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Mila Kāne

Si no es ahora, es nunca.

Cuando me dí cuenta que pasaría los siguientes cuatro años encerrada en la universidad, supe que debía hacer algo para no dejar mis pensamientos marchitar. Porque vivimos en una sociedad donde los jóvenes somos "erráticos" e "irresponsables" pero nadie tiene en cuenta lo mucho que sufrimos. No, no quería salir de la escuela y meterme directamente en la universidad a pudrir mi libertad y ver cómo, poco a poco, mi inspiración iba disminuyendo.

"Si no es ahora, es nunca" pensé mientras salía de mi última clase y los rayos de sol tan típicos de mi ciudad me azotaban en la cara. Tuve que buscar mis lentes de sol en el bolso y ponermelos para buscar a Charlie, sus exámenes habían terminado una semana antes pero me había ido a buscar para tomar una limonada y tal vez ir al cine. A mi amiga la había golpeado un rayo de seguridad, y despojándose de todo prejuicio, había salido de su cascarón. Fue a ella a la que se le ocurrió dejar todo atrás e irnos a conquistar nuestros miedos donde los idiomas extranjeros prevalecieran y las comidas exóticas fueran algo de todos los días. Así que después de terminar nuestras limonadas, y dejando el cine en el olvido, comenzamos a planear nuestra travesía.

Como dos adolescentes consumidas por la adrenalina de algo básico, armamos nuestros bolsos en base a rumores y deducciones. Traje de baño sí porque era imposible no visitar un lugar con playas. Algún que otro suéter, no todo el mundo tenía la misma temperatura paradisíaca de Hawaii. Lentes de sol y protector solar. Auriculares y analgésicos. Repelente para los mosquitos y tampones. Lo que empezó como una travesura jovial, terminó en dos abuelas empacando para un viaje de jubiladas.

"Si no es ahora, es nunca." Volví a repetir lo que se había convertido en mi mantra mientras tiraba mi ropa de manera desordenada dentro de la valija y la cerraba rápidamente. Charlie tenía una mirada estupefacta en su rostro pero sabía que tomar riesgos era algo fundamental de nuestro plan. Y yo también sabía que no podía colar alguna que otra novela en mi maleta porque sería demasiado peso, pero eso no me detuvo de guardar a Darcy en mi bolso de mano. Ojalá yo pudiera hechizar a alguien en cuerpo y alma. Ojalá.

Unas cuantas horas después y tratando de mantener los pensamientos lógicos al margen, nos escapamos. Aún con el maquillaje que había usado esa mañana en la universidad, y con el cabello recién teñido de Charlie, nos embarcamos en una aventura que traería mucho más que anécdotas divertidas y recuerdos de museos bien nombrados. Nos embarcamos en una aventura que nos presentaría a nuevas amigas, casi hermanas diría yo. Una aventura que me puso frente a frente con el chico que se adueñó de mis suspiros y se proclamó protagonista de todas las novelas que ocurrían en mi cabeza. Una aventura que me hizo sentir el borde del abismo y los brazos de la comodidad. Una aventura que me hizo apreciar la vida y comenzar a vivir agradecida, y no en constante miedo.

Meet Mila:

dear life« 5sosМесто, где живут истории. Откройте их для себя