Capítulo Tres: Los Senderos de la LLuvia

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"Invita un amigo si no quieres aburrirte"

Esa fue la grandiosa solución que me dio Mila cuando le indiqué que no tenía ni la más remota gana de acompañarla en su salida con su prometida.

¿Qué iba hacer allí? ¿Tocarles el violín mientras de besuqueaban y tomaban de las manos?

En un principio, iba a ser el hermano de Sara quien las acompañara. Pero luego, la alfa en cuestión analizó mejor todo y se dio cuenta de que llevarlo sería algo problemático para ambas. Así que no tuvo mejor idea que suplicarle -aunque a mí me queda más que claro que "suplicar" no es precisamente lo que haría una alfa"- a mi hermana que me llevara con ellas.

No pude sino aceptar, después de todo, la venganza que tomaría la pelirroja si no accedía era bastante atemorizante. Esa mujer conocía mis debilidades y con el paso de los años me había quedado en claro que no dudaría en exprimirlas.

Luego de eso, ella abandonó mi cuarto y yo no pude hace nada sino dar vueltas por la mansión el resto del día.

Me hubiera gustado estar con Yuuri para quejarme, pero eran esos días del mes en los que él estaba "indispuesto" para cuidarme. Y desde luego, yo no era lo suficientemente ingenuo como para no darme cuenta que "indispuesto" significaba celo.

¿Y cómo no notarlo?

Si a veces me asomaba por el balcón y era capaz de notar un sutil, un ínfimo aroma a cerezos floreciendo, aún si no había un árbol de esos en kilómetros.

Era Yuuri. Nadie parecía notarlo y si lo hacían nadie me lo mencionaba, pero yo tenía claro que ese aroma era suyo.

Era divertido. A veces, en las reuniones de negocios donde todos traían a sus hijos, podía escuchar conversaciones sobre el tema. Impulsadas por el alcohol, pero conversaciones de todas formas. Las charlas le habían dejado clara la idea de que el aroma de un omega en celo encendía el hambre que cada alfa ocultaba en su interior. Un deseo voraz de devorar. Que el aroma de un omega en celo era simplemente irresistible y daban ganas de ensuciarlo, mancharlo, someterlo bajo la esencia propia.

Sin embargo, cuando yo percibía el aroma de Yuuri no sentía ni hambre, ni ninguna de esas cosas.

Al contrario de todo eso, me parecía lindo.

El aroma de flores en un ambiente frío como ese, me parecía realmente precioso.

Esa esencia floral me tranquilizaba. Me hacía sentir a gusto y por algún motivo, no tan solo.

Era tranquilizante, aún si luego sentía un ligero calor en mis mejillas y tenía que cerrar las ventanas. Nada cambiaría mi idea de que Yuuri era el único omega que me agradaba.

Él no me hacía sentir hambre. Era como si me diera esa agradable sensación de haber comido todo luego de haber estado mucho tiempo hambriento.

Sentir como... si ya no necesitara de otras cosas para sentirme bien.


Fue en esos días sin Yuuri, cuando la idea de a quien invitar me comenzó a acosar más y más.

O mejor dicho, la palabra "amigo" fue la que me descolocó por completo.

¿Tenía amigos?

El compromiso de Mila trajo muchos cambios en mi vida. Más de los que yo llegaba a imaginar.

A pesar de lo bruja que fuera conmigo a veces -como una buena hermana mayor- era ella la persona más cercana a mí.

Mila era algo así como mi mejor amiga.

❀ Brotes de Invierno ❆ 【 Omegaverse】「𝒴𝓊𝒴𝓊𝓊」Where stories live. Discover now