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"Sigo diciéndote adiós sin poder despedirme"

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"Sigo diciéndote adiós sin poder despedirme"

Salí de mi casa con los primeros jeans oscuros que encontré en mi armario, una camisa negra y un viejo abrigo de mi padre. Tomé un largo suspiro antes de dirigirme hacia la salida. Un suave viento acarició mi rostro, dándome los buenos días. El clima era templado, no hacía frío ni calor, simplemente agradable.

Mis primeros pasos fuera de casa fueron un poco torpes, después de varios días de encierro, mi cuerpo se sentía entumecido. Pero poco a poco, fui recuperando la sensación de moverme.

Caminé unas cuantas calles hasta que divisé los imponentes portones del cementerio. Algunos pájaros que descansaban en las ramas de los árboles volaron hacia el cielo, haciendo que las hojas cayeran lentamente al suelo.

En ese momento, me invadió un pensamiento: me gustaría ser un pájaro. Podría volar lejos, muy lejos de todo este sufrimiento.

Me prometí a mí mismo que no iba a llorar. Si quería salir de esta situación, tenía que ser fuerte, pero no por mi, sino por mi amigo.

Decidí que este día se contaría como el primero sin su presencia.

Aunque han pasado varios días, todavía lloro por las noches hasta quedarme dormido. Rezo para que todo sea solo un sueño, pero al despertar, la realidad me duele aún más.

Hoy ya he llorado dos veces y no lo haré más. Me lo prometí a mí mismo. No lloraré hasta que encuentre al culpable. Ese día, lloraré, pero será de felicidad.

Caminé un rato buscando la tumba de mi amigo, noté que cada tumba tenía una cruz de oro y algunas frases decoraban las lápidas.

"Descansa en paz, hija mía. Que Dios te reciba en el cielo con sus brazos abiertos"

Reí sarcásticamente al leer esas palabras. ¿Dios?, ¿Aún pueden creer en un ser que nunca han visto?, ¿En alguien que no ayudó a sus seres queridos cuando estuvieron en peligro?

Si Dios, o quien sea que esté allá arriba, fuera real, Jimin no habría sido arrebatado de mí. Si él fuera real, lo habría salvado.

Rompi los lazos en el momento en que todo eso sucedió. Si Dios era tan supremo como dicen, podría haberlo ayudado.

Tal vez soy egoísta, pero cualquier persona que pierde a un ser querido pensaría de la misma manera.

Seguí el camino de piedra, recordando cada ladrillo de ese lugar a la perfección. Sabía exactamente dónde se encontraba su tumba, que ahora era su morada.

Caminé lentamente sobre la hierba y me detuve frente a una lápida grande.

La hierba sobre ella estaba fresca, y un aroma a lavanda llegó hasta mi nariz, haciéndome sonreír, eran sus favoritas.

-Hola Jiminnie - susurré. Me arrodillé frente a mi amigo, acariciando la fría lápida, por lo general, era él quien iniciaba las conversaciones. Él amaba hablar y yo amaba escuchar su voz.

Suspiré antes de hablar, era difícil encontrar un tema del cual hablar en el que él no tuviera que responder, ya que estaba hablando con una lápida. No era mi Jimin.

Levanté la vista para leer nuevamente las palabras grabadas en oro:

Traitor's eyes | 𝗩𝗺𝗶𝗻 & 𝗧𝗮𝗲𝗸𝗼𝗼𝗸Where stories live. Discover now