Capítulo 29: Cuba

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Narra Camila...

-Les tengo un anuncio. _empezó mi padre dejando los cubiertos a un lado.

-¿De qué trata, cariño? _preguntó mi madre sonriéndole cálidamente a mi padre.

-Una persona muy importante para la familia Jauregui... Ha muerto.

Mi mente rápidamente recordó todos los momentos en los que ví a las dos Jauregui llorando.

-Por eso... _continuó. -Como Mike en un gran amigo mío acompañaremos a su familia en Cuba.

-¿Iremos a Cuba? _cuestioné interesada.

-Esta noche, así que vayan a empacar. Ellos ya deben estar en camino.

Yo fui la primera en levantarme para ir a mi habitación y empacar lo que necesitaba. Esa misma noche nos fuimos y también me di cuenta de que Aine junto a su familia vendrán con nosotros, después de 2 horas de vuelo llegamos a nuestro destino y a la mañana siguiente nos instalamos en un hotel, nos cambiamos de ropa y fuimos directo a la casa de los Jauregui.

-¿Estarán bien? _preguntó Sofi en un susurro a mi lado.

-¿Quiénes amorcito? _pregunté cargándola en mis brazos.

-______ y Lauren... Ellas querían mucho a su abuela. No quiero que estén tristes. _Sofi negó varias veces con la cabeza en desacuerdo.

-No se como estarán ellas, cariño. Pero si están tristes tú podrás hacerlas sonreír. _justamente cuando terminé de decir eso llegamos a esa enorme casa.

Todos bajamos de la camioneta y Aine se hizo junto a mi entrelazando nuestros brazos, caminamos hasta la puerta ella se encargó de tocar la puerta.

-Hola chicas. _Clara abrió la puerta con un aspecto demacrado y vestida totalmente de negro.

Aine y yo la abrazamos fuertemente transmitiéndole que estamos con ella en estos momentos.

-Si quieren vayan arriba. Lauren y ______ están en sus cuartos. _se limpió una lágrima y ambas asentimos dirigiéndonos entrando a la enorme casa.

Subimos las escaleras apreciando varios cuadros con fotografías de bebés y después nos separamos para ir con una melliza.

______ estaba dándome la espalda vestida también de negro y jugando con algo que estaba encima del escritorio frente a ella.

-Knock, Knock. _dije entrando completamente a la habitación.

-Camz... _giró a verme con una pequeña sonrisa. Tenía sus ojos apagados sin ese brillo tan especial que la caracterizaba.

-¿Cómo te sientes? _pregunté acercándome más a ella.

-Estoy viva... Al menos. _miró de nuevo al escritorio y yo la imité.

Encima del escritorio había una fotografía donde estaba una señora sentada en el porche del jardín tomando café y mirando hacia el norte. Antes de que pudiera responder nos llamaron para irnos, ______ tomó mi mano y así bajamos hasta la sala donde también saludé a Lauren con un gran abrazo. Como en los viejos tiempos.

Subimos a las camionetas y nos dirigimos al lugar donde se llevarían a cabo las exequias. El lugar estaba lleno todos vestidos completamente de negro reunidos alrededor de un hermoso ataúd negro con plateado.

-Ahora es cuando todos te valoran. _murmuró ______ a mi lado. En todo el camino no se despegó de mi y eso no me molestaba para nada.

-Tienes toda la razón. Ahora es cuando todo el mundo te aprecia y valoran lo que hiciste en vida, sabiendo que podían hacerlo cuando aún respirabas, bien dicen que el arrepentimiento es más fuerte que la gratitud.

-Me sorprende tu poesía pitufina. _por primera vez en el día logré ver una sonrisa sincera de tu parte.

-Es un don. _le guiñé antes de guardar completo silencio.

Muchas personas lloraron, otras solo se mantuvieron en silencio como ______ y yo, creo que ella ya no quiere llorar más y por eso se ha mantenido tan serena. Cuando el padre terminó de echar la bendición el ataúd empezó a bajar con ayuda de una máquina, en ese momento ______ apretó mi mano algo fuerte y yo le di uno suave para darle a entender, como a su madre, que estaba con ella.

De un momento a otro ______ se fué de mi lado para "ir al baño" pero hace mucho rato no volvía.

-Heyy... ¿Han visto a ______? _le pregunté a Lauren y a Aine que hablaban entre ellas.

-Ha desaparecido, mi madre y gran parte de la familia ha preguntado por ella pero no aparece. _contestó Lauren mirándome fijamente. Sus ojos eran igual de hermosos a los de ______, pero solamente los de ella logran colocar mi mundo al revés.

-¿No estará paseando por ahí? _sugirió Aine mirándonos a ambas.

-Iré a buscarla por el jardín del fondo. _dije dando media vuelta y caminando a paso veloz hasta el lugar antes dicho.

Allí estaba ella sentada con la cabeza gacha y sus rodillas rodeadas por sus brazos en una hermosa banca color blanco que daba una hermosa vista de las tranquilas montañas. Llegué hasta ella haciendo el menor ruido posible.

-¿Quieres matarme de un susto, Jauregui? _ella levantó la cabeza y soltó un suspiro retenido.

-Lo siento yo... _soltó otro suspiro.

-Querías estar sola, lo entiendo. Entonces será mejor que me vaya. _antes de dar el primer paso ella llegó hasta mi y me obligó a sentarme con ella.

-No te vayas... Por favor. _suplicó mirándome fijamente.

-Nunca voy a irme. _acaricié su mejilla disfrutando de como ella cerraba sus ojos al sentir el contacto.

-Es que aún no me lo creo. Ella estaba bien, sonriendo como siempre. Pero ahora... _sacudió su cabeza dejando de mirarme.

-Todos tenemos que pasar por eso... Tu y yo tenemos que pasar por eso, pero ahora piensa que ella está en un lugar mejor y está cuidándote como si nunca se hubiera ido.

Ella no dijo nada, solamente volvió a mirarme pero después bajó su vista a mis labios.

-Quiero besarte... ¿Me dejas besarte?

Pidió con tanta ternura que me fué imposible no reír con cariño.

-Siempre puedes besarme ______. _ella sonrió y lentamente se acercó a mi estampando sus labios con los míos.

Hizo presión por unos segundos, pero después empezó a moverlos tan lentamente como si temiera romperme, yo le seguí el ritmo enredando mis manos en su cuello. Este beso era tan inocente como un bebé recién nacido, sus manos se deslizaban delicadamente por mi cintura acercándome hasta el punto de terminar yo en su regazo. Nos movíamos en sincronía como si lleváramos años besándonos sin parar.

Lentamente nos separamos tomando aire y uniendo nuestras frentes con delicadeza. El ambiente era tan pacífico que lo único que se escuchaba eran nuestras respiraciones y el sonido fuerte de nuestros latidos, sus ojos no se despegaban de los míos y juro que podría perderme en ese mar verde azulado.

-Nunca me voy a cansar de darte las gracias... Por estar conmigo. _dijo en un susurro acariciando mi espalda.

-Y yo no voy a cansarme de decirte que estaré contigo siempre.

Photograph (CAMILA CABELLO Y TÚ) ✔Where stories live. Discover now