Capítulo 2.

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Jesse me ha estado molestando toda la puñetera mañana para que lo siga a donde él quiere. Me detengo a pensar que podría estar tramando algo malo y eso es exactamente lo que está pasando por su cabeza.

Sandy nos va a encontrar en el centro comercial a las nueve de la mañana, así que no tengo apoyo para negarme.

-Es en serio, no voy a hacer nada que tú no quieras pero deberías escucharme de vez en cuando- dice mientras come su desayuno junto a mí.

-Pero, tengo algunas cosas que hacer... ¿Por qué no vas con Sandy? Yo los estaré esperando aquí.

-No- fue rotundo- Necesito que nos acompañes.

-¿Y si no lo hago?- lo reto.

-Créeme que no bromeo cuando te digo que soy capaz de regresar a mi casa en este preciso instante- dice sonriendo.

-Bien, bien. Iré pero sólo lo hago por que no me gustaría que te fueras.

Una hora más tarde, estoy conduciendo al centro comercial, Jesse se emociona por cosas muy pequeñas y eso es gracioso. Al llegar me estaciono cerca de la salida y comenzamos a caminar en la dirección que él quiere.

-¿Por dónde empezar...?- toca su barbilla pensativamente. Recibe una llamada y luego de contestar me mira maliciosamente y dice:

-Primero haremos algo con tu nido de aves.

Toma mi brazo y me jalonea hasta una estética, ahí encuentro a Sandy leyendo una revista mientras le arreglan el cabello. Levanta su mirada hacia nosotros y le dice a la chica que la está atendiendo algo al oído.

Un hombre arrogante se acerca a nosotros y me indica con una actitud de diva para que me siente frente a un espejo, luego acerca una revista a mí y dice autoritariamente:

-Escoge uno de estos- me señala tres tipos de tinte para el cabello, inmediatamente cierro la carpeta y les digo:

-No voy a teñir mi cabello.

-Pero si es de un color café insípido, como si fuera lodo seco- dice protestando el peluquero ese. Me indigno al escucharlo y lo fulmino con la mirada a través del espejo.

-Enrique- le dice Jesse- si no quiere pintarse el cabello está bien, mejor probemos con bajarle un poco el volumen.

-¿A qué te refieres?- le digo molesta.

-No te ofendas pero lo tienes demasiado largo y esponjado- lo toco protectoramente y lo miro dolida.

-Tienes toda la razón- le dice Enrique- ¿Alguna vez te han dicho que por detrás te ves como si fueras Tarzán?

-¿Disculpa?- le digo más que ofendida- y a ti ¿Alguna vez te han dicho que te pareces a Ronald McDonald con ese color de cabello?- En realidad el tipo lo tiene de un color rojo flameante, rapado a los costados de su cabeza y con un flequillo que parece pico de pájaro en su nariz aguileña. Sus uñas del mismo color y una horrible barba de cabra teñida de un rojo más oscuro.

Se molesta con lo que le dije y dice:

-Bien, terminé con esto. ¡Mauro! Te dejo este trabajo a ti.

Un hombre nuevo viene hacia nosotros, le toca un hombro despacio como para reconfortarlo mientras intenta no reírse en su cara, luego acomoda mi silla, me mira un par de minutos a través del espejo y dice:

-No es que tu cabello sea feo... Pero de vez en cuando no te caería mal un recorte.

-¿Tú crees?- parece muy amable, no es tan alto pero sí delgado, no tiene un look tan extravagante como el tal Enrique, su cabello es negro, y tiene ambas orejas perforadas por muchas argollas alrededor.

Sólo una vez más.Where stories live. Discover now