Capitulo 18

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Mi embarazo fue en aumento, hasta que estuve de nueve meses. Mi padre, durante una temporada dejó de hablarme por teléfono.

Tenía que llamarle yo siempre y me respondía con un "¿Qué quieres? Tengo prisa" y yo solo quería saber de él, ya que nos comunicábamos realmente poco.

Una mañana fui de compras a un mercadillo donde vendían la mejor fruta y verdura fresca de la zona, y me encontré con Raymond siempre acompañado por su madre, como no...

Mi ex suegra estaba girada recogiendo una bolsa de naranjas, pero al darse la vuelta abrió la boca de par en par cuando me vio.

Raymond estaba absorto. No paraba de mirarme la barriga. Ni siquiera me saludó:

- Pero ¿Cómo...? – preguntó admirado.

- Creía que lo sabías. No tengo ningún problema para tener hijos Raymond. Eres tú quien no puede tenerlos.

La madre de Raymond dejó caer las bolsas que llevaba al suelo, y se acercó para cerciorarse de que lo que veían sus ojos era realmente cierto.

Al parecer ahora el título de "inútil" debería dárselo una temporada a su hijo para compensar.

- Bien, puede que en ese aspecto hayas ganado, pero siempre serás una desgraciada sin oficio ni beneficio – me dijo la cruel mujer llena de ira y odio.

- A decir verdad gano mucho más dinero que su hijo en mi propio negocio – le expliqué con mucha tranquilidad en mi voz –. En esta ocasión señora, no le voy a otorgar ningún poder sobre mí. Pero le diré una cosa: el hecho de que todo me haya salido bien, tampoco hubiera cambiado que no le consentiría que volviera a abrir la boca sin arrearle un buen guantazo, ¿le queda claro? . La ex suegra y el ex marido se quedaron con la boca totalmente abierta. Creo que ese fue el momento más glorioso de toda mi existencia. Al menos el más eufórico. Y es que les tenía muchas ganas...Y mientras me alejaba de ellos, se alejaba de mí también la derrota y la falta de fe en una inteligencia superior que nos protege, y que todo lo pone en su justo lugar tarde o temprano.

Entonces recordé una frase de Nietzsche: "La pasión no sabe esperar. Lo trágico de los hombres estriba frecuentemente en no saber esperar".

Yo debí esperar por mis pasiones, en lugar de esconderme en una habitación de hotel con tres botes de pastillas. Menos mal que el amor me salvó. El amor por mi madre...

Y ahora esperaría lo que hiciera falta el amor de Nick. Había aprendido la lección, y ya no perdería la fe para volver a sufrir jamás.

Una mañana me dio por el antojo de Una gran hamburguesa con mucha kétchup y mayonesa. Pero me había quedado sin, así que fui a por más y decidí irme al supermercado a comprar la carne y otras cosas que me hacían falta.

No necesitaba el coche, porque tenía la intención de cargar sólo con una bolsa, y la tienda estaba a dos calles de mi casa.

Recorrí los pasillos recogiendo aquellos productos que necesitaba, cuando de pronto sentí como una gran cantidad de líquido caliente cayó por debajo de mi vestido empapándome las piernas y dejando un enorme charco en el suelo.

Mi primera impresión fue la de sentir una vergüenza terrible.

La gente me miraba a mí, mi barriga y el charco embobada, alucinada. Una mujer mayor que había allí presente le dijo con urgencia a un chico que tenía a su lado:

- Por favor, avisa a alguien del personal del supermercado, que esta mujer acaba de romper aguas.

El chico, que era muy joven, debería rondar los quince, parecía como si le hubieran hablado en otro idioma porque su cara de "no entiendo nada" no se la sacó ni por esas...sin embargo hizo lo que se le pidió.

Still Falling For You ---- NICK JONAS Y TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora