Can

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Ryouta protegería a su pequeño regalo a capa y espada, no dejaría que nada ni nadie le hiciera daño. NADIE. Pero esa noche el miedo lo había atacado ferozmente, se sentía impotente, incapaz de proteger a su regalo. Aún sentía el ardor de todos aquellos dolorosos golpes, golpes que trato de evitar. No importaba en ese momento lo antes sucedido, el sería capaz de levantarse de nuevo, por su hijo, por su matrimonio y por el mismo.

¿Pero por qué no sentía su cuerpo? ¿Por qué era incapaz de moverse?

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—¡Se me olvidó algo! —gritó Satsuki—. Ve subiendo a la camioneta Tai-chan, te alcanzó en unos segundos.

Taiga asintió y salió del departamento. Satsuki corrió hacia su habitación en donde tomo lo que le faltaba, tomo las llaves de la mesita de café y salió del departamento, cerrando la puerta con llave detrás de ella. Nunca se percató que se había olvidado de algo muy importante.

Ese día viajaría por dos noches a un viaje de negocios, Taiga no iría con ella gracias a que tenía asuntos que terminar en Tokio. Por lo tanto, solo se encargaría de llevarla a la estación de tren.

—Te quiero, adiós. — se despidió Satsuki con un pequeño beso, antes de subir al tren. Kagami se despidió con un ademán de mano y una sonrisa. Salió de la estación y se dirigió a su auto, aún tenía que ir a hacer unas cuantas cosas más antes de regresar a casa.

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Cuando estuvo frente a la puerta del departamento ya eran las 7:47, el cielo ya se pintaba con tonos oscuros y Taiga tenía un gran problema.

Por más que buscaba en sus bolsillos no encontraba aquel objeto esencial, las llaves. El trigueño intento recordar en donde las había dejado, pero nada venía a su mente, hasta que un rayo lo iluminó, era como un milagro de la rosa de Guadalupe. Recordaba haber dejado las llaves en la mesita de café, junto a la copia de Satsuki. Probablemente las había olvidado ahí y no tenía repuesto para abrir la maldita puerta.

Desesperado bajo con el portero. Pero para su mala fortuna, sobre el escritorio del portero solo había un pequeño cartel que decía:

Por el momento estoy en el baño.

Sabía que no tendría esperanzas de que el portero abriera, una vez el dichoso portero entraba al "baño" no volvía a salir. Lo peor de eses asunto era que desde el baño de servicio se podían escuchar soniditos extraños y obscenos.

Tal vez debería ir a un hotel. Así lo hizo, manejo al hotel más cercano y al parecer ese día la suerte no estaba de su lado, porque el hotel no tenía habitaciones sin reservar. Y por más loco que sonara, ningún hotel a los que el pelirrojo entraba tenía espacio. Taiga no sabía qué hacer, no tenían ningún familiar con el cual pasar la noche, todos vivían en USA y sus amigos igual u otros vivían en otra ciudad.

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Era la película más tenebrosa que había visto, las actuaciones eran buenas, al igual que la trama, y esta última lo tenía con los ojos completamente abiertos y a su cuerpo pegando brincos ante cualquier susto.

La película trataba sobre una familia que se había mudado a una nueva casa en una nueva ciudad, sin saber qué hace años esa casa había sido maldecida por una bruja, la maldición consistía en que a las tres de la mañana los sonidos de tres golpecitos contra la madera de la puerta se escucharían por toda la casa y con eso la muerte de un miembro de la familia ocurría misteriosamente.

Tetsuya se encogió en el sofá junto a Nigou cuando un grito se escuchó, el miedo se presentaba en su cuerpo y la tensión gobernaba en el ambiente. Después de unos segundos la película se acabó y en la pantalla comenzaron a aparecer los créditos. Kuroko continuaba en silencio, con miedo a levantarse, con miedo a hacer algún ruido. De pronto los sonidos de tres ligeros golpes en la puerta se escucharon y Nigou comenzó a moverse inquieto.

— ¡Ah! ¡No quiero morir! ¡Aun soy joven! ¡Nooo! gritó el peliazul con pavor.

—¡¿Eh?! ¡Kuroko ¿Estas bien? —Tetsuya miró confundido a la puerta, escuchando la voz de Kagami hablarle. Con el miedo ya ausenté y la vergüenza tomando descaradamente su lugar, se levantó y se encaminó a la puerta. La abrió lentamente, encontrándose con el alto pelirrojo.

—Kagami-kun, ¿qué hace aquí? No tenemos una cita hasta dentro de una semana. —el pelirrojo asintió y rasco la parte trasera de su cabeza, en un acto de nerviosismo.

—Tengo un problema.

—¿Qué ocurrió? —inquirió preocupado el peli azul.

—No tengo las llaves de mi departamento, Satsuki salió de viaje y se llevó las llaves, traté de ir a un hotel, pero resulta que todos conspiraron en mi contra y todas las habitaciones ya están ocupadas o reservadas, tampoco tengo familiares aquí. No tengo donde quedarme. —explico Taiga con ojos de perrito.

—Oh, eso sí que es mala suerte Kagami-kun. ¿Gu-gustas queda-darte a-a dormir aquí? —preguntó el más pequeño con un sonrojo, imperceptible gracia a la oscuridad que la noche brindaba.

—¡¿Enserio?! ¡Si! Gracias, acabas de salvarme de dormir en mi camioneta.

—Pasa.

—Con permiso. —el moreno entró al departamento, sonriendo de tener un lugar en donde pasar la noche.

—¿Quieres cenar?

—No, no tengo hambre, gracias. —el chico más pequeño asintió.

—¿Ver una película? Tengo muchas que ver.

—Eso sería genial. —habló Taiga antes de casi morirse al ver un cachorro acercarse a él y olerlo—. ¿Ku-kuroko, quien es él?

—Ah, el es Nigou, mi perro, no te preocupes, no muerde.

—Okay.— dijo el pelirrojo reuniendo toda su valentía, tratando de esconder en lo más profundo de su ser su miedo a los perros. Pero aun así lo mejor sería mantener distancia con el can.

Los dos jóvenes se dirigieron a la sala donde ambos tomaron asiento, uno al lado del otro. Después de unos minutos los dos decidieron que película ver, la ganadora resultó ser El conjuro 2. La película dio inicio y con ella gritos "varoniles" por parte de Taiga.

—¡Ahhhh! —de un momento a otro Kagami se encontraba pegado a Kuroko, abrazándolo y escondiendo su rostro en el cuello del más bajo.

—¿Kagami-kun, está usted bien?

—No. —negó el más alto con la cara aún escondida.

—Si le daban miedo las películas de terror me lo hubiera dicho y podríamos haber visto otra película. —el pelirrojo hizo un puchero.

—No es miedo, es solo una reacción exagerada del cuerpo.

—Eso es miedo.

—No.

—Si.

—No.

—Aggh, Si.

—Agggh, No.

Esa noche sería muy, muy larga.

eron una total�m�m�Z/

De bodas a pañales (CORREGIDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora