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Isabella.

—¿Mi madre? —interrogué confundida.

Después de tantos años, ¿apenas me viene a hablar de mi madre? ¿Qué? ¿Acaso no estaba muerta y viví engañada todos estos años?

—Sí. Toma esta carta. Deberás leerla cuando estés sola si eso deseas. —la tomé cuidadosamente, como si al tocarla me fuera a suceder algo pero afortunadamente eso solo pasaba en las películas.

En el sobre podía leerse mi nombre escrito cuidadosamente con una caligrafía envidiable.

—¿Acaso estás jugando conmigo, tío? —le pregunté con esperanza de que todo esto fuera una mentira.

¿Por qué esperaría mi tío tanto tiempo para entregarme esta carta de mi madre?

—No es ningún juego, Isabella. —respondió serio, estaba a punto de decirle que entonces me explicara todo pero me interrumpió. —Probablemente tengas mil y una dudas en este momento, sobrina. Pero te juro que responderé cada una de ellas, solo que este momento no. Disfruta con tus hijos esta fiesta, es su cumpleaños. —solté un suspiro y asentí.

—De acuerdo, pero estaré esperando las respuestas. —mi tío asintió y dí un último beso en su mejilla para regresar junto a mis hijos.

No podía evitar seguir pensando qué diría la carta. La miré en mi mano y solté un suspiro. Supongo que debo leerla en otro momento.

(...)

—¡Mami, mira esto! —exclamó Claire mostrándome una de las muñecas que le había regalado Jos. —Es mi favorita. —dijo sonriendo.

—Lo mejor para mi pequeña sobrinita favorita. —le dijo Jos haciendo una voz extraña.

—No le hables así a la niña, ya no tiene un año. —dijo Alonso rodando los ojos.

—¡Hey! Tranquilo. Relaja esos celos, papá. —se quejó el cejón riendo, mi esposo volvió a rodar los ojos y volvió a prestarle total atención a la pequeña.

Mis dos hijos traían sus respectivas coronas. Sin duda tenían aspecto de pertenecer a la realeza.

—Tío, ¿ya nos darás nuestro regalo? —preguntó Braulio mirando a mi tío con una sonrisa, Claire también lo volteó a ver curiosa.

—Por supuesto que sí. —respondió y se puso de pie caminando hacia el otro extremo de la habitación en donde había dejado una mochila.

Alonso tomó mi mano haciéndome sobresaltar, me dedicó una tierna mirada y dio un beso en mi mano logrando que me sonrojara ligeramente.

—Para mi pequeña Claire. —dijo arrodillándose frente a la mencionada para estar a su altura. —Es una reliquia familiar que debes guardar y cuidar muy bien, ¿sí? —mi hija asintió y tomó con mucho cuidado una caja envuelta en papel dorado que mi tío le estaba dando.

No tardó más de tres segundos en comenzar a abrirla. Cuando ya la tuvo fuera no pude evitar sonreír.

Era una caja musical que mi tío siempre me ponía antes de dormir. Emitía una dulce melodía que te arrullaba haciéndote sentir relajada y, de alguna manera, feliz.

–¿Qué hace esto? —preguntó Claire mientras miraba el artefacto con el ceño fruncido.

—Esto, mi querida niña, es con lo que arrullaba a tu madre antes de dormir cuando tenía tu edad. —mi pequeña, confundida, me miró con el entrecejo fruncido. —Esta cajita produce música, cuando quieras dormir ten por seguro que su melodía te encantará y te relajará nena. Dile a tu mami que te la ponga todas las noches, además, esto también perteneció a tu abuela. —abrí los ojos sorprendida.

My King #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora