Capítulo 26

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El domingo fue uno de los días más tranquilos de la historia. Jack y yo nos quedamos toda la mañana en la cama. Por la tarde firmó los papeles con el casero y pagó tres meses de fianza. Hizo fotos a todos los desperfectos de la casa por si le obligaba a pagar algo que él no había hecho y le ayudé a empaquetar todo lo que tenía en su residencia y a llevarlo al piso. Hoy nos había invitado a todos –Hermanos incluidos- a ir después de la universidad a comer pizza y distraernos de la semana de exámenes que comenzaba en pocos días.

   También había hablado con Scott para la siguiente pelea el sábado pero este le dijo que estaba ocupado, por lo que Jake se encargaría de hacerla. Me sorprendió cuando Jack no puso quejas y me explicó que ya lo había hecho antes con gente del instituto. Esta vez Jackie se enfrentaría a una banda de raperos que se creían muy cachas. Se celebraría en un sótano de un edificio de mala muerte de Ithaca.

   Hoy era lunes por la mañana y Amelia y yo nos encontrábamos en la puerta de la universidad. No había tenido ocasión de hablar con ella a solas desde el sábado por lo que ahora era el momento oportuno para hacerle la pregunta que venía rondando mi cabeza desde el domingo.

   -¿Te acostaste con Artemisa? –Mi pregunta le pilló absolutamente desprevenida. Me miró buscando algo en mi mirada que la hiciese pensar que la juzgaría. Al ver que no lo haría asintió- ¿Te has dado cuenta de que habéis pasado de no hablaros a acostaros? –Amelia intentó matarme con la mirada.

   -Cállate. –Me ordenó y yo negué.

   -Cállame. –Le dije vacilante. Dio un paso hacia mí y yo repetí la acción pero hacia atrás. Amelia era tan sarcástica como yo, así que cuando pasaban cosas como estas no sabía si estábamos de coña o si estábamos tonteando descaradamente.

   -Sabes que soy capaz –Afirmó y le sonreí-. Respecto a tu pregunta. No sé por qué lo hicimos. O sea, al empezar a ponernos el pijama Artemisa me tiró un cojín y yo se lo tiré de nuevo a ella. Seguimos peleándonos con los cojines hasta que me tropecé, caí encima de ella y nos dimos de bruces en la cama. Una cosa llegó a la otra y… Y bueno, el resto ya lo sabes. Ayer le dije que lo de anoche fue un error y que yo por ahora no quería nada.

   -¿Y se lo tomó bien?

   -¿Tu qué crees? Me dijo que entonces por qué mierda me había acostado con ella y gritado seis veces su nombre si solo la veía como una amiga. Y se fue dando un portazo. –Respondió y yo le toqué el brazo.

   -Tranquila –Le dije con la voz más clamada que pude-, todos cometemos errores, incluso los más perfectos –Se encogió de hombros y yo abrí mis brazos para que me abrazara. Lo entendió a la perfección, me abrazó fuertemente. Le di un beso en la mejilla para que se clamara, cosa que hizo casi al instante. Al principio estaba tensa pero contra más tiempo nos abrazábamos más se tranquilizaba-. Ame, cuando necesites hablar o un abrazo, aunque esté con Jack, entra en mi habitación y hablamos, ¿vale? –Ella asintió.

   Una vez se hubo calmado del todo nos separamos y comenzamos a hablar de otro tema. Vimos a Artemisa pasar por nuestro lado pero ignoró a Amelia y me saludó solo a mí. Esta decidió arrinconarla en algún pasillo y hablar con ella.

   Seguimos hablando cuando el motor de una moto nos obligó a girarnos para ver quién era. No el sonido en sí, sino el hecho de que todas las universitarias estaban mirando con atención.

   Jack bajaba de su moto con una chaqueta de cuero negra estilo aviador, unas gafas de sol del mismo estilo y un casco negro en su brazo, pues se lo acaba de quitar. Metió el casco bajo el sillín de la moto, donde se veía otro, el cual sería el que seguro que yo llevaría hoy cuando fuéramos a su casa. Le puso un candado pequeño a la rueda delantera y se puso la mochila en un hombro. Se echó el pelo hacia atrás mirándose en el retrovisor y al hacer el gesto la chaqueta se ciñó en sus musculado bíceps haciendo que se viera muy fuerte. Se desabrochó la chaqueta, dejándonos ver una camiseta blanca pegada que nos hacía confirmar lo buenísimo que estaba. Se acercó a nosotras con una sonrisa ladeada bajo la mirada de toda persona con vagina y de algunos chicos recelosos que no soportaban que toda la atención se centrara en él. Las chicas suspiraban cuando pasaba, algo que hizo que me pusiera un poco celosa, a decir verdad.

Bad Girl Good LipsWhere stories live. Discover now