para asegurarnos de que no haya mordedores. Y hasta ahora, sólo hemos matado a dos.
—¿Cuándo iremos a los laboratorios? —les pregunté a todos mientras caminábamos hacia el río que estaba en la parte baja del cerro.
—Al paso que vamos... en unos días —me respondió Kim.
Seguimos caminando y adentrándonos entre tantos árboles para finalmente divisar el río a nuestros pies. Comenzamos a bajar el desnivel de rocas que había antes del agua y, para mi mala suerte, pise una piedra floja y en cuestión de segundos comencé a rodar hasta caer en el río.
Me incorporé rápidamente y comencé a gatear hacia atrás cómo cangrejo al darme cuenta de que había caído a escasos centímetros de un mordedor y, éste al verme, se balanceó sobre mí.
No es la primera vez que me sucede esto, ya me había ocurrido con la señora Parker y esta vez no actuaría cómo nenita. Ágilmente, con mi mano izquierda, intenté forcejear con el mordedor mientras que con mi mano derecha sacaba mi pistola, la metí en la boca del infectado y jalé el gatillo. El cuerpo cayó sobre mí y yo lo aparté rápidamente, me levanté a la velocidad de la luz y salí del río corriendo.
—Muchas gracias chicos —le dije a mi grupo sarcásticamente.
—Te pusimos a prueba —me respondió Beagle.
—Si se te complicaba era obvio que íbamos a matarlo —lo apoyó Kai.
—Pero lo superaste. Felicidades —me dijo Park con una gran sonrisa.
Luego de ese suceso, todos regresamos a la granja para que yo me pudiese cambiar y también para comer y planear lo que haríamos mañana.
—Por lo visto Rachel no será un obstáculo en nuestra misión —dijo Rich llegando hasta nosotros con una lata de cerveza en su mano derecha.
Todos nos encontrábamos en el patio de la casa estudiando el mapa que habíamos colocado previamente encima del cofre de la jeep. Estaba casi decidido que iríamos a los laboratorios dentro de dos días.
—¿Me veían como un obstáculo? —le pregunté mirándolo con enojo.
—Creímos que eras débil —me respondió Luhan.
—Pero joder, nos impresionaste con el suceso del río —dijo Park tomándole un trago a su cerveza.
—Pensamos que comenzarías a gritar como nena —opinó Kai—. Pero eres una guerrera.
—Pues claro que lo soy, no quiero ser una inútil carga —les contesté abrazándome de la cintura de Stephen.
—¿Por dónde tenemos que pasar para llegar a la UM? —preguntó Mandoo mientras se acercaba a inspeccionar el mapa.
—La cosa está así —dijo Kim—. El laboratorio está aquí frente a la avenida Washington —nos indicó señalando la palabra Minneapolis—. Nosotros estamos en esta ciudad —señaló la palabra Lilydale—. Tenemos que viajar desde aquí hasta Minneapolis porque ahí es donde comenzó todo. El viaje es de aproximadamente media hora...
—Pero se dan cuenta de algo —lo interrumpí en su plan—. Hace seis días, cuando todo esto comenzó, en la radio dijeron que el virus había comenzado en el centro de Minneapolis a una hora exacta, pero si se dieron cuenta, Minneapolis queda a media hora de Lilydale y aquí ya se había comenzado a propagar la enfermedad. Entonces el virus ya se había comenzado a esparcir desde mucho antes.
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Expediente Z a
RandomUn día inesperado, también a la hora inesperada, con cientos de civiles merodeando por todo el mundo. Sin duda el peor día, ¿no? El día en que todo el mundo se convirtió en un caos total, con muertes, dolor, sufrimiento y miedo. A veces las cosas n...