Capítulo 23

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Sofía Hilton

Los meses fueron pasando, tuve esperanzas de ver a Edward frente a la puerta del departamento, pero eso nunca pasó. Me enfoqué en buscar trabajo nuevamente y gracias a Dios, una de las clínicas para las que mandé mi currículum se vió interesada, necesitaban una psicóloga ya que la que tenían se fué a su ciudad natal. Lo mejor de todo, no solo era la paga, sino que también quedaba a unas cuadras de la cafetería de Héctor, dónde solía trabajar. Le pedí a Zoey que trabajara para mí como mi secretaria, aceptó inmediatamente, necesitaba el dinero. No somos mal agradecidas con Héctor, más bien nos entendió y nos apoyó pidiendo que fuéramos siempre a verlo, obviamente lo harémos.

-Éstas son las últimas cajas –suspiró poniéndolas sobre mi nuevo escritorio.

-Gracias amiga. No podría haber hecho ésto sin tí. –sonreí.

-Sabes que siempre juntas –sonrió de vuelta. Una vez terminamos de desempacar todas las cosas, salímos de ahí y fuimos a su departamento a preparar algo de comer.

-Haré arróz con medallones de carne. –asentí mientras encendía la televisión. Me quité los zapatos y me acomodé en el sofá, estaba agotada. Un mensaje llegó haciendo vibrar mi teléfono.

De: George R.

"Hola, Sofí..."

"¿Estás ocupada?"

Fruncí el ceño algo confundida, me preguntaba si todo estaba bien.

Para: George R.

"¡George!, jamás para tí."

"¿Está todo bien?

Esperé unos minutos hasta que respondió.

De: George R.

"Sí, todo bien. Es sólo que extraño hablar contigo, eras como mi psicóloga personal..."

Para: George R.

"Cuéntame qué pasó George"

Sabía que se sentía mal por algo.

De: George R.

"Hoy es el aniversario de la muerte de mi madre. Mis hermanos fueron temprano a llevarle flores junto a mi padre, pero yo no pude ír... no he tenido fuerzas para nada. La extraño mucho, agradezco que tengo a Isabela, pero nadie me podrá llenar el gran vacío que dejó mi madre. Siento que se siente decepcionada porque no fuí a llevarle flores y estár un rato con ella..."

Mi corazón se partió... un poco más de lo que ya estaba. Estaba sufriendo la muerte de su madre, tanto, como el día en que sucedió la tragedia.

No esperé ni un segundo y lo llamé. El teléfono repicó unas dos veces hasta que contestó.

-Hola pequeño –hablé con ternura. Le tenía mucho cariño a George, tenía la misma edad que mis hermanos y eso me hacía quererlo como a uno más.

-Hola sof –murmuró apagado.

-Tienes que pararte de aquella cama. Date una buena ducha, y ve a ver a tu madre.

-Quisiera que el ver, sea en el sentido literal. No ver sólo una maldita lápida con su nombre gravado en ella –chilló. –extraño a mi mamá... a mi mamita –lloró. Una lágrima corrió por mi mejílla, no me imagino aquel dolor que siente en éste momento al saber que se cumple otro año de la muerte de su madre.

-Llora cariño, tienes que desahogarte –susurré mientras lo escuchaba llorar.

-Yo sólo tenía trece años –murmuró. –no sabes cuanta quisiera haber tenido más tiempo con mi madre... el vacío que ella dejó en mí, es tan profundo que a veces sólo siento que no seguiré adelante, pero luego ahí están mis hermanos ayudándome a ponerme de pié, mi padre me exige que me levante y ya. Él ha llevado su pérdida de otra manera, dice que debemos seguír adelante y a veces me pregunto cuál es su secreto para haber podido superarla tan rápido... hasta que se encierra en su oficina y lo oigo llorar. Nadie ha podido superar su muerte...

El PríncipeWhere stories live. Discover now