R.P.G. El Despertar De Las Bestias.

CAPITULO 7

CAPITULO VII

Caos bestial

En la iglesia en una ciudad en misa se hablaba sobre el desastre que ocasionaban las bestias en el mundo. "Nuestros hermanos allá afuera están sufriendo la ira de dios por nuestros pecados, por eso oremos por ellos y demos gracias al señor por dejarnos con vida para arrepentirnos". Su sermón fue interrumpido por una bestia voladora, atravesando el vitral principal de la iglesia, con forma felina alada. Las personas presentes se asustaron y cuando salieron se dieron cuenta de que ellos estaban sufriendo lo mismo esta vez.

El mundo volvía a ser sucumbido por las bestias las cuales esta vez se adentraban más a las ciudades.

El auditor al oír la advertencia de inmediato subió con sus guardaespaldas al helicóptero.

— Dejaremos este asunto para después —dijo el auditor mientras subía al techo.

Una vez arriba una bestia nueva, con forma de reptil, grande y boca vertical entre los ojos, lo tomó con una lengua alargada la pierna del auditor y se abalanzó hacia él. Los guardaespaldas sin pensarlo le dispararon una par de veces, esos disparos parecían de escopeta pero eran rápidos. Enseguida levantaron al auditor.

— ¡Vámonos ya! —dijo el auditor furioso.

La bestia a la que le dispararon volvió a tener vida y los tomo de sorpresa, a lo cual el jefe reaccionó y lo eliminó con un pisotón en la cara.

Se veía no muy a lo lejos que venia una bestia en forma humanoide con alas de mosca, rojo y con solo 2 dedos en sus manos y piernas sin dedos. Los guardaespaldas se prepararon a dispararles pero el jefe los detuvo, tomó el arma de uno de ellos y disparo una vez dándole en las alas. La bestia cayó donde estaban y el jefe tomó el brazo de la bestia y le pisoteo muchas veces en la cabeza y tan fuerte que dejo agrietado el techo.

— No gasten tantas balas —el jefe le dijo a los guardaespaldas. —vienen mas bestias voladoras, no es seguro que se vallan en helicóptero.

— ¡Debemos huir ya! —dijo el auditor.

— Si quieren sobrevivir vallan al sótano mas cercano y esperen mi aviso —el jefe le dijo al auditor y sus guardaespaldas —. Pero préstenme esto —el jefe tomó las armas de los guardaespaldas.

— Déjenlo y vámonos —dijo el auditor apresurado por ir al sótano mas cercano.

El jefe bajo y ordeno a todos los policías que vallan a las calles a poner al pueblo a salvo diciéndoles que les dijeran que vallan a su sótano o al más cercano en lo que las bestias se van.

Una agente le dijo a Eris que la acompañara hacia el sur para avisarles en una de las patrullas. En cambio a Raúl quiso ir a su casa lo más rápido posible.

— ¿A dónde vas? —preguntó Arnoldo.

— Estas bestias no se van a ir, tenemos que eliminarlas como la primera vez. Iré por mi espada.

— ...te acompaño, pero tomemos las motos —dijo dándole unas llaves.

Tomaron unas moto patrullas y fueron en camino a su casa avisando de paso al quien veían.

Eusebio, enterado de la situación se le ocurrió una idea y aprovecho que los 3 "amigos" de Raúl estaban en la jefatura por problemas y se los llevó.

— ¿A dónde nos lleva? —preguntó uno de ellos.

— Me ayudarán a salvar vidas —dijo mientras los subía a su patrulla.