Día 29.

1.5K 241 11
                                    

Capítulo 29

Día 29.

—Sólo espera por mí, ¿de acuerdo?— le había dicho Lucas antes de darle un beso casto en los labios, bajar de la cama y desaparecer en la oscuridad faltando escasos segundos para que iniciara el día veintinueve del mes.

...

Daniel suspiró y movió las piernas para deshacerse de las sábanas, pronto serían las ocho de la mañana y no había podido dormir desde que Lucas se despidió de él en la madrugada.

No tenía apetito, así que tomó un baño y decidió que lo mejor era salir a caminar por los alrededores; era un día soleado, el cielo azul era brillante y el clima perfecto para hacer ejercicio al aire libre, pero no tenía ganas de ello.

—Ey, muchacho.

No se había alejado mucho del edificio cuando el viejo Rafa le interceptó.

—Hola— contestó sin mucho ánimo y preguntó, —¿qué te trae por estos lugares?

—Gaby me ha enviado por ti.

—Les agradezco, pero estoy bien.

—No, no— el hombre negó con la cabeza, —no es bueno que estés sólo hoy.

La cejas de Daniel se elevaron, —¿qué quieres decir?

Rafael balanceó su peso de una pierna a otra, —es mejor mantener la mente ocupada para no estar pensando en cosas.

—¿Qué cosas?

—Ya sabes— se encogió de hombros antes de acercarse para tomarle del antebrazo, —será mejor que vayamos de una vez, a Gab no le gusta esperar.

El humano estuvo a punto de hablar pero el pequeño mareo le indicó que ya era tarde para negarse puesto que en menos de un parpadeo ya se encontraba en la cocina del comedor comunitario.

—Llegas a tiempo, necesitamos tu ayuda para poner la mesa; ven aquí— sin aceptar reclamos Gabriela le guió e indicó que se lavara para que ayudara en la preparación de los alimentos.

Y como si esos dos "leyeran la mente" cada vez que Daniel quería hacer mención de Lucas alguno de ellos comenzaba a hablar o bromear de cosas incluso sin mucho sentido. Al principio Daniel pensó que era casualidad, pero con lo que últimamente había vivido ya no estaba tan seguro.

—¿Pueden dejar de hacer eso?— dijo por fin cuando la comida estuvo lista y sólo ellos tres se hallaban en la cocina; Mimí, Bruno y los demás que ayudaban estaban atendiendo en el área del comedor.

—¿Qué cosa?— Rafael le dio un gran y descuidado mordisco a una galleta que recién había salido del horno.

—Eso— le señaló, —fingir que nada ocurre.

—No sé de qué hablas.

—Dijiste que hoy no debía estar sólo para no pensar en cosas, ahora sé a qué te referías y la verdad es que eso es imposible, no hago más que preguntarme qué estará sucediendo con él mientras ustedes sólo sonríen como tontos— frunció el ceño, —¡Son unos hipócritas, dicen que le quieren y que lo estiman pero no hacen más que ignorar el hecho de que en este momento Lucas está sufriendo la peor de las torturas y que...!

—Basta, no voy a permitir que nos hables así— Gabriela le interrumpió acercándose peligrosamente a él, clavando el dedo índice en su pecho y mirándole de manera seria, —¡No creas que es fácil para nosotros; por muchos años hemos vivido días como este, esperando y no sabiendo si lo volveremos a ver en una sola pieza!

LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora