⚘No más que yo⚘║ JungKook, tú y Jimin ║ [Editando y resubiendo]

Ep. [8]

   Hoy es mi primer clase con la seonsaengnim de canto Choi Yang mi.

   Los nervios se están comiendo mis neuronas como a galletas. Y es que tan solo de pensar en cantar frente a ella o alguien más me tiene bastante incómoda. No es que no cantase nunca, lo hacía bajo la confianza de mi hogar, acostada en la tina mientras me cubre el jabón, en compañía de mi solitaria presencia. Y sabía que lo hacía pésimo, dado que lo hacía en broma, como mero entretenimiento personal. A excepción de aquella vez en el karaoke, a donde fui arrastrada por mis compañeras de trabajo y el soju bailando alegremente por mi sistema digestivo me despojó de vergüenza e inhibición. 

   Hacer el ridículo delante de un desconocido no es que me anime demasiado. Y es que yo era muy consciente de mis precarias facultades. Por tanto, era bochornoso solo imaginarme haciéndolo.

   De todas formas, me levanté temprano. Si iba a hacerlo, al menos sería responsable y puntual.

   No desayuné, aunque sabía que esa energía me haría falta, no solo porque sentía el estómago, sino para ahorrarme la vergüenza por si acaso se me diera por vomitar sobre la seonsaengnim, que nada de culpa tenía de mi incapacidad de confiar en mí misma.

   No había vuelto a ver a los chicos desde que me presenté en su ensayo con aspecto asesino y balbuceando incoherencias. Nuestros horarios no coincidían y dado a mis clases se volvió aún más difícil coordinar algún encuentro. Por dicha razón estaba algo frustrada e irritable, puesto que era el momento en que más quería compartirles mis inseguridades y cualquier eventualidad que me sucediera al haber tomado una decisión tan importante. Después de todo, era como un sueño hecho realidad.

   Después de ese día y mi repentino estallido de llanto en los brazos de Jimin, hablé con él a través de messenger por largas horas. Todo lo que me sobraban hacia él eran palabras de agradecimiento.

   Tocar el piano era en todo lo que pensaba cuando dejé atrás mi país. Si bien mi viaje a Corea fue estimulado por mi rebelde sentido aventurero, ni más ni menos, era irrefutable admitir que me estaba encantando mi tan inverosímil suerte.

   En compensación y a modo de gratitud por la alegría que me embargaba, propuse cocinarle a Jimin cualquier cosa que deseara comer, así tuviera que aprender a hacerlo. Pero tan pronto como manifesté mi intención, lo rechazó. A su modo de ver, no había nada que debiera agradecer, dado que lo hizo sabiendo que aquello era importante para mi. 

   Pasé toda la noche intentando convencerlo que me dejase devolverle el favor. Estaría eternamente en deuda con él, sin lugar a dudas.

«"Si tanto quieres agradecérmelo. Te pediré lo que yo quiera cuando sea el momento"».

   Muy en el fondo, su tono me resultó picante; más conocía a Jimin lo suficiente para saber que no haría ni diría nunca algo con mala intención. Por supuesto que estuve de acuerdo con él. Aunque por el bien de sí mismo y de mi, evité mencionárselo a Nochu. No es como si Jimin fuera a pedir algo indebido. Pero, puesto que Jung Kook había mostrado ciertos indicios de celos en algunas ocasiones, no quería crear malentendidos innecesarios.

   El aura de la profesora me resultó agradable, incluso demasiado considerada con mi inexperiencia. Era una mujer joven, empática y con muchísima paciencia. Estricta cuando debía, por igual de justa y comprensiva. Me había caído bien.

   Aunque después de presentarle el grazneo de mi voz, secretamente sospeché un posible fallo auditivo que la seonsaengnim debía tratar con urgencia. Pues ella creía fervientemente que yo podía mejorar trabajando "simplemente" las cuerda vocales a diario con ejercicios matutinos y practicar con regularidad. Quién era yo para contradecir su juicio, ¿cierto?