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Satsuki no podía despegar sus ojos de los de su padre. Él realmente estaba ahí como si nada, ese tipo que había convertido parte de su vida en un infierno.

¿Por qué? ¿Cómo es que no estaba pudriéndose en la cárcel? ¿Cómo es que Chester lo conocía y se había encariñado de un momento para otro?

Él hombre levanto su brazo derecho en un intento por acariciar el cabello de su hija, pero inmediatamente ella dio un paso hacia atrás y tomó la mano de ambos niños ya a su lado mirándolos extrañados.

— No vuelvas a acercarte a ellos.

Sentenció con total determinación y se dio media vuelta dispuesta a marcharse. Chester lo miró con mucha pena mientras era arrastrado lejos por su madre.

Llegaron nuevamente a sus asientos y la sonrisa de Akaashi se borró al notar la tensión que traía Satsuki sobre sus hombros. Chester siguió de largo y esta vez optó por sentarse entre Keiji y Naruko. Satsuki sintió esa acción y con dolor lo ignoró.

El pelirrojo y el azabache miraron al pequeño con confusión y éste agachó su cabeza susurrando un "Se encontró al abuelo", para que ella no escuchara, cosa que muy bien no funcionó ya que ambos muchachos le dedicaron una fuerte mirada.

Naruko desvío la suya hacia la cancha donde los jugadores comenzaban a hacer su entrada y el público a su alrededor se volvía eufórico.

Aún se sentía abatido y temía por los sentimientos encontrados que podría tener su hermana llegado aquel momento.

Dentro de la cancha, Bokuto llamaba demasiado la atención con su precalentamiento, además de que se la pasaba gritando "Hey, hey, hey!!" detrás de cada buen remate. Eso hizo escapar una inconsciente sonrisa de los labios de la pelirroja.

Koutaro no había cambiado en lo más mínimo, seguía siendo ese idiota molesto y divertido que sin importar si el corazón de su amiga se estaba desmoronando, él sin notarlo conseguía hacerla reír y sentir viva.

Akaashi reparó en aquello y sonrió apenado. Se sentía un poco culpable por no haberle hablado de su padre, pero a la vez estaba seguro de que ella no deseaba para nada tocar ese tema.

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El partido llegó a su fin coronando a Japón como el campeón. Bokuto no dejaba de correr por todos lados y sus compañeros detrás riendo tratando de detenerlo. Era tan divertido.

Satsuki aprovechó todo ese revuelo para escaparse unos momentos. Tomó con sus manos la botella de jugo que la maquina expendedora había dejado caer y bebió un largo sorbo. Se acercó a uno de los grandes ventanales de la entrada y se sentó en el suelo.

Su cabeza la estaba torturando sin paciencia.

— Mamá...

Se sorprendió al oír a su pequeño. Parado a unos metros, escondía sus bracitos detrás de su espalda y se tambaleaba levemente poniendo sus pies en punta.

— ¿Te sientes bien? —cuestionó apenado.

Satsuki abrió sus ojos tomando mas sorpresa pero al instante le regaló una sonrisa tranquila.

— Estoy bien. —estiró su mano invitándolo a acercarse a ella.

Él soltó toda su preocupación y se lanzó a su lado acurrucandose con ternura.

— Lamento si fui muy cruel antes. No es fácil para mi, es todo muy repentino...

— Oye, mamá. —se acomodó arrodillandose entre ella y el brazo que lo rodeaba —El tío y la tía Akaashi me presentaron ayer al abuelo antes de tu partido.

Salvame | Akaashi KeijiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora