Azul

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-ElenaPOV-

¡Espera, no me dejes! grité con todas mis fuerzas.

Aquella luz se alejaba cada vez más y más dando paso a la oscuridad, yo intentaba alcanzarla pero a medida que yo avanzaba el camino se alargaba y se hacía interminable, como si en lugar de ir hacía delante retrocediera cada vez más.

Desperté sobresaltada, solo había sido un sueño. Decidí levantarme, primero miré la hora, las 6:00, aún tenía tiempo para preprarme. Fui hacía el baño, me miré en el espejo. Mi piel brillaba a causa de una fina capa de sudor que hacía que el pelo se pegara en mi cara. Me di una ducha y me preparé completamente vistiéndome con unos simples jeans, un suéter negro y unas converse del mismo color que este, finalmente me colgué la mochila. Salí de casa y el frío se estampó en mi cara.

—Genial, día frío. Amo el frío —dije sacando el móvil para poner algo de música.
— ¡Oye¡ —oí que gritaban, pero pasé de largo— ¡La de las converse!

Giré sabiendo que quien fuera que gritara se refería a mi, y vi a la misma chica de ayer, la que estaba arreglando las cosas de su casa y cayó al suelo, asomando su cabeza por la ventanilla de un coche, supongo que el suyo. Me acerqué un poco.

—¡Buenos días! —dijo sonriendo, provocando en mí una sensación extraña, parecida a la de ayer.
—Hola...
—¿Quieres que te lleve al instituto?
—Es que... —la miré— No te conozco.
—Soy Sonia, ¿cuál es tu nombre? —me preguntó.
—Elena —dije algo tímida.
—Ya nos conocemos, ¿no? —dijo, haciéndome reír— Va, sube.

Finalmente accedí, al fin y al cabo me venía bien, no tenía muchas ganas de caminar.

— ¿Cuántos años tienes Elena? —preguntó haciendo que mis mejillas se acaloraran.
—17, pronto cumpliré los 18 y ¿tú?
—18 cumplidos hace poco —dijo ella dedicándome una sonrisa— Mira, ya hemos llegado.
—Gracias por traerme —dije una vez salimos del coche.
—No hay de que, pero ahora es tu turno de ayudarme —dijo poniendo una de mis manos entre las suyas.
—¿A qué te refieres? —pregunté nerviosa ante el contacto de sus manos con la mía
—Bueno, soy nueva y no se donde está mi clase.
—¿Sabes cuál es la tuya?
—Creo que 2º...¿B? —dijo, intentando recordar— Letras, vamos.
—Es la mía.
—Pues perfecto, ¿entonces me acompañas? - dijo mirándome directamente a los ojos. Yo me perdí en los suyos, azules, aunque pueden llegar a parecer verdes, eran bonitos; en su pelo, que era azul, algo que me encantaba; y en sus labios, que, en realidad, me apetecía besarlos. Vale, basta— ¿Hola? Tierra llamando a Elena.
—Lo siento, sí, sí claro, ven.

La guié hasta clase, donde me esperaba Ashley.

—Hola Elena, ¿quién es ella? —dijo señalando a la peliazul.
—Soy Sonia —dijo sonriendo.
—Ashley, encantada —respondió de la misma forma— Entonces, otra nueva más ¿cierto?
—¿Otra? —preguntó.
—Ella llegó ayer —me señaló.
—¡Hola! —gritaron en mi oído, haciéndome dar un brinco hacía Sonia, quedando más pegada a ella, me separé rápidamente.
—Me has asustado Rocío —dije con mi mano libre en el pecho, dramatizando.
—¡Ro asustó a Elena! Punto para mí —dijo ella haciendo un baile raro.
—Hii girls! —apareció Alba, de algún sitio, poniéndose junto a Rocío, que aún bailaba.
—Señorita Reig, llega tarde —dijo Ashley señalando su muñeca como si hay hubiera un reloj, todas soltamos una carcajada.
—¿No me presentáis a la nueva?
—Por supuesto Laurita, casi se me olvida, ella es Sonia. Sonia, ellas son Alba, Rocío y Laura —las presentó Ash— Ahora todas nos conocemos así que nos vemos en el patio, ahora hay que ir a clase.
—Tiene razón —dije yo.

Caminamos cada una a su clase. A un metro de la puerta del aula, Sonia paró, haciendo que yo parara con ella, ya que me cogió la mano, echó un vistazo a sus lados y dio media vuelta yendo hacía algún sitio llevándome con ella. Llegamos a un baño y soltó mi mano.

