VI

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   Al llegar a su casa subió lo más rápido que pudo a su cuarto dejando las bolsas en el suelo y después recostandose en su cama miro su techo y suspiro cerro sus ojos y por un momento quiso recordar como había comenzando todo y porque nunca nadie le había hablado, o porque de un tiempo acá todos eran tan buenos amigos suyos, no sabía y no era algo que le urgía saber, se giró en su cama y abrazo su almohada con sus ojos aún cerrados, paseó su mano por esta imaginando que no era un objeto, si no alguien, ese alguien podía ser quien sea, podría ser Brian, si... Con sus brazos fuertes, tatuados y esos ojos cafés obscuros que enloquecen a cualquiera o podría ser Scott... O también Frank...  ¿Qué? ¿Que cosas estaba pensando?! Se regaño asimismo y después abrió sus ojos de golpe levantadose de la cama y caminando al tocador por su teléfono, encendiendo este y comenzando a bobear por Facebook, apenas iba a abrir sus notificaciones cuando una llamada entro era Megan, su mejor amiga, con una sonrisa contesto y después hablo.
       – Hola, Meg.– Había dicho Gerard.
     
       – Gee! Hola! ¿Ya te probaste la ropa?

      – Lo hice en la tienda Meg.– Había dicho Way soltando una pequeña risa.

     – Si... Ya se, bueno lo que te iba a preguntar... ¿Últimamente has hablado con Frank? Lo noto raro, no se.

        – ¿Yo? ¿Con Frank?– Pregunto Gerard y después soltó una pequeña carcajada.– Claro que no, nunca hemos hablado.

– Bueno, cualquier cosa me cuantas, ¿Vale? Te quiero, descansa amiguis...– Había despedido Megan y después cortó comunicación.

Gerard había decidido ignorar aquella llamada, dejo su teléfono en el escritorio y se puso de pie estirando su cuerpo y bostezando eran las 10:30 de la noche el ya tenía que estar durmiendo, por lo cual fue hasta su armario y saco el pijama color menta y comenzó a colocárselo, cuando estuvo listo fue hacia su baño personal tomando una toalllita y la loción astringente para pasarla por su cara, según Megan esto quitaría las espinillas, al tirar el papel en el pequeño bote de basura pasó por el espejo de cuerpo completo y se quedo allí mirándose un bien tiempo, al principio se miro normal estaba delgado, por lo cual sonrió complacido pero esa sonrisa se borró cuando su mirada se nubló y tuvo que enfocarla nuevamente, entonces el estaba allí... Gordo, con su cabello grasiento y lleno de espinillas... Pero sobre todo gordo, negó con su cabeza y se talló los ojos, pero nada cambio, no, no esto era una broma, tomo la báscula y se puso sobre esta miro el resultado 53 ¡era un maldito cerdo! De seguro habían sido las papas de más que había comido ese día . Con las lágrimas saliendo de sus ojos se bajó y se dirigió hacia el baño llevando sus dos dedos a su boca e introduciendo estos comenzando así a hacer que el vómito se hiciera presente, soltó todo en el retrete y cuando ya no tuvo nada más bajo la palanca continuo llorando patético, y después se miro en el espejo, ya no estaba tan gordo, pero aún seguía siéndolo.

Cómo huesos de cristal | Frerard |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora