Nunca fui una persona de personas, ya saben, existe gente que está hecha para socializar, y gente como yo que prefiere pasar la mayoría del tiempo sola. Pero hay algo sobre los festivales que me despoja de mi armadura solitaria y me empuja a bailar de la manera en la que se rompen los esquemas. Me gusta el sentimiento de alejarme de casa y tener la posibilidad de inventar otro lado de mi aburrida, ya-existente, personalidad, aunque mi yo-interior siempre logre salir a flote y mis esperanzas de un alter-ego sean arrojadas por la borda. Vivía una vida monótona hasta que me di cuenta que somos el ejemplo de lo efímero. Hoy vivo de lo artesano y casero, hay tanta riqueza en una comida hecha con amor que ignoramos por el hecho de que las grandes corporaciones usan colores vividos y publicidades pegajosas. Mi madre jadearía condescendiente si le contara de mis últimas aventuras, ella siempre fue más de piscina mientras que yo crecí en el mar. Hablando de mar, en contra de toda norma de seguridad, el festival al que habíamos llegado tenía acceso a un gran charco de agua entre escolleras. Ya podía escuchar el sonido de los adolescentes intoxicados moviéndose entre olas y notas musicales. Cuando dijeron que el paraíso es un lugar en la tierra, se referían a este festival.
— Ay dios mío.— Oí un suspiro de admiración frente a mí y levanté la mirada para encontrarme con la chica nueva y su gesto de incredulidad. Greta, no nos dijo su apellido, un metro setenta de puras palabras y cachetes. Pasé varios minutos oyéndola hablar de algo no muy específico e instantáneamente quedé cautivada por su habilidad para continuar hablando aún cuando los temas eran escasos.— Declaro que estamos en el Olimpo, rodeadas de dioses griegos. ¿De dónde sacan ese bronceado y abdominales?
— De la tarjeta de mami.— De reojo noté cómo un moreno de cabello rapado se acercaba a nuestra mesa, para luego tomar asiento junto a Greta, quien no perdió oportunidad para ojearlo de arriba a abajo. Había algo muy superficial con su actitud que no terminaba de comprender, como si un secreto en el fondo de su orgullo estuviera manejándola como el titiritero a Pinocho.
Charlie nos había llevado a uno de los puestos de comida donde vendían sus churros favoritos, y no sentían la necesidad de robarnos con los precios. Fue una gran casualidad haber encontrado un lugar donde los prepararan con canela, así que cuando lo descubrimos, mi amiga de cabellos rosados sonrió como niña en navidad. Almorzamos entre datos curiosos y comentarios sobre la gente que nos rodeaba, hasta que el moreno entrometido decidió tomar propiedad sobre la silla vacía.
— Voy a gritar.— Greta asintió, segura y decidida de sus palabras, como si ya hubiera pasado por la situación antes. El moreno a su lado desprendió una amplia sonrisa engreída y mordió su labio inferior mirando hacia arriba.
— ¿Ahora es cuando dices que sí gritará, pero esta noche cuando te la cojas en tu carpa?— Un rubio usando gafas de vidrios color rojo se paró junto a nuestra mesa y miró al moreno como si supiera cada acción que éste haría.
Aparentemente no era la única en el festival que había decidido romper con los ligamentos de la vida diaria, o estos chicos carecían de vergüenza.
— Ya quisiera..— Greta había comenzado a hablar cuando otro chico apareció de la nada gritando un nombre desconocido, al menos para mi.
— ¡Ashton! ¡No hay más donaaaass-s-s!— Otro rubio, éste más alto, apareció detrás del otro con un vaso transparente en la mano y un cigarrillo colgando de sus labios. Era inexplicablemente atractivo, y no pude evitar quitar mi mirada de él hasta que lo notó y la vergüenza me azotó.
— Yo no quería donas...— Chico-antojos-rojos se volteó a mirar al otro, a ésta altura estábamos presenciando una charla ajena en nuestro propio terreno. Eramos una sátira de lo que la moral dictaba. Justo en ese momento mi alter-ego despertó de su eterna siesta, despojándome de la timidez con la que había nacido, obligándome a experimentar.
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dear life« 5sos
FanfictionCuatro amigas. Cinco continentes. Cuatro pasaportes. El deseo de recorrer el mundo se interrumpe cuando las protagonistas de este libro comienzan a notar un patrón en cada museo, galería o lugar que visitan. Cuatro chicos siempre están ahí para, de...