IX: Puesta de Sol

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Mañana es el gran cumpleaños de Pete. Todo por parte de Cille está listo, este año sería diferente, pero lleno de amor, el que ella siente por él.

Eran las seis de la tarde, las calles estaban en silencio, pero no era un silencio vacío, sino un silencio contento, aquellos que tienen vida, pero están calmados por unos instantes, de repente llega el sonido del viento soplando, algunas hojas caídas arrastrarse y otras colgadas de los árboles moviéndose, una que otra risa de alguna persona.

Cille tomó unas cuantas notas de colores, las ordenó creando un solo camino que rodeaba toda la casa por el exterior. De colores rosa, azul y café.

En la radio se podía escuchar el suave y hermoso violín de una nueva artista llamada Ann Dixon. A Cille le había encantado la música de esa chica, le hacía ponerse feliz, llena de vida.

Rápidamente, ella llamó a Pete. Él salió apurado para atender a Cille en lo que sea que pase.

— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —preguntó Pete.

—Claro que sí, cielo, lo estoy —contestó Cille sonriendo.

De repente Pete volteó a ver las notas de colores que se encontraban en el suelo. Cille le indicó que debía seguirlas. Él comenzó a seguir con delicadeza cada nota, y en cada una estaba escrito en letras destacadas la palabra TE AMO.

Las notas hacían subir a Pete al techo de la casa, Cille lo seguía pues ella era quien colocó todas las notas. Una vez en el techo, y como era de costumbre por la hora, el Sol comenzaba a ocultarse tras las colinas, dando a las nubes un color rosado, y al Cielo un color anaranjado. Una mezcla de colores que creaban una vista tan emotiva, llamativa, pero sobre todo, significativa.

—Así que es esto —dijo Pete sentándose en la orilla del techo —. Tu plan era llevarme aquí.

—Que listo eres Pete —contestó Cille acompañándolo a sentarse —. ¿Te gusta?

—Es de las mejores escenas en mi vida —contestó Pete sonriendo.

— ¿A qué te recuerda? —preguntó Cille.

—Me recuerda a aquel 30 de Agosto, en el Parque Jade —dijo Pete mientras miraba a Cille —. Estabas brincando muy alegre, tenías esos jeans mezclilla, tan oscuros, una blusa azul y un saco como abrigo, de color rosa. Tu cabello castaño ondulado moviéndose por el viento y por tus brincos, tu sonrisa de mejilla a mejilla, tus ojos cautivadores.

—Lo recuerdas muy bien —contestó Cille pegando su frente con la de Pete.

—Fue el día en el que te conocí, estabas tan hermosa, pero no tanto como hoy.

Se tomaron de las manos, el momento era el indicado. El Sol estaba ya a la mitad detrás las colinas de color verde, el Cielo tenía los colores favoritos de ella, exactamente en su tono perfecto. Una señal tal vez, pero el momento era el indicado.

Pete se acercó lo suficiente a Cille, para besarla al ritmo de su amor. Los ojos de ambos se cerraban, el viento soplaba en sus caras, el Sol veía de lejos, el Cielo y las Nubes les pintaban la escena.

El Amor más puro es cuando una persona hace de todo por la otra, no importa absolutamente nada, no hay barreras. Se ama con locura y pasión, cuando no puedes dejar de pensar en alguien, cuando no la puedes dejar caer, cuando todo gira en torno a una persona y no hay límites que te impiden amar, no te hace pensar en rendirte. Te hace romper reglas muy estrictas.

Cuando las luces ya se apaguen

Tú seguirás siendo mi lámpara brillante

Eres una estrella más y el cielo será tu límite

Y yo, estaré aquí para ti.

Ella Es CilleWhere stories live. Discover now