Ir a París

493 67 24
                                    


Ninguno soñó esa noche. O ninguno lo recordó al día siguiente.

Es más, ni siquiera pudieron quedarse pensando en lo que había sucedido entre los dos. El cansancio les ganó, haciendo que ambos cayeran en los brazos de Morfeo, con la imagen de su beso como lo último que vieron antes de cerrar los ojos.

Y diez horas más tarde Harry abrió los ojos con pesadez. Lo primero que sintió fue el aroma a las sábanas del hotel, luego oyó los ruidos de la vida de la gran ciudad, y entonces recordó quién era, dónde estaba y por qué. Y, una vez más, como cada mañana, el dolor en el pecho se hizo presente, impidiéndole olvidarse de que su corazón se deterioraba de a poco dentro de él.

Se giró en la cama para ver a Louis en la cama de al lado, pero no estaba. La cama de una plaza estaba destendida como si hubieran peleado en ella, sin embargo no había rastros del castaño. El corazón de Harry dio un salo en su pecho, dándole la sensación de encontrarse solo y perdido. No duró mucho, por suerte.

"Aquí estoy" Habló Louis desde el suelo. Harry se sentó en la cama y al segundo vio a Louis con su espalda sobre la alfombra y mordiéndose dos dedos. El rizado suspiró sin importarle que el otro notara que se había asustado al encontrar su cama vacía.

Harry se apoyó en sus brazos y miró a Louis, esta vez notando cosas que antes no, detalles que la luz del sol ayudaban a resaltar. "¿Qué haces en el piso?" No sonó rudo ni extrañado, fue una pregunta simple y esperaba una respuesta igual.

Se alzó de hombros, aún en la misma posición, con su pantalón corto de fútbol y una camiseta sin mangas color blanco. "La cama es muy cómoda" Harry entrecerró los ojos y rió por dentro, no pudiendo hacerlo en voz alta al estar todavía algo dormido. No le creyó del todo, ya que sabía que la familia de Louis tenía mucho dinero y que seguramente su cama sería incluso más cómoda que la de ese hotel, pero lo dejó ir.

Harry asintió y volvió su vista hacia los dedos de Louis aún en su boca. "¿Por qué te estás mordiendo los dedos?" Una vez más, semejante pregunta sonó completamente normal. Louis no se inmutó ni dejó de morderlos, pero clavó su mirada azul en la verde de Harry. Ambos colores brillando por los rayos del sol que entraban por el balcón.

"Dejé de fumar hace poco y tengo que mantener mi boca ocupada" Harry se odió a sí mismo por mal pensar aquello y no pudo evitar que sus mejillas se tornaran rosas. Lo bueno era que Louis no lo estaba viendo, sino que se estaba poniendo de pie y metiendo la ropa en su mochila. Harry había quedado mirando el suelo, donde antes estaba el cuerpo de Louis, pero su mente estaba tratando de decirle a sus mejillas que volvieran a su color original. "Vamos, levántate, tenemos una ciudad que conocer"

Eso pareció desbloquear a Harry y lo obligó a ponerse de pie, casi cayendo al suelo al enredarse con las sábanas, y sintiendo nada de verguenza al estar en su piyama de Los Vengadores. "Siiii" Exclamó como si fuera un pequeño de diez años con toda una vida por delante. Louis seguía guardando la ropa que no iba a ponerse ese día. "Siempre quise conocer el Gran Cañón, podríamos ir ahí" Harry hablaba a un lado de Louis con emoción. "Admito que me da miedo, pero-"

Louis se giró hacia él y soltó como si nada: "Hablo de París, nos vamos hoy"

Harry caminó de espaldas hasta su cama y se sentó, más pálido que de costumbre y con los ojos abiertos clavados en Louis, quien comenzaba a sonreír de a poco. "¿A...A París?" Louis rodó los ojos y comenzó a cambiarse delante de Harry. Por milésima vez en el día, las mejillas de Harry cambiaron de color.

"Tú hiciste la lista, Harry" Se abrochó los skinny jeans con los dedos que antes estaba mordiendo. "¿Por qué te asombras?" Harry parecía siempre tan inocente e ingenuo y simple y...

Antes de Partir | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora