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Esto no está pasando, se dijo Pansy con firmeza. No es posible.

Harry tampoco le creía. El golpe que se dio debió de haber sido fuerte, no encontraba otra explicación. No sabía que era lo que lo alarmaba más; si la sonrisa que le ofreció, el tono amable con el que le habló o la manera en la que sus ojos lo atravesaron.

Por lo normal Malfoy pasaba de él, casi que lo esquivaba a toda costa. En cambio, ahí estaba, con un brillo inusual en su mirada, las nubes impenetrables habían desaparecido, tanto que Harry podía asomarse y caer en ella, ahogarse en su pozo de plata fundida.

Tragó saliva, nervioso por tanta atención y por sus propios pensamientos. ¿Acaso él tambien se había caído de cabeza? Era Draco Malfoy, el chico que se había esforzado de hacer su estadía en Hogwarts un infierno y quien tal vez estaba sufriendo una contusión cerebral en esos momentos.

Harry se aclaró la garganta.

—Deberías ir a ver a la señora Pomfrey —dijo, poniéndose de pie.

Malfoy seguia mirándolo con esa sonrisa en la cara, que ahora tenía un toque más lascivo que cariñoso. Dudó por un segundo, antes de tenderle su mano. Algo fugaz destelló en los ojos del chico, que levantó su mano para tomar la de Harry... cuando Parkinson se interpuso.

—Déjame ayudarte, Draco —dijo Pansy con dulzura, dandole un empujon con la cadera a Harry y dirigiendole una gélida mirada mientras tomaba la mano de Draco—. Me asustaste mucho.

El rubio frunció el ceño, viéndose un poco contrariado. Aún así dejó que ella lo ayudará.

Harry, por otro lado, estaba tratando de controlar la rabia y la indignación ante semejante acto. ¿Y ella quién se creía? Claro que había salido con Malfoy y sido su amiga todos esos años en Hogwarts, pero eso no le daba ningún derecho a despacharlo así.

—Apoyate en mí —dijo ella, pasando uno de los brazos de Malfoy por sus hombros.

Harry apretó la mandíbula, y se agachó a buscar la capa, aprovechando que los Slytherin estaban muy entretenidos al parecer. Tocó la inconfundible tela y se la volvió a guardar bajo la túnica. Después, se dio la vuelta dispuesto a dejar a esos dos solos.

—Oye, Potter —lo llamó Draco, cuando vio que se marchaba.

—¿Qué? —dijo Harry de manera un poco brusca, deteniéndose.

Draco se apresuró a mover los engranajes de su cabeza, la verdad que no tenía nada que decirle, solo que al verlo irse algo dentro de él se desesperó, y antes de darse cuenta ya había hablado.

—Bueno... ¿de dónde has salido?

Harry se tensó al instante, y desvió la vista. Había sido un estúpido al salir así como así de debajo de la capa. Le había alarmado que Malfoy se cayera de repente, y había actuado sin pensar un segundo. Cosa que hacía seguido y seguido le salía mal.

—¿Nos estabas espiando, Potter? —exclamó Pansy indignada, apretando su agarre en la cintura de Draco—. ¿Qué pasa? Ahora que tienes mucho tiempo libre te dedicas a espiar a los demás.

La sangre se le subió a la cara, no sabía si por la furia o por la vergüenza de haberse expuesto el mismo. ¿Qué podía decir? Los había seguido porque pensó que tal vez tramaban algo, pero estaba seguro que si lo decía sonaría a excusa pobre.

Pansy embozó una sonrisa malvada ante la falta de respuesta.

—No sé a quien les pasaras tus chismes, ahora que Dumbledore no está.

Harry sintió la ira bullendo desde el fondo de su estómago e instintivamente llevó su mano a su varita.

—Suficiente, Pansy —dijo Draco, cortante. Tanto Parkinson como Harry lo miraron estupefactos—. No tienes porqué comportarte así, seguro Potter solo vio lo que pasaba y se acercó a ayudar.

De cuando Draco Malfoy abrió su corazón (involuntariamente). [Drarry]Where stories live. Discover now