Capítulo 31

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Ya media noche.

Christopher estaba sobre el pecho desnudo de Zabdiel, acostado haciendo círculos con las yemas de sus dedos en este.

—¿Te ayudo? — propuso el mayor, ya que Zabdiel se encontraba intentando meter una playera en su mochila. Y aun le faltaba más ropa, y unos cuantos accesorios más

El puertorriqueño asintió, Chris se acomodo mejor y empezó a meter todas las cosas que faltaban a la bolsa.

—¿Me prometes que cuando vuelvas estaremos juntos? —volvió a hablar. Zabdiel frunció el ceño y lo miró interrogativo.

—Claro que sí, ¿por qué preguntas? —cuestionó sin dejar de mirarlo a los ojos, Chris bajo la cabeza con un sonrojo en sus mejillas.

—Es que puede que alguien de la cárcel te guste, y te enamores y al final te olvidas de mí. —dijo exagerado.

Con una ceja alzada y confundido por sus palabras, levantó el mentón de Chris obligándolo a que lo mire.

—No me gustan los hombres. —le dijo, Chris cambio su semblante.

—¿Y yo? ¿Acaso me ves las tetas grandotas? —cuestionó señalando sus tetillas.

Zabdiel soltó una carcajada y negó con la cabeza.

—Soy Chrisexual, algo muy diferente, ni homosexual, ni hetero, ni bisexual. No, sólo siento cosas por Christopher Vélez.  —el puertorriqueño desocupo sus manos dejando las prendas a un lado, para tomar ambos lados de la cabeza de Chris, y acercarse para juntar sus labios en un beso lento, demostrando los sentimientos que sentían mutuamente.

Luego de separarse después de segundos por falta de respiración, quedaron sus frentes juntas y rozando sus narices.

—Mejor vamos a dormir. —1qpropuso Chris, combinando los alientos del par.

Levantaron las sabanas y se metieron abrazados debajo para después taparse.

Quedaron en posición de cucharita, Zabdiel detrás de Chris abrazándolo por la espalda, una mano en su cintura y la otra acariciando su cabello.

—Última noche juntos. —comentó en un murmuro el castaño.

—¿Por qué última noche? Si solo van hacer unos muy pocos meses que voy a tener que estar allí.

—¿Y si el vídeo no es suficiente? Vas a tener que cumplir con tu actual condena igual. — dijo. Zabdiel soltó un jadeo de su boca.

—No hay que ser pesimista.

—Lo siento, no quería que sonará así, pero es que, ¿qué pasa si es que eso sucede? ¿eh? ¿Qué va a pasar conmigo? No quiero alejarme por mucho tiempo de ti, ya me acostumbre a dormir de esta forma contigo, de tus besos, tus cosquillas, tus palabras bonitas, todo. —Christopher se dio la vuelta quedando en frente del puertorriqueño—No, me rehúso a que te vayas de mi lado.

—Chris, te prometo que a pesar de cualquier cosa, vamos a terminar estando juntos. —le sonrió, y lo acercó más a él, si es que se podía.

—¿Lo prometes?

—Sí. —asintió.

Chris se escabulló en el pecho de Zabdiel hasta encontrar la forma para quedarse dormido, mientras Zabdiel se quedó pensando en aquella posibilidades, no había pensado en eso, pues confiaba en que su abogado hiciera bien su trabajo.

Después de minutos, Zabdiel llegó a la conclusión de que tenia que ser optimista y se prometió para él mismo que todo saldría bien, y volvería a su vida normal.

(*)

Julian habría dejado el vídeo adentro de su vehículo, ya listo para ser entregado.

—¿Ya listos? —le preguntó frotándose a la vez las manos, ambos prófugos asintieron con sus mochilas puestas en sus espaldas—Pues en marcha.

Julian se fue enseguida de decir eso, él llegaría primero a la comisaria, y detrás supuestamente los demás para entregarse, o por si ocurría algo y mejor cancelaban todo.

—Bien, ¿vamos? —preguntó Christopher.

El cuarteto subió al auto del mayor, acomodando su muy mini equipaje.

Pero no se dieron cuenta cuando un vehículo azul se les colocó en frente suyo, y menos cuando estaban a acorralados por los lados.

—Mierda. —murmuró el anteriormente nombrado. Tocaron su ventanilla, visualizando a través del vidrio a un chico cualquiera con una sonrisa psicópata y un arma en mano—No otra vez...

—¡¿Qué está pasado?! —se asustó el mexicano viendo a todos lados muy aterrorizado.

Otro hombre abrió la puerta trasera de la parte izquierda.

—Bajen voluntariamente si quieren estar tal cual. —dijo tal chico, intentando a agarrar a la pareja menor de los cuatro.

Y el de adelante hacia lo mismo.

Finalmente Christopher, Zabdiel, Joel y Erick obedecieron órdenes de los desconocidos.

Los mandaron nuevamente ingresar a la cabaña, y obligaron a que se sentaran en el sofá con sus brazos alzados.

En cada lado tenían a un chico apuntándolos con una pistola para evitar que se escapacen.

—Ay, Zabdi. —entró a los segundos el culpable de todo lo que ha pasado, Sebastian con su rostro serio entró al ambiente denso. —¿Qué estás haciendo? Tus acciones te han arruinado la vida.

—¡Tú le haz arruinado la vida con tus mierdas, enfermo! —exclamó el ecuatoriano, aburrido de todo.

Lo miró fingiendo estar ofendido—Calla al frentón, le conviene.

—Te prohíbo insultarlo, Sebastian. —lo regaño entre dientes, Zabdiel.

Sebastian soltó una carcajada sin gracia.

—Y más encima me salió puto. —Zabdiel volteó los ojos fastidiado—Hagamos esta cosa rápido, regresame ese vídeo ahora.

Los cuatro miraron sorprendidos al chico que tenían delante, ¿cómo se había enterado?


Los cuatro miraron sorprendidos al chico que tenían delante, ¿cómo se había enterado?

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