Distancia

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Volví caminando a mi casa durante los siguientes días, por las mañanas salía media hora antes de casa y en las clases que compartíamos -casi todas, básicamente- me encargaba de ser lo más dura con él. Tal y como él lo había sido conmigo, así que me parecía un trato justo.

Ya con el brazo bien y sin la escayola, volví al trabajo, lo cual a pesar de que nunca me había molestado,

comenzaba a ser una carga aburrida. Y es que todo me parecía aburrido cuando no estaba con el insensible de Kyle junto a mí. Pero, cuando estaba junto a él, nada me hacía gracia.
Por lo que la compañía de Leila en el bingo, era de lo más gratificante.

- ¿Entonces, ya no hay nada? -Preguntó mientras nos sentábamos en una de las mesas del fondo. Ese día, en particular, no había nadie.

- Nunca lo hubo, supongo.

- Lo siento, pelirroja. Yo misma le mataré. -Bromeó pero solo consiguió una sonrisa torcida por mi parte.

- Ha sido sincero, está bien, ¡pero me hubiera gustado un poco más de suavidad! Ni siquiera iban por ahí la conversación... Pero bueno, cada quien sabrá lo que se hace.

- Oh, me gusta tu actitud, ¿haces algo mañana?

- Planeaba estudiar todo el sábado...

- ¡Día de chicas! -exclamó con una gran sonrisa en su rostro- Mis padres se van de viaje, vente a mi casa a dormir.

No me dio tiempo a negarme, ella ya había comenzado a fantasear con un día perfecto, en el cual incluía una salida al cine y a cenar juntas. Nunca lo había hecho, no me sentía estable económicamente para ello, pero ahora que Zayra había encontrado otro trabajo y traía dinero a casa, y los seiscientos dólares mensuales que yo ganaba era suficiente para permitirnos algún capricho, sin llegar a pasarnos, por supuesto.

A parte, una noche sola para ella y mi padre les vendría de lujo.
Solo esperaba no convertirme en hermana a mis diecisiete años, casi dieciocho.

En la cafetería desgraciadamente no estaba Leila para hablar conmigo y todos estaban aún muy dolidos por la desaparición de Erick. Yo no lo estaba, y al no esforzarme en fingir todos dieron por hecho de que él no me había importado nunca, por lo que simplemente dejaron de hablar conmigo y a criticarme cada vez que podían.

Pero no iba a enfrentarles, no por el momento; no caería en sus redes de inmadurez cuando tenía cosas más importantes en las que dedicar mi tiempo.

Quizá por eso, trabajé duramente durante todo el turno y no me di cuenta de la persona que me esperaba en la puerta. O quizá persona no se podía ajustar a él.

Kyle me miraba tan fijamente que parecía estar a punto de abalanzarse sobre mí, pero se limitó a interponerse en mi camino cuando salí de la cafetería.

- ¿Qué? -pregunté y me crucé de brazos. Hacía frío y las lluvias propias del mes de Marzo incrementaba la humedad en el aire, quería ir a mi casa y descansar.

- Tenemos que hablar.

Rodé los ojos. Estaba siendo muy obvia, era consciente de ello, sin embargo, no me importaba. De hecho, quería que supiera que sus palabras me habían dolido.

- ¿Por qué estás tan distante?
- Tengo prisa Kyle. -Respondí, no mentía. Tenía que llegar a tiempo para poder terminar un proyecto, y sabía que este fin de semana no lo haría. Él negó con la cabeza y se apartó de mi camino, permitiéndome avanzar y a medida que caminaba alejarme de él.

Había una voz en mi cabeza —Quizá la voz de la razón— que me podía a gritos que volviera, que no podía dar todo por perdido. Que le perdería si seguía así, pero mi orgullo lo impedía.

El orgullo era lo único que me impedía sentir el dolor que me causaba el estar tan alejada emocionalmente de él, pero no fue suficiente para que al llegar a mi casa, mi padre y su novia no notaran que no estaba como siempre.

— ¿Qué te pasa, hija? —Preguntó mi padre. Le miré de reojo y en un leve susurro, le contesté que nada, que estaba cansada.

La presencia de Kyle en mi vida era como un volcán, el cual nunca sabía si expulsaría su lava ese día o en unos cuantos. No sabía si él tomaría represalias por ignorarle, pero si era así, yo estaba más que dispuesta a enfrentarle y morir.

—... no sabría como llevar que te alejaras de mí. Pero si en algún momento me lo pides...

Aquellas palabras resonaron en mi cabeza, queriendome decir algo, pero fui incapaz de encontrar lo que escondían aquellas palabras. Y quizá por eso pasé toda la noche sin dormir, dando vueltas sobre mi cama pensando en las reacciones que tendrían mis acciones.

No soy bueno para ti... No podrías sobrevivir.

No sabía cómo sacarme a Kyle de la cabeza, y aquello parecía cada día más una utopía que algo que realmente pudiera suceder. No sabía si realmente quería alejarme de él, pero necesitaba pensar en todo aquello.

El capítulo lo he publicado ahora y no en la hora concretada porque no he pensado en el instituto.

Claro, yo voy para hacer bulto, usar el móvil e ir al despacho, así que personalmente no me importa el instituto.

Pero sé que a la mayoría —o eso espero— si, así que iré publicando los capítulos a lo largo del día para evitar desveladas.

Hoy no te estoy de buen humor.

Digamos que hay gente MUY falsa, que se entretiene copiando las historias de sus amigas y alardeando de ellas.

Y como nadie —excepto esa persona— sabe que escribo, pues me toca joderme.

Así que nada, que le den por culo.

¡500 lecturas ya! ¡En dos días hemos subido cuatrocientas! *se seca una lágrima*

Gracias a todos por apoyarme a diario, soportarme e incluso apoyarme. Es algo que nunca había experimentado ni de lejos y que diablos, se siente muy bien.
Recuerden, a partir del capítulo 21 será el preguntas y respuestas.

Aunque vosotros no podéis ver el número...
¿Saben qué? Yo les avisaré.
¡Deberes! ¿#Kylena? O ¿#cualquierchicoyElena?

Dulce asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora