Capítulo 10

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Algunos capítulos (como este) serán como si Aomine y Kagami hubieran tenido una hija en lugar de un hijo. (Espero que les agrade la idea).





Habían salido a pasear por el parque que quedaba cerca de su departamento, su pequeña hija iba en los brazos del sobre protector moreno, el cual fulminaba con la mirada a cualquier niño que se le quedaba viendo a su princesa. Al llegar al parque el chico de pelo azul bajo a la pequeña Nozomi, la cual se fue corriendo hacia un puesto de helados. El tigre iba sonriendo a lado del moreno, el cual tomo su mano y empezó a dirigirse hacia su hija la cual se encontraba pidiendo su helado. Para cuando llegaron solo tuvieron que pagar y después se dirigieron hacia una banca, para sentarse con su pequeña en medio de ambos.

- ¿Me das? –Pregunta el moreno sonriéndole a su hija, la cual solo lo mira y después mira su helado, pensando en si compartir o no. Al final decide hacer y acerca el helado hacia la boca de papá el cual come un poco.

- ¿Mami también quiere? –Pregunta la niña mientras se acerca al pelirrojo el cual niega con la cabeza mientras la abraza. Le encantaba que su hija siempre considerara a todos, aunque parecía ruda de carácter por ser hija de ambos chicos ella era un amor de persona, aunque cuando se enojaba se aprecia mucho al pelirrojo.

El moreno vio a su tigre, el cual aún miraba a la niña con un brillo especial en sus ojos, por lo que se acerco como pudo al oído de Taiga y le susurro.

- Ustedes dos son lo mejor que me ha pasado –se aparta un poco y le da un beso en los labios, sintiendo los suaves labios de su tigre.

- Deja a mami Taiga, solo yo puedo darle besos –para probar su punto la niña se estiro y le dio un beso en la mejilla a su mami, haciendo que este se sonrojara.

- ¿Perdona? Pero él es mi esposo y yo lo conocí antes –contesta el moreno fingiendo indignación y frunciendo el ceño. No importaba que fuera su hija, el chico de raras cejas y amante de las hamburguesas con queso era solo suyo, tal vez un poco de la niña pero más del moreno.

Con ese comentario empezó la discusión, mientras el pelirrojo solo los veía con una sonrisa, pues la niña se defendía con uñas y dientes de su padre, el cual ya tenia un tic en el ojo por los argumentos que le daba su hija.

Dos padres y un bebéOnde histórias criam vida. Descubra agora