jour 1

6.6K 625 82
                                    

Se frotó ambas piernas, tratando de generar algo de calor.

― ¿Cuándo llegará el maldito autobús?―suspiró en voz alta, soltando una blanca bocanada de aire.

Presionando una mano enguantada contra su congelada mejilla, estaba casi segura de que se parecía a Rudolph el Reno.

Ella odiaba el rojo. Sin embargo, su madre parecía adorarla en ese color miserable porque la mayor parte de su guardarropa consistía en el color de Lucifer.

En serio necesitaba un trabajo.

A estas alturas, se encontraba balanceándose, estaba ochenta por ciento segura de que estaba a punto de congelarse cuando de repente un ominoso bulto oscuro se desplazó torpemente detrás de ella, murmurando un apenas audible "perdón".

Giró su rostro y se encontró con un chico, parecía de su edad, con una mata enmarañada de cabello oscuro metido debajo de la capucha de su sudadera negra (que era demasiado delgada para ese tipo de clima) a juego con unos vaqueros negros rasgados.

¿Era la Muerte? ¿Quién lleva tanto negro?

Pero el verdadero horror era el hecho de que no tenía un paraguas consigo.

El pobre debe estar congelándose, pensó.

Súbitamente, sintiéndose muy santa y caritativa, esbozó la mejor sonrisa que pudo (la cual probablemente fue súper desigual, ya que su rostro estaba congelado) y se dirigió hacia él.

― ¡Hola! ―chilló―. Mi nombre es Yein, ¿quieres compartir mi paraguas?

Él alzó la vista, con los ojos cansados, caídos, e inspeccionó rápidamente a la chica y su paraguas.

―Claro ―murmuró, dando un paso más cerca.

Por alguna extraña razón, lo primero que notó en ese misterioso muchacho era lo hermoso que se veía cuando habían pequeñas gotas en sus pestañas.

Cuando parpadeó, una gota de lluvia se deslizó sobre su mejilla, y ella sintió unas inmensas ganas de acercarse y apartarla.

Ella le regaló otra sonrisa antes de caminar a su lado y levantar el brazo un poco más alto para que el chico pudiera entrar a la seguridad que le brindaba su feo paraguas.

Ambos esperaron en silencio por el autobús, pero no fue hasta que él se fue que se dio cuenta que se olvidó de preguntarle su nombre.

PARAPLUIE ROUGE ― M. YOONGIWhere stories live. Discover now