CAPÍTULO 40: EN TUS MANOS

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NOTA: Lamento el retraso en publicar. Cuando  tardo tanto es porque  realmente no tengo tiempo  de sentarme a escribir o porque las circunstancias que me rodean me lo impiden. Además he tenido problemas con el ordenador y la aplicación  de wattpad y me subía los capitulos en blanco o ilegibles.
En fin, espero que disfrutéis del capítulo y si podéis, dejéis comentarios. Ellos me ayudan a crecer como escritora.
Gracias.

Kevin titubea inquieto antes de contestar.

─Vengo a hablar con...

─Deja tranquila a Marta. No tienes nada que decirle. Ya le has hecho bastante daño.

─En realidad venía a hablar con... vosotros.

Antes de que mi madre conteste, dejo la bandeja en el último escalón y me acerco rápidamente.

─Mamá. Déjale entrar. ─Mi madre se sobresalta al oír mi voz justo detrás de ella y me observa unos segundos con cierto fastidio y resignación. ─No es así como tú me has educado. ─Continúo cruzando los dedos a mis espaldas. ─Siempre me has hecho creer en las segundas oportunidades y en no juzgar a las personas sin conocerlas. Creo que lo mínimo que puedes hacer, al menos, es dejarle hablar.

Mi madre lo duda unos instantes y luego se va, dejando la puerta abierta.

─Voy a buscar a tu padre. Os esperamos en la salita.

En cuanto la pierdo de vista, me giro hacia Kevin, que se está pasando la mano por la cabeza bastante nervioso mientras resopla suavemente.

─Tranquila. Todo va a ir bien. ─Dice nada convencido al tiempo que posa su mirada perdida en el pasillo por el que se ha ido mi madre. Cuando por fin clava sus ojos en mí, me lanzo a sus brazos y me agarro a él con fuerza.

Él me corresponde de igual modo y le siento suspirar sobre mi pelo. Alzo la cara y nuestras miradas preocupadas se encuentran. Acerco mis labios a los suyos, aún arriesgándome a que mis padres nos puedan pillar, y le beso como si fuera la última vez. Se me encoge el corazón pensando que pueda ser un beso de despedida. La voz de mi hermano nos sobresalta haciendo que nos separemos demasiado pronto.

─¡Hola Kevin! Me alegro de verte. ─Saluda alegremente mientras termina de bajar las escaleras.

─Eh... Sí. Yo también. ─Responde algo sorprendido por el espontáneo tono jovial de Alejandro.

─¡Marta, os estamos esperando! ─La voz de mi padre nos alerta de que ha llegado el momento de enfrentarnos a los dos, así que, algo apesadumbrados, nos dirigimos a la salita.

Entramos cogidos de la mano, detalle del que mi madre se percata al instante poniendo mala cara. Mis padres están en el sofá y nos indican que tomemos asiento en los sillones que hay a ambos lados de ellos. Suelto la mano de Kevin con resignación y me separo de él, que rehúsa sentarse y comenta que prefiere quedarse de pie. En ese momento, entra mi hermano y ocupa el sillón libre.

─Alejandro, vete a tu habitación a estudiar. No puedes estar aquí ahora. ─Ordena mi madre sin dar mucha opción al diálogo.

─¿Otra vez? ─Pregunta frustrado. ─¿Y por qué no puedo quedarme? ¡Esto no es justo! ─Exclama mientras se levanta de mal humor y abandona la salita enfurruñado.

Mi madre suspira resignada mientras niega con la cabeza antes de dirigirse a Kevin con mirada inquisidora.

─¿Y bien? ─Le pregunta secamente incitándole a hablar. ─¿Qué es lo que quieres decirnos?

Kevin cambia el peso de su cuerpo de una pierna a otra varias veces antes de carraspear. Luce bastante nervioso y yo no puedo evitar retorcer con dedos temblorosos el pañuelo de papel que tengo en las manos.

¿Y POR QUÉ NO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora