CAPITULO 9

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CAPITULO IX

TORTURA

Eris había sido secuestrada por los "Equis", un grupo de personas con apariencia de ser parte de uno de los grupos del crimen organizado. Cada hombre de los "Equis" tenían heridas notables en la cara o cuerpo.

Eris fue llevada a la azotea de la mansión en donde estaban, junto a Anderson.

— Observa —dijo Anderson mostrándole que estaban en medio de un bosque lleno de bestias a lo lejos —. No tienes a donde ir.

...¿Pero qué?... —Eris no se explicaba el por que las bestias no los atacaba.

— Nosotros tenemos el poder de sobrevivir en este mundo que anda cambiando. Nosotros heredaremos la tierra —dijo con gran orgullo —. Y te hemos elegido a ti para que seas parte de esto.

Eris se fijo en las farolas que tenían alrededor de la mansión y se le hizo familiar en el color y forma. Era el mismo que los collares que tenían, y miraba que a una de ellas la abrían y las llenaban de un liquido.

Anderson volvió a su oficina junto a Eris, que seguía custodiada por dos hombres.

— ¿Por qué haces esto? ¿Cuál es tu motivo? —le cuestionó Eris a Anderson.

— Este regalo me fue dado para que yo y mi gente podamos vivir en armonía con las bestias.

— Puedes compartir esteb repelente con el mundo —dijo Eris dándose cuenta de que los collares tenían una sustancia que los repelía.

Anderson golpeó con fuerza un vaso con agua que tenia en el escritorio, al golpearlo el escritorio se congeló rápidamente y partes pequeñas del agua se mantenían flotando como nieve en el aire.

— Ellos no se merecen vivir en este mundo. Las bestias tienen más derechos que ellos —dijo Anderson enojado.

— ¿Condenaras al mundo por tu odio irracional a la humanidad?

— ...entiendo que pienses eso ahora. No has pasado por lo que nosotros pasamos —dijo tocándose las heridas de la cara —. Pero eso cambiará. Alístenla para su iniciación —ordenó a sus hombres.

— ...¿Iniciación?... ¿¡Qué piensas hacer conmigo!? —Eris se empezó a descontrolar.

— Esto es necesario —dijo Anderson.

— Todos pasamos por lo mismo —dijo uno de los hombre que la llevaban, mostrando su cara completa.

— Recuérdenle al verdugo que no le dañe su cara. Es una mujer delicada y hermosa —dijo con una sonrisa en su rostro.

Eris no paraba de llorar sabiendo que es lo que le esperaba.

Mientras tanto el jefe reunió a todos en una sala en la jefatura, incluyendo a Raúl y Arnoldo. El jefe tenía unos datos de los daños ocasionados por las bestias en el mundo.

— Los he reunido para informarles el resultado de daños de esta oleada de bestias —dijo el jefe seriamente —. Las bestias atacaron granjas y sembradíos en donde era la fuente de alimentos de cientos de miles de personas. Animales extintos, ciudades enteras invadidas. Y lo más espeluznante. Más de un tercio de la población mundial ha muerto.

Los agentes incluyendo Raúl y Arnoldo se quedaron callados, no podían imaginarse todo lo que ocasionaron las bestias.

Después de esa reunión quedaron en retirarse y reagruparse en una institución cercana para tratar de recuperar territorio invadido por bestias.

— ¿No vienes hijo? —el jefe le dijo a Raúl.

— Tengo que proteger este pueblo. Soy el único capaz de hacerlo. No me iré —dijo totalmente decidido.

— Como gustes, pero tal vez no nos volveremos a encontrar.

— No me importa —dijo deprimido todavía por Eris.

— Te llamaré si sabemos algo de Eris —Arnoldo le dijo a Raúl.

— ... —Raúl se sentía como se sentía antes de que vinieran. Todo un inútil sin propósito.

Una vez que se fueron, Raúl salió a enfrentarse a unas bestias el solo en las fronteras del pueblo.

Estaba a punto de anochecer y el cielo estaba nublado. Raúl se enfrentó a un grupo de renos-bestiales los cuales lo rodeaban rápidamente. Raúl fu decapitando con su espada uno a uno, inmediatamente no muy lejos de ahí aparecieron perros-caballos que atacaron rápidamente, pero no fueron la gran cosa para Raúl que los decapitó también.

El cielo retumbaba con relámpagos y empezó a llover, pero a Raúl le dio igual y buscó más bestias que derrotar. Bestias humanoides con tentáculos en vez de brazos sujetaban a Raúl, a lo cual reaccionó rápidamente y le cortó los tentáculos. Un gran relámpago iluminó el lugar y Raúl escuchó el sonido de una bestia tipo Zarpos. Era una pesadilla perezosa, que asechaba a Raúl, sus garras tan afiladas esperaban destrozarlo. Raúl se alejó a un lugar sin arboles para estar precavido de sus ataques. La pesadilla perezosa atacó saltando directo a él, Raúl con sus 2 manos sujeto su espada y cuando estaba en la distancia se la encajó en la altura del corazón acabando con el, pero Raúl también fue lastimado por él, que le había enterrado sus garras cercas de los brazos.

Raúl miro sus heridas y sintió un gran coraje saber que seguía sintiéndose débil.

Mientras Eris estaba en una habitación semidesnuda con una venda en la boca. Un hombre entró a la habitación con una herramienta parecida a una espada totalmente negra desde el mango, hasta la punta de la hoja. El hombre cerró la puerta y en la oscuridad de la habitación la espada negra empezó a ponerse al rojo vivo.

— Seré lo más sensible que pueda contigo —dijo aquel hombre que solo se veía por la luz que emitía la espada al rojo vivo.

No soportaré esto... por que llegue hasta aquí... que fue lo que hice... Dios ayúdame —estos y más pensamientos pasaban por la cabeza de Eris con lagrimas en los ojos.

Eris cerró sus ojos lo más fuerte que pudo y al tratar de encontrar consuelo se le vino en la mente, por alguna razón, la imagen de Raúl.

Raúl, ven por mi.


R.P.G. El Despertar De Las Bestias.Where stories live. Discover now