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Narra Yasuo

Salí de las afueras de la ciudad y me puse a meditar bajo una cascada, a recordar, a analizar cada momento que sucre dio desde que Riven apareció en mi vida, si, era la asesina del anciano al que protegía, pero solo estaba presionada por sus superiores. Ella realmente quería empezar desde cero, me protegió sin dudar cuando los ninjas me secuestraron y cuando se hecho la culpa cuando nos capturaron, la pude ver como una mujer vulnerable cuando esos tipos la querían asesinar, como una mujer atractiva la noche del bar y sobre todo como una mujer fuerte, puesto que sonríe aunque esté en las peores condiciones para que los demás no se preocupen, eso me gustaba de ella.

Ya había tomado mi decisión, no podía dejar que mataran a Riven. Me levanté y tomé dirección a mi casa en el bosque de Jonia, me tomó el resto del día llegar hasta mi antiguo hogar, todo estaba tal y como lo dejé, me preparé algo de comer y me fui a la cama.

Después de horas no podía conciliar el sueño. Salí de la cama y me arrodillé debajo de ella para sacar una caja. Tragué saliva y la abrí,  allí estaba la Katana de mi padre, el se la había dado a Yone, pero el me la dio a mi porque creía que yo era mas digno y nuestro padre no tuvo problema. Tomé la katana y sentí que era muchísimo mas pesada que la mía.

-No puedo utilizar mis técnicas de viento si no tengo mi katana, pero con esto podre como mínimo pelear.- dije desenvainandola. Sali y empecé a practicar para adaptarme al peso.

Cada corte, cada estocada, cada árbol caído y cada grito, lo hacia pensando en Riven cuando estaba en la celda, vi todo su cuerpo lleno de heridas y sangre, pude ver las pequeñas lágrimas que ocultaba tras esa sonrisa, quería verla sonreír de verdad, todos los días, cada día, el resto de su vida.

Entrené toda la noche hasta que me quedé profundamente dormido en el suelo.

Al despertar ya era medio día, el sol estaba totalmente quemandome los ojos, intente levantarme pero me dio una punzada en la espalda.-Maldición la herida- me dije a mi mismo. Me levante con ayuda de la katana y caminé a dura penas hasta mi casa, comí lo suficiente para reponer energías, tomé un poncho para cubrir mi cabeza y partí de nuevo a la ciudad.

Al llegar noté que habían papeles en las paredes de las casas y comercios anunciando la ejecución de Riven mañana por el medio día, arranque uno y lo arrugue para después tirarlo al suelo, no podía dejar que eso pasara. Se me pasó una idea por la cabeza y compré unas flores, para tomar dirección al cementerio.
Al llegar me dirigí al muro de los ancestrales, así le pusieron, ya que cada héroe, moje, guerrero o líder de jonia importante o reconocido era quemado y sus cenizas eran guardadas en un jarrón, para después grabar el nombre en el muro, empezó a llover pero caminé hasta que encontré el jarrón con el nombre del monje, puse las flores en un vaso de cristal con un poco de agua y me arrodillé.

-Lamento haberte dejado solo aquel día, no pensé que te sucedería algo tan trágico, lamento no haber cumplido mi misión de no llevarte hasta el templo, espero que tu espíritu este en un mejor lugar. Pero lamento en serio lo que estoy a punto de hacer, no seria justo para ti. Pero es mi corazón el que me dice que lo haga- dije esto, esperando que su espíritu me estuviera viendo desde algún lugar.

Me levante y bajo la lluvia tomé rumbo hacia un bar. Al llegar pedí sake, estuve horas pidiendo botella tras botella, pero por mas que tomara no me hacía efecto, fruncí el seño, pague un golpe a la barra y salí enojado.

Caminé por la ciudad buscando un lugar donde distraerme, no podía dormir desde el día anterior. Pase por enfrente del edificio donde estaba Alistar curando a los sobrevivientes del ataque de Noxus. Entré para buscarlo, algunos pacientes estaban en muy mal estado y otros ya habían sanado pero seguían en revisión.

Algo impacto conmigo y al ver que era, resulto ser la mujer peliazul de la otra vez.

-Oh, disculpa. Fue mi error- dije ayudándola a recoger las vendas que calleron al suelo. Ella hizo un seña con las manos como si se estuviera hechando la culpa. - vine a ver a Alistar.-

Ella se impresionó y me hizo seña con la mano para que la siguiera. Me llevó por un pasillo hasta que llegamos a una habitación donde habían mas heridos. Alistar me vio entrar y me saludó

-Hola Yasuo ¿cómo te encuentras?-

-Bien, aunque hoy sentí una punzada en la espalda.-

-Te estuviste esforzando físicamente.-

-Si, pero no vengo por mi salud.- dije con una mirada sería.

-sigueme, no lo podemos hablar en publico - lo seguí y me guió hasta su consultorio. -Sona por favor haz un té.- ella sonrió y preparó el té mientras discutíamos.

-Supongo que sabe a que vengo.-

-Se perfectamente a que vienes, he visto los ojos de un verdadero enamorado, no se ven muy seguido.-

-Necesito que me ayudes. Te lo ruego.- Sona nos dio un vaso con té y una sonrisa. - Gracias.- ella tomo su vaso con té y se sentó en la camilla de pacientes mientras movía las piernas.

-Mi reputación está en juego, pero no te dejaré que lo hagas solo- dijo mientras tomaba un sorbo de su vaso- tu solo mezclate con la multitud, yo estaré resguardando la puerta del edificio, tu sólo espera mi señal.

-de acuerdo- miré a Sona y esta paso su mano por la boca haciendo señal de que no diría nada.

-Bien- dije esto tomándome el té por completo y retirándome dando las gracias por la ayuda y hospitalidad.

Llegó el día y emprendí camino hasta el lugar de la ejecución, me puse la capucha de mi poncho y me senté a esperar entre unos arboles que había por las escaleras que llegaban al templo de la cascada. Poco a poco los pueblerino iban llenando el borde del lago, hasta que se formó una multitud. Después de media hora pude ver que la multitud le abría paso a algo, pude ver que era Riven siendo tirada por una soga. Pude ver a un maldito que le arrojó una botella de cristal en el rostro, pero me tuve que contener para no arruinar el plan. Cuando pasaron por enfrente de mí pude ver que tenia sangre en la cara, apreté aun mas la espada y me mezclé con la multitud. Cuando entraron al palpación me quede a esperar la señal de alistar, después de tres minutos el me la dio, saqué la espada y la alcé creando gran alboroto entre las personas.

-¡Tiene un arma, detenganlo!- gritó Alistar, los guardia se lanzaron contra mí, pero rápidamente los despojé de sus armas con una sola blandida de la katana.

Rápidamente Alistar me embistió para fingir que me atacaba y acercarse lo mas posible a mi, cuando estuvo cara a cara en cuestión de medio segundo el me miro y asintió golpeando el suelo elevandome hasta el techo del templo. En eso todas las mirada se posaron en mi. Pude ver a Riven completamente impactada.

-¡No dejaré que maten Riven!- unas lágrimas salieron de los ojos de Riven pero ella no se movía.

-¡Te advertí las consecuencias, Soldados atrapenlo!- los guardias se lanzaron en mi contra, rápidamente de dos estocada eliminé a un par, solo faltaba uno, pero antes de que pudiera reaccionar algo me golpeó en la cara.

-¡Noo!- escuche gritar a Riven pero aun tenia los ojos cerrados

Mas guardias llegaron de una compuerta en el techo y me tomaron por ambos brazo quitándome la katana

-Acabemos con esto- tiraron bruscamente a Riven contra el techo, la gente gritaba, ella me miró, apreté los puños mientras la preocupación crecía en mi rostro, ella bajó la cabeza y las cuchillas se alzaron y bajaron con brusquedad.

-¡Noooooo!-....









Solo se escuchó un chirrido metálico y después un silenció abrumador.

Vientos Del Pasado (Yasuo x Riven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora