-Mamá ¿debería preocuparme? –mi mamá estaba sentada frente a mí, leyendo el menú de El Dragón Dorado. Todo el restaurante olía a cosas fritas y ajonjolí.
Mi abuela había regresado tan cansada que no tenía ganas de preparar la comida, y decidió enviarnos a nosotras a comprarla.
-No lo creo, me han recomendado mucho éste restaurante. –dijo sin levantar la vista del menú
-Me refiero a su repentino viaje a Ánetas. –esta vez sí me miró.
-Claro que no. Tenía que arreglar algunos asuntos de la casa y tus abuelos no querían que fuera sola.
Era una verdad a medias, lo sabía, algo estaba pasando y no me lo quería decir.
-¿Y por qué no me lo dijeron? –No iba a conseguir la verdad, al menos no hoy, pero sería entretenido acosarla con mis preguntas hasta que nos dieran nuestra comida.
-No queríamos preocuparte, Alex. Estabas nerviosa por tu competencia. Y sobre eso ¿cómo les fue?
Ahora intentaba cambiar el tema. Típico.
-¿Ya están listas para ordenar? –nos interrumpió el mesero. Era un hombre maduro con una amigable sonrisa y tenía lápiz en mano, listo para escribir lo que le dijéramos. Eso me hizo preguntarme si de verdad le gustaba su trabajo o esperaba una buena propina.
Ordenamos arroz frito, pollo agridulce, y rollos primavera. Todo por lo que se queja mi abuelo y al final se lo come sin protestar.
Le conté sobre mi viaje, excepto lo de los chicos acosadores.
-... me gustaron las cartas, fueron un lindo toque.
-Tu abuelo te escribió una, pero olvide entregarla. –dijo mi mamá riéndose y entregándome un sobre blanco que saco de su bolso.
La caligrafía de mi abuelo era hermosa. Dentro sólo escribía "Mucha suerte, Alexia. No lo malgastes" y traía dinero. Era simple y me hizo reír, sin duda mi favorita.
-Lucia me dijo que ella y Zack te escribirían cartas. ¿te las entregaron?
Maldita sea. Nunca leí la carta de Zack.
-Sí. Mamá, volviendo al otro tema. Creí que habías vendido la casa.
Mi mamá se tomó su tiempo para contestarme, sacándome de quicio.
-No, te dije que pensaba venderla, pero a largo plazo he obtenido más de las rentas.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-No creí que te interesara.
-Pues ya sabes que sí me interesa. ¿Tambien rentas en Opel Astra de papá?
-No
Maldita sea. ¿La mataría darme una respuesta concreta?
-No, lo vendí. No, lo llevé a un rali de demolición. ¿NO, QUÉ?
A diferencia de mí, mi madre no se inmuto para nada.
-No me hables con ese tono.
AAAAAAAHHHHHHHHHH
Hice mi mayor esfuerzo para tranquilizarme. Quería respuestas, no ser castigada sin obtener nada.
Después de algunos minutos volví a preguntar.
-Viste a tía Ces, o a tío Harry.
Me contestó de inmediato.
-Sí. Querían enviarle algunas cosas a Zack.
YOU ARE READING
Chocolate Amargo
Non-FictionAlexia Dagora vive con sus abuelos y su madre y cree tener toda su vida planeada, a pesar de su corta edad. Alex tiene una vida normal, o como ella la considera en secreto, aburrida. Su madre siempre le dice que debe aprovechar su vida, aunque claro...