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Ron se separó de la chimenea, aún con una expresión pasmada y divertida en el rostro. ¡No se lo creía!

Hermione, quien estaba guardando sus libros en su bolso dispuesta a irse a dormir, lo miró de reojo. Hace unos momentos lo había escuchado reírse a carcajadas, pero no se molestó en prestarle atención, cada vez que se comunicaba con sus hermanos era igual. Fred y George eran muy divertidos, sí, aunque a veces demasiado inconscientes con sus bromas para el gusto de ella.

—¡No vas a creérmelo, Hermione! —exclamó Ron, llegando a ella con los ojos brillantes de las lágrimas de la risa. Se preguntó que habían hecho ese par ahora—. Acabo de hablar con mis hermanos y me contaron que...

—Mañana me cuentas, ¿si? —le interrumpió Hermione, ahogando un bostezo y dándole una breve caricia en la mejilla—. Estoy muy cansada, solo quiero irme a la cama.

—Eso es por tanto libro que te tragas.

Ella frunció el ceño, una chispa furiosa brilló en sus ojos castaños.

—Se acercan los exámenes, Ron —dijo ella—. No es algo para tomarse a la ligera.

—Como sea —dijo él, no quería empezar una nueva discusión. La sonrisa volvió a su rostro—. ¡Es que no sabes de lo que me acabo de enterar! Por Merlín, cuando se lo cuente a Harry...

—Ah, no señor —lo volvió a interrumpir ella—. Harry se fue a dormir hace una hora, no vas a despertarlo para contarle tus tonterías.

—¡Pero, Hermione, esto es importante! —insistió Ron.

—¿Es de vida o muerte? —preguntó, con una ceja elevada y cruzándose de brazos.

—Se va a morir de la risa cuando se lo cuente, si a eso es lo que te refieres —Hermione lo vio extrañada, y Ron pudo ver la chispa de curiosidad en sus ojos y continuó:—. Ademas, sí, su integridad física corre gran peligro con esto.

Hermione abrió los ojos, preocupada.

—¿Qué? ¿Por qué?

Ron puso una mano sobre el hombro de ella y, tratando de aguantarse la risa y con toda la seriedad que pudo reunir, le dijo:

—A nuestro Harry se lo quieren violar, Hermione.

Y estalló en nuevas carcajadas.

***

—Lo siento —dijo Draco, cuando se separaron unos centímetros.

Una risa nerviosa brotó desde dentro de Harry y negó con la cabeza.

—No tienes que disculparte —dijo, siendo consiente que era la primera vez que lo tenía así de cerca. De allí podía ver las distintas tonalidades de gris que tenían sus iris, y que su piel no era tan pulcramente pálida, sino que unas casi invisibles pecas se espolvoreaban por su nariz y mejillas, tambien vislumbrar los diminutos copos blancos que se atoraban en sus pestañas rubias.

—Yo creo que sí —le dijo Draco, sonriendo de lado y sacudiendo la nieve del hombro de Harry—. Olvidé poner el hechizo impermeable.

Harry se rió, esa vez una risa destensada con la que contagió a Draco. Sus manos aún seguían agarradas de su túnica. Trazó círculos en la tela con su pulgar, Draco levantó su mano y le sacudió la nieve del cabello. Todo se sentía tan correcto. Las palabras de Ginny resonaron más que nunca en su cabeza, tanto las de esa tarde como las de cuando terminaron.

Draco se inclinó hacia él, sintió sus labios rosando su lóbulo.

—Creo que deberíamos volver a dentro.

De cuando Draco Malfoy abrió su corazón (involuntariamente). [Drarry]Where stories live. Discover now