¿Quién dijo que las historias de amor no podían comenzar con un corazón roto?
Brooke Hamilton, una chica mala de Clark, decide viajar a miles de kilómetros de su "hogar" para adentrarse en una nueva vida en la universidad. Pero no todo es de color d...
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N/A Si tenéis el azúcar alto es recomendable no leer esto porque os dará un ataque al corazón. Esto sí puede entrar en la historia de Brack. Sería tres años después.
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Prepara una maleta para pasar una noche fuera. Nos vemos el sábado en la puerta de tu apartamento a las siete de la mañana. No llegues tarde.
Jack Morgan tiene una inusual forma de dejarme absolutamente intrigada. Aunque llevásemos un año de relación, aun no dejaba de sorprenderme. Este era el ejemplo perfecto. Un viaje sorpresa a algún lugar por nuestro aniversario. Teníamos trabajo el lunes, por lo que esperaba que estuviera aquí lo antes posible.
El coche de Jackson se aparcó delante de mí y me sorprendí al ver que el sexy conductor no era ni más ni menos que mi novio. Salió del coche y me dio un beso en los labios.
-Hola, chica mala. Feliz aniversario –Me incliné para darle otro beso por el simple placer de tener sus labios contra los míos-. ¿Lista para el viaje?
-¿A dónde vamos? –Le pregunté una vez hubimos metido mi maleta en el maletero y Jack hubo arrancado.
-Sorpresa. –Bufé y me incliné para ver por la ventanilla.
Llegamos a una parada de autobuses y aparcamos en un parking que había al lado. Jack entregó dos billetes y caminamos hacia unos asientos. Había al menos plaza para cien personas. Los asientos eran de terciopelo azul oscuro con lunares blancos muy feo. Nos sentamos por el medio y el autobús arrancó.
Era increíble como el tiempo pasaba de rápido. Hace solo un tres años y dos meses llegaba a esta increíble ciudad. Ahora he formado mi propia familia con mis amigos y encontrado un maravilloso novio. La vida da bastantes vueltas y es algo que me hace pensar en cuánto tiempo puede durar la felicidad.
A veces solo un segundo.
Jack y yo pusimos música y cantamos en voz baja durante todo el trayecto, unas dos horas en total. Era gracioso porque había varias personas mayores que nos miraban mal. Como diciendo “Ya tenéis veintitrés años, comportaros como adultos”. Pero todos sabemos que la madurez no tiene edad y que ser infantiles siempre es más divertido. Pero creo que no hay nada más divertido que la mujer de la fila de la derecha y un asiento más adelante que mira a Jack raro mientras canta una canción de Beyoncé. Sin duda, mi novio es una diva.
