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🍃✨Te quiero, Weasley✨🍃

🍃Victoire Weasley🍃

Hoy era el gran día y todo el mundo estaba nervioso, todos menos yo, es decir, me iba a casar con Teddy, no era como si me fuera a dejar plantada en el altar, ¿verdad?

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Hoy era el gran día y todo el mundo estaba nervioso, todos menos yo, es decir, me iba a casar con Teddy, no era como si me fuera a dejar plantada en el altar, ¿verdad?

—Esta jodida cremallera no sube—se quejó Dominique, Lucille suspiró y se acercó a ella.

Estábamos en mi habitación de la Madriguera, mi madre me estaba maquillando. Lucille, Molly y Dominique también se estaban vistiendo, bueno, Molly ya estaba vestida y Lucille, aún en ropa interior, ayudaba a Dominique con la cremallera de su vestido.

La puerta se abrió e Ian entró en la habitación. Lucille soltó un grito y se tapó, Ian soltó una carcajada.

—¿Que haces aquí?—cuestioné mientras me ponía delante de él.

—Vaya, Vicky, estás preciosa—susurró con una sonrisa, fruncí el ceño, a mí no me iba a ganar con halagos—Solo quería saber si necesitabais ayuda por aquí.

—Tranquilo, podemos solas—Contesté con una sonrisa.

—¿Segura?—preguntó—Parece que Lu está teniendo problemas para vestirse.

—¡IAN!—gritó Lucille escondida detrás de Dominique

—Anda, vete—dije mientras empujaba su pecho—Tienes que evitar que Teddy me deje tirada en el altar.

—Él no haría eso—dijo mientras salía por la puerta, antes de que me diera tiempo a cerrar, asomó su cabeza—Por cierto, Lu, gracias por la vista, el rojo sigue siendo mi color favorito.

Salió y cerré la puerta. Me giré para mirar a Lucille que estaba totalmente sonrojada mientras se miraba la ropa interior. Dominique carraspeó.

—Creo que deberíamos terminar de arreglarnos—dijo mi hermana, asentí mientras volvía a sentarme.

Una hora después o así, estaba totalmente preparada. Me miré en el espejo y tengo que reconocer que tuve que aguantar las ganas de llorar. Mi vestido era precioso, Lucille pasó sus manos por mis brazos desnudos y apoyó su barbilla en mi hombro.

—Estás preciosa, Vic—susurró antes de sonreírme a través del espejo, solo quedábamos ella y yo en la habitación.

Me giré con una sonrisa y agarré sus manos.

—Tú también estás preciosa.

Como todas mis damas de honor, llevaba un vestido largo de color rojo que se pegaba a su cuerpo. Sonrió y dio un apretón a mis manos.

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