El apartamento y la vecina

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-ElenaPOV-

—Echaré tanto de menos esta casa...
—Yo también hermana, pero ahora nos tenemos que ir.
—Tantos recuerdos...
—¡Elena! —Me asusté.
—Joder Tara, me has asustado.
—¡Vámonos idiota! —Dijo mi hermana, tirándome del brazo— Siempre tengo que cargar contigo.
—A ver, a ver, que tengo 17 años, puedo ir sola.
—A veces pareces más bien una niña de 7.
—Chicas, ¿listas? —Gritaron mis padres desde abajo.
—Si, papá —Respondió Tara.
—¿Por qué habéis tardado tanto? —Preguntó mamá.
—Ya sabes como es Elena - Dijo Tara mirándome.
—¡Oye! —Me quejé.
—Subíos al coche de una vez —ordenó mi padre.

Salimos de casa y montamos en el coche. Por cierto, me llamo Elena y tengo 17 años, una adulta; como dicen mis padres, dejad de tratarme como a una niña entonces, queridos papis. "¡Qué me voy a vivir a Madrid!", pensaba en mi interior durante todo el camino, y sí, a Madrid, vámonos que nos vamos.

—Bueno, chicas —Dijo mi padre, aparcando el coche— Ya hemos llegado.

Bajamos del coche y mis ojos se fijaron en el edificio que tenía delante, un bloque de apartamentos bastante... feo, por fuera. Entramos a nuestro apartamento, mis padres ya se habían encargado de amueblarlo y decorarlo, y había quedado bastante bien; un saloncito, una cocina pequeña
—suficiente para nosotras—, dos habitaciones y un baño. Tara me dijo cual de las dos era mi habitación, así que me dirigí a ella y dejé mis cosas por ahí mientras la observaba; cama, estanterías en las que pondría mis libros, un escritorio donde pondría mi portátil y el equipo de música y un mueblecito donde pondría mi pequeña tele, que en realidad no la utilizaba casi nada, a veces jugaba a la Wii o me ponía alguna película para dormir.

—Oye, Elena —Habló Tara mientras entraba— Ve a despedirte de papá y mamá que se tienen que ir, anda.
—Vale, enseguida voy.
—No tardes.

Mi hermana se fue y caminé hasta la única ventana que había en el dormitorio, desde la cual se veía el bloque de apartamentos junto a este en el que ahora vivo yo. Podía ver el interior de la habitación del apartamento que estaba a la misma altura que el mío, en el cual habían algunas cajas, ¿alguien se estaría mudando como yo? Al menos, no era la única nueva por aquí. Salí al pasillo y fui hasta el salón donde mis padres se despedían de Tara, me acerqué a despedirme yo también.

—Que mayores mis niñas —dijo mi madre, secándose una lágrima que caía por su mejilla.
—Ay mamá, no exageres —rodé los ojos.
—Bueno, nos tenemos que ir, tened cuidado —habló mi padre.
—Oye, que no nos vamos a la guerra, informo —dijo mi hermana.
—Adiós chicas, llamadnos, no os olvidéis —nos recordó mi madre— Os queremos.
—Adiós —Tara y yo dijimos al unísono.

Una vez se fueron, lo primero que hicimos fue colocar todas nuestras cosas en las habitaciones, lo típico: la ropa en el armario, yo puse fotos en mi pared —que por cierto, era de color morado, vivan mis padres—, puse mi portátil, mi equipo de música, etc. Que sí, que mis padres lo habían decorado y amueblado y eso, pero lo que tenía yo en mi habitación bien que tuve que llevarlo y colocarlo yo. Cuando acabamos nos fuimos al sofá del salón y encendimos la tele, algo de lo que sí se habían encargado mis padres, yay.

¿Te gusta esto entonces? —me preguntó Tara.
—Está bien, sí.
—Guay, pues mañana a clase, que divertido, ¿eh? —se burló.
—Que graciosa, como tú no tienes.
—Yo tengo que buscar trabajo, que soy adulta —dijo sonriendo.
—Pues... ¿Sabes lo que hacen los adultos?
—¿Qué hacen?
—La compra, así que ya te estás levantando que vas a comprar comida.
—Pero qué...

Le quité el mando de la televisión de la mano y la levanté a la fuerza del sofá, riendo.

—Que tengo hambre —alargué la 'e'.
—Voy, voy —resopló— Vaya hermana me ha tocado.
—Te he oído, idiota, venga a comprar.

Cuando salió y cerré la puerta, solo fue cuestión de minutos que se escucharan unos toquecitos en la misma, así que volví, abrí y me encontré a una chica.

—Hola, vecina nueva —me saludó, sonriendo.
—Hola —sonreí de vuelta.
—Soy Ashley, encantada.
—Yo soy Elena, igualmente.
—Nos vemos en el instituto, porque eres de mi edad, ¿no?
—Supongo que sí.
—Bueno, pues hasta mañana —Se despidió tal y como me había saludado, con una sonrisa, yo reaccioné de la misma manera, sacudiendo mi mano en forma de despedida.

Volví al sofá a esperar a mi hermana, aunque me quedé dormida después de un rato. No estaba mal el apartamento y tengo una vecina simpática y de mi edad, eso está bien, ya veremos las clases.

Blue Haired Girl || Sonia Gómez || Sweet CaliforniaWhere stories live. Discover now