Capítulo 1: Yo soy tu padre.

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—Marco va a matarnos si no recuperamos el cargamento —informa Elizabeth al cargar su arma de forma precisa, logrando que el sonido de ésta resonara dentro de aquel galpón en el que se encontraban

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—Marco va a matarnos si no recuperamos el cargamento —informa Elizabeth al cargar su arma de forma precisa, logrando que el sonido de ésta resonara dentro de aquel galpón en el que se encontraban.

—Entonces fallar no es una opción —murmura Alisson algo distraída, pues en su mente se hallaba visualizando las diferentes situaciones a las que ellas se podían enfrentar. A pesar de que su compañera hacker, Elizabeth (o como preferían llamarla, Lizy) le enseñó el escenario en el que se desarrollaría la misión, el interior del lugar aún era un misterio y las sorpresas cuando se trata de trabajo no eran algo que ella ame.

Por su parte Ibby intenta localizar un lugar para guardar su daga preferida, ya que todos los sitios disponibles se encuentran ocupados por otras armas que, evidentemente necesita, porque estaba más que claro, para ella, que ninguna de sus bellezas era innecesaria cuando se trataba de una misión. Aquellos murmullos que escapan de los labios de la rubia llaman la atención de Alisson.

—Eso que estás intentando hacer es lógicamente imposible —asegura frunciendo el ceño levemente. Sus ojos cafés habían recorrido el cuerpo de su compañera y tal parecía que ningún lugar era adecuado para guardar una daga.

—¿Me estás retando? —pregunta la de los ojos verdes al alzar una ceja desafiante.

Alisson niega con la cabeza.

—Las probabilidades están en mi contra —dice al evocar antiguas ocasiones en las que la rubia la sorprendió con su astucia, y aquella no era diferente, debido a que a continuación presencia como su compañera logra introducir el objeto en su bota derecha, elevando la mirada con una sonrisa de satisfacción cuando el arma quedó perfectamente ocultada al igual que todas las demás. Seguramente, piensa la menor del grupo, si alguien la ve en la calle no logra darse cuenta que lleva más de diez armas encima.

La de menor estatura se mantenía al margen de la conversación porque se halla guardando todos sus aparatos electrónicos dentro del maletero del Jeep Wrangeler que su jefe les compró tiempo atrás. Al terminar y comprobar que todo queda perfectamente ubicado, el pitido proveniente del móvil asignado a su escuadrón —que ella por obvias razones carga— hace a Ibby y a Alisson girar en su dirección.

— Ventura, California. 2:30 a.m —lee en voz alta el mensaje que Jeremihas les envió con la intención de que las presentes estén al tanto, antes de despegar sus ojos avellana de la pantalla para ver a sus compañeras y formular la tan típica y cliché pregunta.

—¿Están listas?

Ambas chicas comparten una mirada cómplice que finaliza con el encogimiento de hombros de Alisson y el asentamiento de Ibby seguido de sus palabras.

—¿Tú qué crees? —replica señalando su atuendo conformado por un par de botines y pantalones alicrados que caracterizaban a las tres subordinadas de Marco.

Lo que las diferenciaba entre sí es lo que cubre su torso, pues Ibby lleva una blusa que se ajustaba a su cuerpo y una cazadora; Elizabeth cuenta con un top acompañado de un tapado y Alisson, tan despreocupada por su apariencia como de costumbre se encuentra con una simple camiseta de manga larga. Cada una de las prendas que viste el trío es de color negro.

—Entonces andando —sentencia Lizy antes de lanzar las llaves hacia su compañera de cabellos claros, quien las atrapa en aire para dirigirse hacia el vehículo; introduciéndose en él con un movimiento eficaz que incluyó un balanceo.

Ya dentro y cuando iba a encender el motor, es sorprendida por el contacto de una mano en su hombro; un contacto que provoca que, por inercia, tome uno de sus cuchillos que yace dentro de sus fundas para dirigirlo hacia el entrecejo del sujeto, deteniéndose a tan solo un par de milímetros.

—¿Quién eres? —inquiere la del cuchillo hacia la persona en los asientos traseros, a la cual no puedo reconocer ya que la luz era escasa y una manta lo cubría.

—Yo. Soy. Tu padre —contesta haciendo una mala interpretación del antagónico de Star Wars.

—Alisson, voy a quemar tu manta —asegura mientras regresa el arma a su funda ubicada en su cadera.

La castaña va a replicar la amenaza hacia su pertenecía más preciada, sin embargo, en ese momento la puerta del copiloto es abierta por la de baja estatura, quien ingresa de forma casual sin saber lo que segundos atrás aconteció.

—¿Por qué aún estamos aquí?

Su ceño se frunce por la ausencia de movimiento. Y sin esperar a que sus acompañantes dieran una respuesta, agrega:

—Nos estamos quedando sin tiempo. ¡Arranca! —ordena golpeando el compartimiento delantero.

Como respuesta la conductora enarca las cejas, retándola a repetir lo anteriormente dicho.

—De acuerdo, ya, lo siento —dice cediendo ante la petición oculta en la mirada de la joven a su lado.

—Con educación se logra todo —comenta y acto seguido pone en marcha el Jeep. 

Máscaras.Where stories live. Discover now