—¿Qué crees que haces? Sabrán que no estamos, es tu primer día, nos van a expulsar. Oh dios mío expulsada el primer día, no pue...
—¡Tranquilízate! —Me interrumpió, riendo.
—Lo siento —dije agachando mi cabeza, mirando a mis pies— Pero, ¿qué se supone que hacemos aquí?
—No me apetecía ir a clase.
—Tal vez a ti no te apetecía ir a clase, pero, ¿qué hay de mí?
—No quería estar sola —dijo con la voz triste, agachando la cabeza.
—Uf, vale, y, ¿ahora que? —ella levantó la cabeza y sonrió, volviendo a hacerme sentir esa sensación en el estómago.
—Ahora solo salimos de aquí sin que nadie nos vea y seremos libres —dijo levantando los brazos.

Cuando dijo eso, volvió a tomar mi mano llevándome fuera del baño, con cuidado y sigilosamente atravesamos el instituto hasta llegar a la puerta, milagrosamente no nos pilló nadie.

—Listo —dijo sonriendo cuando ya estábamos entrando en su coche.
—¿Qué vamos a hacer ahora?
—Lo que quieras.
—Eres nueva en este pueblo, ¿cierto?
—Exacto.
—Entonces iremos a un parquecito que hay cerca de mi casa y bueno, también la tuya.
—¿No eras nueva tu también?
—Sí, pero veníamos con mis padres cuando éramos más pequeñas a este pueblecito y bueno, vimos el parque, normalmente estaba vacío, no se como será ahora, pero había un sitio entre unos arbustos que era como... —me quedé pensando— Ay, es que no se como explicarlo.
—Bueno, vamos y ya me lo enseñas —rió.

Le dije donde era y cuando llegamos, vi que el parque seguía igual, no había cambiado. Caminé hacia una de las zonas con árboles y arbustos del parque, que era bastante grande, sí. Me aseguraba de que Sonia me seguía y continuaba mi camino. Al llegar, cogí la mano de la peliazul y me metí entre los arboles y arbustos hasta el centro, donde no había ningún arbusto y las copas de los arboles tapaban el cielo. Parecía un bosquecito, quien iba a decir que dando unos pasos hacia alguno de los lados saldrías de ahí y te encontrarías con un tobogán y unos columpios.

—Que bonito, me encanta —Me dijo Sonia.
—Es bonito, sí, está igual que la última vez que lo vi.
—Gracias por enseñármelo.
—No se dan —dije yo, sonriendo y fijándome en su pelo, que acababa de recoger en una cola alta— Azul.
—Azul, ¿qué? —dijo ella extrañada.
—Tu pelo, es azul —dije acercándome a ella.
—Oh, gracias por avisar, no tenía ni idea.
—Tonta, es que me gusta como te queda.
—¿Te gusta? —dijo ella.
—Me encanta —respondí— Y también me gustan tus ojos.
—¿Me dejas mirar los tuyos?
—Claro.

Se acercó a mí y observó mis ojos, su proximidad me puso algo nerviosa. Bajé mi mirada a sus labios y fue ella la que acabó con los centímetros que nos separaban y puso sus labios sobre los míos dándome un pequeño beso.

—Bueno creo que... —dije tímida.
—Sí, creo que deberíamos irnos —terminó ella mi frase, salimos de allí. Me fijé en que el cielo se había nublado y había empezado a llover un poco.

Fuimos rápido al coche y en el camino mantuvimos un silencio agradable en el que decíamos más con miradas que con palabras.

—Ya hemos llegado —dijo parando el coche, bajamos de él.
—Oye, yo... querría saber si tú, querrías salir mañana. Si no estás ocupada o algo —dije uniendo mis manos delante de mí y mordiendo mi labio inferior.
—Me encantaría salir contigo otra vez Elena. Nos vemos mañana, te llevo yo al instituto —dijo y entró a su bloque.

Me quedé un rato observando el portal, luego volví a mi casa y fui directa a la cama a dormir, que era muy temprano. No se lo que me había pasado, pero se sentía muy bien. Nunca me habían gustado las mañanas, porque siempre tenia sueño —aunque tenía sueño a todas horas—, pero la mañana de hoy había sido un poco genial.

Blue Haired Girl || Sonia Gómez || Sweet CaliforniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora