Mes después.
El juicio ya había terminado, efectivamente Zabdiel habría quedado en libertad, mientras que su hermano en prisión, pero a diferencia del rizado, le descontaron años por problemas mentales que había decidido el juez, y necesitaba ayuda médica, en psicología.
Por la libertad de Zabdiel, Christopher lo invitó para celebrar que este ya pudiera salir sin tener que esconderse.
No era una invitación de comida en si, sino para caminar por la calles del centro de la ciudad, como se les dé la gana, sin pelucas, ni alguna bufanda o ropa grande, osea aparentar ser otra persona.
—¿Qué se siente caminar por la calles siendo tú? —le preguntó Chris, muy feliz, a su novio.
Este se encogió de hombros, y lo miró con una sonrisa en su cara—Bien, supongo.
La gente ya ni miraba a Zabdiel, de un día para otro se olvidaron de él.
—¿Me das el permiso de tomar tu mano? —Zabdiel hizo una mueca.
—Hay mucha gente.
—¿Y? —cuestionó.
—No es muy bien visto, hombre y hombre...
Christopher rodó los ojos y obligó a Zabdiel a que se tomen la mano, entrelazandola y a la vez alzándola al aire. No faltaron las miradas, pero la verdad ni le tomaron tanta importancia y esas personas que se encontraban alli, siguieron en lo suyo.
—Ves. —dijo Christopher con una sonrisa, y presionando más el agarre.
Zabdiel soltó una risa.
No se dieron cuenta cuando llegaron a un parque o plaza, pero no cualquiera, a la cual fueron hace unas semanas cuando Zabdiel aún estaba en fuga.
—Vaya, un déjà vu.—comentó el boricua.
En vez de sentarse en una banca como la primera vez, se recostaron en el pasto.
—¿Cómo es que nadie viene a este lugar? Si es hermoso. —se preguntó a el mismo, Christopher, re recostado sobre el abdomen de Zabdiel.
—Se lo pierden. —le contestó el otro mirando el cielo, intentado descifrar las figuras de la nubes como si fuese una película o serie.
El puertorriqueño se acomodo sentándose de trasero, haciendo que la cómoda cama de Chris desapareciera, sin embargo este acostó su cabeza en las piernas de Zabdiel.
—Tu cabeza igual pesa, ¿sabes? —Christopher alzó los hombros y aparte de su cabeza, colocó parte de su cuerpo—Gordo.
—¡Hey! —golpeó con la palma de su mano cerca de la entrepierna de Zabdiel.
—Epa, donde tocas. —dijo divertido el anteriormente mencionado.
—Como si no lo he visto y tocado antes. —bufó aun ofendido, o al menos eso quería demostrar.
Zabdiel notó el puchero de Vélez. Y de un tiron agarró la cintura de mayor hasta su altura, y abrazarlo si de un oso de peluche se tratase.
—Enojon, mi enojon. —dijo sin aun soltarlo, y Christopher sin parar de sonreír al sentir el calor de los brazos de Zabdiel, su nuevo lugar favorito.
Christopher observó todo el lugar, refiriéndose al parque en el cual se encontraban. —Qué dices... ¿Si este es nuestro lugar? El lugar de... Chris. —pensó un momento—Diel. El parque de Chrisdiel.
—¿Chrisdiel? Es, ¿en serio? —rió el boricua, el castaño asintió—No está mal, "El parque de Chrisdiel"
Como pudo beso los labios de Christopher.
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Prófugo || Chrisdiel >>Terminada<<
FanfictionDespués de escaparte de un lugar horrendo, necesitas ayuda ¿no? Zabdiel se escapó de la carcel, y Christopher por su propia voluntad decide ayudarlo. Dicen que hay personas solo con pasar mucho tiempo juntos, se llegan a enamorar, ¿les pasará eso?