Capítulo 9: Guillermo

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Narra Guillermo:

A través de la ventanilla del coche veo pasar los postes de luz, uno a uno, sobre la carretera y me alegra darme cuenta de que el mareo me ha dejado en paz. Por las dudas me alejó del efímero paisaje y recargó la cabeza en el asiento, mirando hacia el espacio del conductor.

Su perfil serio, concentrado en el camino, recuerdo que le estresa conducir, y a mí me gusta ir de copiloto. Cabello castaño, casi rubio, con mechas... ¿californianas así se les dice? Mueve los hombros y se gira hacia mí, me va a cuestionar...

—¿Vas a decirme que fue lo que te sucedió?

Bufo en respuesta, le sostengo la mirada y ella devuelve la suya al camino

—No fue nada —miento, que fácil se me da últimamente.

—Deambulabas por la ciudad sin ninguna idea clara de donde estabas, sin tu coche, pero dices que "no fue nada"—lo dice en serio, ha descripto demasiado bien mi situación.

No me gusta, no quiero responderle, o no puedo, no lo sé. No puedo responderme ni a mí mismo. Me enderezo, me tiemblan las manos, bueno al parecer eso no se me ha quitado del todo. Y contesto con toda la defensiva posible.

—te estas yendo de viaje, Esther, estamos camino al aeropuerto ¿Cómo puedo hablarte de lo que sea en este momento?

Ella mueve los hombros, esta apenada, se gira brevemente y me mira como si estuviese en falta. No lo está.

—no quiero irme, pero mi papá me necesita.

Asiento y creo haber murmurado un «está bien», quizás lo dije en mi mente. La he llamado a ella, y quiero creer que mi futuro ha ganado la contiendo en contra de mi pasado; pero sospecho que todo fue debido a que es más fácil esquivar sus preguntas, que las de él. No puedo enfrentarlo, no tengo el valor de mirarlo a la cara y no sentir que me deshago en pedazos. Quiero hablar de otra cosa, de lo que sea que no sea él, y vuelvo a Esther.

— ¿Sucedió algo con tu familia?

—No, solo unos problemas con un contrato de una de las franquicias. —Sus padres junto a su hermano mayor son dueños de una línea de restaurantes que prestan servicio en varios hoteles. Esther trabaja con ellos, un poco en marketing y otro poco en recursos humanos, a mí me ceden varios trabajos de programación web, y gestiono el sitio de reservas online.

—¿Volverás pronto? —Tengo miedo de quedarme mucho tiempo solo, temo lo que pueda hacer si no está ahí para vigilarme. Me sonrió ¿No odiaba yo a esa clase de personas? Las que necesitan estar cerca de su pareja para no equivocarse y arruinarlo todo. Ya no soy más lo que antes fui.

-En un par de días, te lo prometo...

Recuerdo que verá a su familia y me atrevo a decir

—Deberías decírselo...—Me mira confundida y me aclaro, porque a ella se le olvida pero yo me acuerdo todo el tiempo— Ahora que lo veras, deberías decirle a tu padre que estuve casado con un hombre antes, y que me estoy divorciando. Si me hubieses dejado se lo habría dicho yo, cuando lo conocí —hablo oscureciendo mi voz, el padre de mi novia es alguien muy tradicional, casi raya lo intolerante, y temo su reacción al saberlo.

—Se lo dije hace unos meses Guille.

La escuchó y me alarmo al instante, los nervios me asaltan, ¿Por qué no me lo dijo antes? Las palabras se me traban al preguntarle

—¿Cómo reaccionó?

Se encoge de hombros.

—Bien, no lo sé, solo me dijo que pensáramos con cuidado si queríamos casarnos tan pronto. Pero eso fue cuando le dije que pretendíamos comprometernos.

(En edición) De para siempre y nunca másOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz