Opuesto

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Cuando lo vio por primera vez el tiempo se paró, su corazón se aceleró mientras veía al alto chico. Él chico más guapo que había visto en su vida, pero la peli rosa sabía que solo era atracción. Con el paso del tiempo el pelirrojo por arte de magia se acercó a la pequeña joven, como si se tratara del destino, hablaron y el amor se fue formando lentamente, su personalidad, su voz, su cabello, su sentido del humor, la manera en la que el pelirrojo la miraba y sonreía, poco a poco todo se fue aclarando, era ese chico lo que buscaba.

Se había enamorado de aquellos ojos rojos, sin imaginar que un poco más abajo se encontraría con unos bellos labios, que, al sonreír, lograron enamorarla más. Se enamoró de su primera plática a las tres de la madrugada, se enamoró de sus "Buenos días" en la mañana y de sus "Dulces sueños" por la noche. Se enamoró de los sonrojos. Se enamoró de él y del amor. Se enamoró inesperadamente sin saber ni cuándo ni cómo, pero deseándolo con todas sus fuerzas, anhelándolo, con todas las ganas que una persona podía tener.

Se enamoró tanto que se olvidó de ella misma, se olvidó de sus amigos, olido su rol en el mundo, se olvidó de divertirse, se olvidó de sus sueños, se olvidó de vivir.

Con el pasar de los años la relación se alargó y se fueron a vivir juntos. Los dos tenían muy buena estabilidad económica y consiguieron comprar un gran departamento. La peli rosa era feliz, o eso creía, porque no notaba como ya no hablaba con amigos, cada vez se volvía aburrida y monótona, se había concentrado solamente en la relación con el chico trigueño y crecer en el ámbito profesional. Como si su mundo solo girará en torno a eso. Sin percibirlo la vida se hacía tediosa.

Para todo había un plan.

Despertarse a las 5:45 AM, tomar un baño, vestirse con la ropa elegida la noche anterior, posada en el pequeño sofá de la habitación, hacer el desayuno de siempre:

Café americano y pan tostado solo.

Salir a las 7:30 de casa, para llegar al trabajo a las ocho en punto.

Y así eran todas las mañanas, sin cambios, sin pequeños momentos que pudieran hacer la situación un poco más agradable, divertida y algo llevadera.

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Quien invento eso de despertarse temprano se podía considerar la persona más cruel de la existencia, de seguro era la misma persona que había puesto la b y V juntas en el teclado y también era amigo del creador de los mensajes de las compañías telefónicas. Definitivamente despertarse apestaba, y más cuando esa mañana su cama parecía especialmente cómoda y calientita. Con un suspiro el peli azul decidió que era hora de levantarse.

—A la cuenta de tres me levanto 1,2, 2 1/4, 2 1/2, 2 3/4, 2+4-3-1... ¡No! ¡Ya arriba! —gritó Tatsuya y se levantó con más pereza que un perezoso. Con el cabello revuelto adorablemente y descalzo se encaminó a la cocina en donde abrió el refrigerador y lo observó expectante.

—mmmh, hay leche, huevo, lechuga, jugo de manzana y mango picado. ¿Qué podría comer? ¿Rollos de lechuga rellenos de huevo y remojados en leche, tomando jugo? —hizo una mueca de asco al imaginar la extraña combinación. No creo que eso es muy asqueroso. Debería comprar más comida—. Hay leche y huevo, puedo hacer hot cakes o mango y jugo. ¡Aissh! Qué difícil elección, aunque podría comer los dos... Serán los dos.

Preparó los dichosos panqueques y sirvió la fruta. Calentó un vaso de leche para tomar a parte del jugo. Después de veinte minutos su desayuno se encontraba listo y él lo devoraba con gusto. Pero había un problema, mientras comía sus ojos se cerraban. Pero sabía que tenía que despertar, porque hacía tiempo una situación parecida había ocurrido, ese día descubrió que tirarse la leche caliente en la cara te despertaba más que tomarla.

Definitivamente las mañanas de Tetsuya eran muy complicadas. Y lo eran aún más cuando la hora de bañarse llegaba y en los días fríos eso si se convertía en un verdadero problema. El prefería quedarse en el sillón acostado junto a miles de cobijas y una malteada de vainilla, pero al parecer a su trabajo no le gustaba la idea y no se lo permitía, debía cambiarse y usar ropa más presentable, más presentable que su amplio pijama de osos, pfffff que tontería.

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Al llegar a casa justo a las 7:45 pm cenaba, siempre era lo mismo una ensalada, para no cargar el estómago, la cena siempre la preparaba su prometido. Cenaban juntos en pareja y después Taiga con ayuda de Satsuki recogían todo, al terminar cada quien iba por su lado, Taiga se encaminaba a la sala y veía la televisión, Momoi por su lado, practicaba algo de yoga ligero, para mantener la figura, acto seguido tomaba un relajante baño de burbujas. Secaba su cabello, se ponía su elegante pijama y acorrucada junto a Taiga se dormiría.

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Por las noches Tetsuya acostumbraba a sacar a pasear a su cachorro, ya no tan cachorro. Paseaban por todo el gran parque, algo alejado de su hogar y se divertían entre juegos y lamidas.

Regresaba a casa, en donde terminaba un poco de trabajo, leía, veía televisión o comía cereal de vainilla con leche todo al mismo tiempo. Aunque, por alguna extraña razón, siempre tardaba mucho y eso contribuía a que se durmiera tarde y se despertara igual, tarde.







Los dos tenía muchas cosas en diferencia, no tenían gustos parecidos o cosas relacionadas. Los dos eran diferentes el uno del otro.

Independientemente y dependiente es algo muy diferente.

Lo planeado y lo espontáneo eran polos opuestos, obviamente los dos tenían puntos a favor y en contra.

Los dos tenían sus virtudes y defectos. Los dos vivían vidas completamente diferentes.

Caminos distintos, vidas opuestas.

De bodas a pañales (CORREGIDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora