Capítulo 20. -Final.

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Capítulo 20

Sentí mi cuerpo conectado a mi cerebro.

No estaba muerta, de eso estaba segura.

Miré al familiar techo pintado de azul con nubes blancas y las paredes rosa pastel de mi habitación. Estaba en casa, en mi habitación. El olor a canela de mi aromatizante ambiental favorito me inundó las fosas nasales. E inclusive, mis sábanas de algodón estaba aún más cálidas que de costumbre. Comencé a removerme, pero hubo dos cosas que me lo impidieron; uno, el dolor, y dos...

Tenía a Ryder con sus piernas enrolladas en mi cuerpo.

Tuve que controlarme para no gritar como una loca y para no entrar en combustión espontánea. Lo miré dormir; tenía su cabello despeinado como siempre, como si hubiese follado a una chica hasta dejarla sin aire. Sus labios carnosos estaban entreabiertos mientras emitía leves resoplidos. Mis ojos en él parecieron despertarlo, porque comenzó a removerse y a abrir sus ojos, que fueron a clavarse en mí de inmediato. Sonreí al ver que, quizás, yo estaba más roja que un tomate.

–Hola. –Me saludó, con una sonrisa somnolienta.

–H–Hola. –Tartamudeé de vuelta, lo que no debió ser muy sexy. Él apoyó el codo en la cama y sostuvo su cabeza con su mano. Me miraba muy lentamente, con el ceño fruncido. Ahora, solo estaba preocupado. –Cuando llegamos, pensábamos que estabas muerta. –Dijo. Vaya, directo a lo que pasó.

Asentí lentamente. –Yo pensé que iba a morir.

Ryder se mantuvo en silencio antes de soltar: –Hiciste lo mismo que hizo Mina antes de morir.

Volví a asentir.

–Es lo más estúpido que podrías haber hecho. Estabas casi muerta para cuando llegamos. –Soltó entre dientes.

Me encogí de hombros. –No se me ocurría otra cosa. Belial...iban a suceder cosas peores que mi muerte si lograba que completara su forma. Al menos no fue en vano.

Ryder negó con la cabeza. ̣–Clea, solo lo mandaste al infierno de nuevo con todo el poder que cayó sobre él, pero solo retrasaste lo inevitable.

Bien, eso era lo menos que quería escuchar después de despertar con mi amor platónico.

–Fue invocado para matarte. –Dijo Ryder. –Estoy seguro que no se devolverá al infierno por completo al menos que te mate, o que nosotros consigamos una forma de deshacer la invocación.

Mi piel se erizó. Casi muero en vano.

Casi.

–¿Y los demonios de la capilla? –Pregunté. Ryder se encogió de hombros.

–Desaparecieron repentinamente. –Explicó. –Nos tomó unos momentos darnos cuenta de que no estabas y salimos a buscarte. –Negó con la cabeza. –Hubiésemos llegado un poco más tarde y seguramente no estuvieras aquí. Tu pulso era casi inexistente.

–Eran de las legiones de Belial. –Murmuré, ignorando el escalofrío que me recorrió la espina dorsal. –Seguramente desaparecieron en el momento en que lo mandé a abajo de nuevo.

Ryder asintió. –Es lo más probable.

–¿Cuantos días llevo inconsciente? ̣–Pregunté. Ryder comenzó a hacer cálculos.

–Te tuvimos tres días en Mina, mientras algunos magos de La Casa de Los Hermanos trataban la mayoría de tus heridas. Pero no lograron hacer demasiado, teniendo en cuenta que el único capaz de hacer que tus heridas y tu dolor cesen es Alex, y él estaba más o menos en tu mismo estado. Dije que quizás querías estar en tu habitación para cuando despertaras. Por eso te traje hasta aquí hace dos días.

Magos de Mina: La Piedra de Nami (Libro #1)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora