[ 20 ]

3.3K 380 125
                                    


NARRA SHOUKICHI SATSUKI


El estruendo de una puerta de hierro hizo que mis oídos me dieran una terrible jaqueca. ¿Qué fue eso? Intenté abrir mis ojos pero los sentía tan pesados que hasta me dolía hacerlo. ¿Cuanto tiempo estuve inconsciente? No podía sentir mis brazos y mis pies rozaban el suelo. Pestañee levemente, apenas había luz en ese lugar. Estoy segura que es otra de esas habitaciones del sótano. ¿Naruko lo habrá conseguido?

Mis brazos estaban codo a codo atados con una cadena a centímetros de mi cabeza. Mi cuerpo prácticamente estaba tendido en aire. Ya veo, por eso no podía sentirlos, la sangre ya no llegaba a circular por ahí. Esta habitación es igual o mas fria que la anterior, pero aqui no habian aberturas, estaba segura de eso. No iban a cometer el mismo error dos veces, aunque a esta altura del partido creo que con suerte estoy respirando.

Mis ojos dieron un paseo por lo que apenas se podía ver en aquel lugar. No había absolutamente nada. Ningún objeto contundente. Se privaron de todo.

La puerta se abrió de golpe dejándome cegada por la intensa luz que entró por esta. Dos figuras se hicieron presentes. Estaba segura que uno era Koga ¿Pero el otro? No podía distinguirlo bien hasta que el susodicho lo lanzó a un lado en el suelo. Quedé helada ante tal acción. Pestañee más intensamente para tratar de adaptarme de una vez a la ahora clara habitación y me encontré con los ojos de mi niñero demasiado cerca de mi rostro. Con una sádica y triunfal sonrisa, tomó mi mentón y me acercó tanto a su rostro que nuestras narices se rozaban. Yo entraba en pánico. Odiaba su tacto y ese jugueteo que tenía conmigo, hacía que cada músculo de mi cuerpo se tense.

— No... no la toques.

« No... esa voz. »

— Tienes amigos muy valientes.

Musitó Koga sin mirar a quien yacía en el suelo desafiandolo. Yo necesitaba mirarlo, necesitaba comprobar que mi cabeza no me estaba jugando una mala pasada pero no podía, este maldito me tenía con fuerzas. Realmente estaba disfrutando verme en esas condiciones, indefensa. Estaba tan débil que ni siquiera podía sacudirme en un intento de sacarmelo de encima.

Este sonrió sobre mis labios y lamió con sadismo una de mis mejillas causandome escalofríos desde la punta de mis pies hasta el último cabello. Fue entonces cuando lo oí gritar y se lanzó furioso sobre Koga causando que ambos cayeran al suelo. Fue tan rápido ante mis ojos, pero lo suficientemente visible para comprender que se trataba de él. Quedé petrificada mientras veía como en un solo movimiento Kimitaka quedaba sobre él y le propinaba una paliza. Él también estaba indefenso ya que sus manos estaban atadas en su espalda. ¿Cómo es que actuo sin pensar? Pero no, ¿Por qué está aquí? ¿¡POR QUÉ!?

Luego de lo que para mí parecieron unos eternos minutos de violencia. Koga se puso de pie completamente fuera de sí y nos miró a ambos.

— Mañana los mataré a primera hora ¡Y no me importa si tu padre me mata después!

Me señaló para luego irse detrás de un portazo. Mi corazón ya no latia. Mi alma acababa de abandonar mi cuerpo y yo solo quería gritar, gritar llena de rabia e impotencia. Llorar ¿Por qué tenía que pasar esto? ¿Por qué tuviste que venir?

Mis ojos ya estaban lo suficientemente húmedos para nublarme la vista, pero aun asi lo miré aún tendido en el suelo dando quejidos de dolor. Quería tirarme sobre él, abrazarlo, besarlo ¡y aun así golpearlo!

— Ke... Keiji.

Susurré con un hilo de voz apenas audible y sentí como sus gemidos cesaron. Con dificultad se incorporó sobre su cadera para poder mirarme.

— Por fin, te encontré...

Sonrió.

Aún con su rostro morado y con hilos de sangre marcando sus facciones, el estaba sonriendo por verme. Fue la gota que rebalsó el vaso de mis emociones. Las lágrimas que eran retenidas en mis pupilas, comenzaron a caer fuerza.

¿Que es esta sensación? ¿Culpa? ¿Dolor? ¿Felicidad? Que estupidez. No puedo estar feliz por esto, algo le esta dando calor a mi corazón, lo detesto. No quiero sentirme así, no quiero que lastimen a Akaashi por mi culpa, no quiero que el este feliz por eso.

¿Por qué sonríes? Estamos muertos.

  ▼ 


Por otro lado, Bokuto corría con Naruko cargado sobre su espalda por las calles de Tokio. ¿Donde quería llegar? Ni el estaba seguro.

  ~  

  —  ¿Un plan?  —   Lo miró con incredulidad Naruko como si aquel hubiera perdido completamente la cabeza —   ¡Huyan mientras puedan! ¡No se involucren!

  —   ¡Oye! — Bokuto se acercó bastante molesto al pelirrojo y lo tomó por el cuello de la remera con delicadeza —  Quiero salvar a mi mejor amiga así tenga que poner mi cuello en una guillotina. 

Esta de mas decir lo estático que se quedo Shoukichi al oírlo con tanta decisión. Exactamente al igual que Akaashi, el peliplata había cambiado rotundamente de actitud. Naruko no pudo evitar sonreír ante eso, bajo la mirada confusa de los dos chicos.

  —  Me alegra saber que Satsuki tiene unos amigos tan increíbles.  — se llevó una mano a la cabeza volviendo a un dramático semblante —  ¿Pero que es lo que piensan hacer?

    Akaashi se agachó quedando a su altura y procedió a su no muy coherente plan.

    —  Yo me encargaré de Satsuki. Bokuto llevate a Naruko a la casa de Ellie.

—  ¿Que? ¿Vas a meter a tu hermana en esto?

Lo miró sorprendido Koutaro.

Ella sabrá atender los golpes y cuidar de él.  — sonrió — Además ella se involucró sola y es en la única persona que puedo confiar.  Sé que ella nos ayudará. 

  ~ 

Bokuto estaba seguro de que ya nadie los seguía, ya que dio mil millones de vueltas y se metió por atajos que prácticamente solo él conocía. Llegando así a la casa de Akaashi Ellie. 

Con desespero comenzó a golpear la puerta sin parar hasta que esta se abrió de golpe y una mano se posó en su cara presionándola con fuerza. Bokuto se quejó del dolor.

—  ¿Que rayos te pasa, Koutaro?

Lo miró la morocha bastante irritada, pero al ver quien colgaba de la espalda del chico recién agredido, se quedó estática; como si cerebro estuviera procesando un millón de datos  para llegar así a una simple pregunta...

—  ¿Donde está Keiji?   

Salvame | Akaashi KeijiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora