Capítulo siete.

44.3K 2.7K 607
                                    

Abrí los ojos con cuidado, el ardor en mi cabeza era realmente insoportable, todo me daba vueltas y mi brazo seguía adolorido por el corte de la noche anterior. Recordé como Adam me observaba, había tanta decepción y miedo en esos bonitos ojos.

Se había comportado de una forma tan linda conmigo, y yo estaba siendo la chica más hija de puta con él.

Volví a observar mi herida, podía recordar la mirada del chico de ayer, este estaba dispuesto a matarme, él iba a hacerlo. Estaba dispuesto a todo por saber el paradero de mi padre.

Apreté el cojín rosa con fuerza, el recuerdo me atormentaba, el «qué hubiera pasado si...» me tenía frenética. Sentía miedo, nunca alguien había estado tan cerca de acabar con mi vida.

Y yo nunca había sido tan estúpida.

Entonces recordé aquellos ojos mieles, su calor, su mirada, el olor que desprendía... me sentía tentada hacia él, me atraía, me gustaba. Me sentía segura a su lado, ayer probó que podía confiar en él, que él me defendería ante todo, que él me protegería.

La puerta de mi habitación se abrió y reveló al castaño, me escondí bajo las sábanas, no quería que me observara en este estado, estaba asquerosa, mis ojeras caían por mis ojos, seguramente tenía el rimel y el pintalabios corrido, y a juzgar de cómo fue la noche de ayer, debía estar pálida.

No podía olvidar que sentía mi boca deforme, la chica que ayer me había golpeado probablemente había causado una muy buena hinchazón.

—Vete—hablé—tengo unas ojeras que me llegan hasta el coño—Adam carraspeó la garganta.

—No seas vulgar, niña, y no podría verte en peores condiciones de las que te vi ayer así que no vengas con bobadas.—y ahí fue cuando mi sueño fue fastidiado con su actitud, Adam jamás cambiaría, siempre sería ese salvaje que no sabe controlar lo que dice.

Pero ya no me interesaba

Me levanté de la cama con pereza con mi pijama puesta, ¿Quién la puso?  Él esbozó una sonrisa. Me derretí por un segundo.

—Pareces una de esas modelos de un programa de televisión que veo, tu labio está tan hinchado que parece que te has operado—dijo, intentando sonar gracioso.

—Eres un idiota, ¿Me has puesto tu la
pijama? —le dije, cambiando rotundamente el tema.

—No, ha sido una mucama.

Se acercó a mi cama, y pude observarlo mejor, traía puesto la camiseta blanca de siempre, con unos pantalones color negro, acompañado de unas botas del mismo color, me fijé en su rostro y en unas pequeños cortes que poseía alrededor.

Un pequeño sentimiento de culpabilidad me recorrió por completo.

Adam se acercó y me observó el rostro.

—Empezarás otra vez tu entrenamiento en una hora, si te sientes mal no me interesa. Ayer te podrás haber dado cuenta que las cosas están complicadas—me dijo, y comenzó a salir por la puerta. Maldecí en mi interior—, y debes aprender a trabajar de todas formas así estés sintiéndote mal.

—Que imbécil—susurré.

—¿Disculpa?

BODYGUARD  Where stories live. Discover now