Capítulo 17

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17

La joven lo observó aturdida durante un instante que le pare- ció eterno.

―Disculpa, ¿qué has dicho? ―murmuró al fin.

Puede que no hubiera formulado la pregunta de la mejor forma. Pero, ¿qué otra manera había para realizar una petición tan extraña? Quizá debería explicarle la extraña enfermedad que lo estaba poseyendo. Pero le resultaba imposible expresar algo que ni siquiera él comprendía.

―Lo siento, sé que no apruebas el contacto, pero es que he desarrollado una especie de fijación con tu pecho. Es casi una obsesión. A menudo no me deja concentrarme en otras cosas, sobre todo cuando te inclinas y asoma por tu camisa o...bueno, todo el tiempo, en realidad ―vomitó con rapidez, atropellándose a sí mismo al hablar.

Amanda lo contempló con ojos desorbitados, como si fuera un demente o un bicho raro, y no la culpaba. Acababa de con- fesarle estar obsesionado con una parte de su cuerpo y ahora que veía su expresión, sabía que no podía revelar jamás el resto de extrañas obsesiones que lo estaban acosando.

―Supongo que se trata de mi curiosidad, ya que tu pecho es tan distinto al mío y estoy seguro de que si me permitieras examinarlo una vez, perdería el misterio que parece ser el des- encadenante de mi fijación.

Continuó mirándolo boquiabierta, y cuando ya parecía que iba a responderle, solo un sonido inarticulado salió de su boca.


―Di algo, Amanda ―la instó―. No me parece que sea

para tanto lo que te pido.

La frente de la muchacha apenas le llegaba a la barbilla. Era tan pequeña y delicada. Al principio eso le había parecido ridículo, e incluso la había creído inferior, pero poco a poco, había comenzado a apreciar la belleza de las redondeces en lugar del músculo y de la tersa piel que cubría los huesos.

Al fin, ella pestañeó varias veces como si regresara de un

ensueño.

―Te propongo un acuerdo ―dijo―. Te concedo tu peti- ción si tú me concedes la mía.

¿Cuál era su petición? Apenas podía pensar, pues la locura lo estaba haciendo perder la razón. Su corazón había empe- zado a acelerarse como le había ocurrido tantas veces que se había acostumbrado. Su piel le picaba como si la fiebre lo estuviera invadiendo repentinamente.

Lo que fuera, le daría lo que fuera por permitirle hundirse en la demencia de sus oscuros deseos por un instante. Después de tantos días luchando contra ellos, estaba cansado y solo quería abandonarse a su merced.

La mirada de Callum  #Wattys2017Where stories live. Discover now