Capítulo 28

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Cuando me desperté me di cuenta de que estaba tumbada con la espalda pegada al torso de Jack. Me giré y vi su perfecto rostro bañado por la luz del sol. No serían más de las nueve de la mañana, pues el sol no daba con toda su fuerza, es más, parecía que acababa de salir. La mano de Jack estaba apoyada en mi cadera, como siempre que dormíamos juntos. La única diferencia es que hoy estábamos los dos completamente desnudos. Me aparté de él y me levanté para vestirme. Me puse una camiseta de él y mi ropa interior y fui a hacer el desayuno.

   Estaba exprimiendo unas naranjas para hacer un zumo de naranja natural mientras los huevos revueltos se hacían cuando la puerta de la habitación se abrió. De ella salió Jack con unos pantalones de deporte grises caídos que dejaban ver una preciosa V hacia su bendita herramienta. Yo solo llevaba una camisa suya mal abrochada y un moño mal hecho. Se acercó a mí y se sentó en una banca enfrente de mí.

   -Buenos días, chica mala. –Dijo en un tono ligeramente perezoso. Me giré y saqué los huevos revueltos de la sartén. Saqué otra y puse beicon. Cuando me giré Jack estaba detrás de mí exprimiendo las naranjas.

   -Buenos días. –Le dije en el oído y abrazándole por la cintura. Se giró levantando un brazo y poniéndolo sobre mi cadera. Me incliné un poco y le di un beso en los labios.

   -Mi ropa te sigue quedando mejor que a mí. –Murmuró cuando me giraba para sacar el beicon. Lo puse en dos platos distintos, al igual que los huevos revueltos, y los llevé a la mesa. Jack me siguió con un café y un zumo de naranja, además de los cubiertos. Realmente podría acostumbrarme a esto de levantarme cada día junto a su lado.

   -¿Qué planes hay para hoy? –Le pregunté dándole un sorbo a mi zumo.

   -No hay planes, haremos lo que quieras. Ir al cine, dar una vuelta por la ciudad, quedarnos en el sofá viendo una serie. Lo que quieras. –Respondió sonriente.

   -¿Qué tal si vamos a cenar por algún lugar de la ciudad? –Le propuse y él asintió.

   -Conozco un asiático que te prepara la comida delante de ti. –Contestó y le miré sorprendida.

   -Me parece genial. –Exclamé y me sonrió cálidamente. Seguimos hablando y decidimos que me llevaría a casa a la hora de la comida para que pudiera prepararme. A eso de las 17 vendría a por mí e iríamos a pasear por las calles hasta que fuera la hora de la cena. Tal vez iríamos al cine. Nos vestimos y recogimos todo. Cuando terminamos sentamos en el sofá. Jack con la espalda contra los cojines y yo en el hueco que dejaba. Me puso la mano en la tripa y comenzó a hacerme círculos muy relajantes.

   -Dime, chica mala, ¿algún día te vendrás aquí a vivir? –Me preguntó mientras encendía la televisión y nos pasaba una manta de terciopelo gris claro sobre nosotros.

   -¿Solo llevamos una semana de novios y ya me estás pidiendo que me mude contigo? –Le pregunté y él sonrió.

   -Sí. ¿A caso no me escuchas cuando hablo? –Le sonreí.

   -No, creo que no te escucho cuando hablas. Tu voz me embelesa como las sirenas a Ulises. –Jack me sonrió.

   -¿Cuántas horas llevas con él trabajo de literatura? –Me preguntó y yo suspiré.

   -Demasiadas para ser contadas. En el siguiente trimestre esa asignatura la largo. –Le contesté y me sonrió.

   -Ay mi pobre chica mala que está cansada. –Exclamó y me reí.

   -¿Tuya? –Repetí y él asintió

   -Mía y solo mía. –Respondió agachándose hasta estar a la altura de mi cuello y comenzar a besarlo mientras susurraba pequeños “mía”. Le sonreí y lo giré hasta acabar sobre él.

Bad Girl Good LipsWhere stories live. Discover now