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“Hay amistades que ni la muerte las separa ¿la nuestra fue de esas?”

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“Hay amistades que ni la muerte las separa ¿la nuestra fue de esas?”


El día de la muerte de Jimin

Era viernes por la noche y me encontraba sentado en la sala de mi cómoda casa, esperando a que Jimin llegara.

Mi familia estaba de visita en casa de un familiar y, como decidí no acompañarlos, me permitieron quedarme siempre y cuando Jimin viniera a pasar las noches conmigo, ya que sabían que no me gustaba quedarme solo.

Un ruido estruendoso anunció que las palomitas estaban listas, así que me levanté y fui a la cocina.

Hoy era día de películas de Disney y me tocaba elegir a mí. Estaba indeciso sobre qué película ver, ya que habíamos visto la mayoría, pero finalmente opté por ver "Clouds", un drama musical del cual todos estaban hablando.

Miré el reloj en forma de árbol que estaba colgado en una de las paredes y marcaba las nueve y veinte minutos. Me extrañé porque Jimin siempre llegaba antes de las nueve. Era alguien realmente puntual.

Me hundí en mi amplio sillón, alejando las palomitas de mí, ya que eran mi debilidad y dudaba que quedara alguna si solo probaba unas cuantas.

Mis dedos golpeaban mis piernas al unísono de las agujas del reloj. Era un tic que me salía cuando estaba aburrido o nervioso. Prendí el televisor en busca de algo para ver mientras esperaba a que llegara mi amigo.

Pasaron veinte minutos en los que cambié de canal sin encontrar algo de mi agrado para ver. Miré nuevamente el reloj ansioso, así que me levanté del sillón y busqué mi teléfono que estaba tirado en el suelo.

Marqué su número y me mandaba directamente al correo. Él siempre respondía su teléfono, así que eso me resultó extraño.

Me estremecí de preocupación y abracé una almohada contra mi pecho. Si no llegaba a venir, tendría que lidiar con una bofetada de mí en la mañana.

Él sabía que odiaba quedarme solo y que los viernes eran sagrados.

Acomodé la almohada en el extremo del sofá y me tumbé mirando el techo. Me sentía exhausto, aunque hoy no había hecho nada agotador.

La puerta principal se abrió con un chirrido y luego se cerró con un golpe.

Quise levantarme, pero mi cuerpo estaba sin energía. ¿Qué demonios? ¿Por qué no puedo moverme?

Pude divisar una figura acercándose hacia el sofá. Mi cuerpo tembló cuando sentí unos dedos fríos en mi rostro.

Abrí los ojos para encontrar a mi mejor amigo en cuclillas, mirándome con cariño.

—Hola Tae — susurró.

—Jiminie... — susurré — ¿Por qué llegas tan tarde? Íbamos a...

Él puso su dedo en mis labios, impidiendo que siguiera reclamando.

—No puedo quedarme por mucho tiempo — dijo. Miré sus ojos y los encontraba tristes. ¿Le habría pasado algo?

—Tienes que quedarte — musité con un hilo de voz.

—No puedo, debo irme... — contestó, mis ojos se sentían cada vez más pesados.

—Por favor, quédate — pedí. Una extraña sensación recorrió mi cuerpo, algo no estaba bien.

—Tae, no puedo. Estaré de vuelta pronto, te lo prometo — dijo, entrelazando nuestros dedos meñiques.

—¿Pinky promise? — dije, observando cómo su sedoso cabello rubio tapaba sus ojos.

—Pinky promise — musitó, apretando aún más el agarre de nuestras manos.

Se inclinó hacia mí y depositó un cálido beso en mi frente, dedicándome una linda sonrisa. Luego, se levantó y se marchó.

¿Por qué me sentía tan cansado de repente? ¿Era esto acaso un sueño?

No recuerdo realmente cuándo me quedé dormido, solo sé que mis ojos se cerraron demasiado rápido.

El sonido de mi teléfono sonando me hizo despertar de un salto. Pero qué sueño tan extraño, pensé mientras tomaba el teléfono. Miré la pantalla extrañado al ver el nombre de mi madre aparecer. ¿Por qué me estaría llamando? Horas atrás habíamos estado en videollamada.

Algo en mí dudó en contestar su llamada, pero mis dedos se movieron por sí solos, mostrando el rostro de mi madre. Tenía los ojos y las mejillas rojas, como si hubiera estado llorando. Me senté temeroso, pensando que algo malo había ocurrido durante su viaje.

—Mamá... — dije, tratando de captar su atención. Ella me miró con una expresión desolada — ¿Qué ha pasado? — pregunté, con el corazón latiendo rápidamente.

—Hijo... — suspiró, haciendo que mi cuerpo temblara. Sabía que algo malo estaba por venir. — Necesito que te calmes y me escuches.

Respiré profundamente y miré a mi madre. Ella inhaló aire y luego pronunció unas palabras que destrozaron mi corazón.

—Jimin... — la miré expectante. ¿Jimin qué?, ¿Por qué mi madre mencionaba a mi amigo? Pronto descubrí la razón cuando la vi romper en llanto.

Sabía lo que venía, mil escenarios pasaron por mi mente y solo rogaba que no fuera lo que temía.

—Lo siento mucho, cariño — dijo mi madre — Sun Hee acaba de llamarme — continuó. Sun Hee era la madre de Jimin y la mejor amiga de mi madre, algo dentro de mí se revolvió.

—¿Qué ha pasado, mamá? Dímelo de una vez — dije desesperado. No quería ni siquiera imaginar que algo malo le hubiera sucedido a Jimin o a su familia, pero una voz en mi interior me advertía lo contrario.

—Jimin ha fallecido, cariño — soltó con la voz entrecortada, buscando mis ojos que permanecían fijos en la pantalla.

Todo a mi alrededor comenzó a girar lentamente. Me sentí mareado, con náuseas, como si alguien me hubiera golpeado en el estómago y me hubiera dejado sin aliento.

—¿Qué? — pregunté, con la voz temblorosa y el cuerpo lleno de temor.

—Encontraron su cuerpo en el bosque hace unas horas — contestó mi madre entre sollozos.

Traitor's eyes | 𝗩𝗺𝗶𝗻 & 𝗧𝗮𝗲𝗸𝗼𝗼𝗸Where stories live. Discover now