La Imaginacion

5 0 0
                                    

Hay algo que es de común conocimiento y eso es que nadie es capaz de conformarse. Y no espero otra cosa porque así siempre avanzamos. Todo el mundo sueña con que puede llegar a ser algo incluso mejor de lo que ya es en ese momento. ¿Quién no quiere cambiar un poco su vida, esperar que una oportunidad golpee en su puerta, o la derribe para entrar en el caso de estar tan ocupados con otra actividad que no escuchemos el suave sonido de su llamada?

¿Dónde estaríamos ahora si nadie hubiera proyectado a futuro o imaginado una vida mejor de la que tenía en ese momento? No tengo ni la más mínima idea, ya que hay tantas personas a lo largo de la historia que con pequeñas acciones o cambios en su vida influyeron a otras personas para así llevar al mundo al lugar en el que se encuentra en este momento.

Todo el mundo sueña, y eso no es necesario que lo aclare. Todos desean una cosa que podrían ser o hacer, pero que no es así en ese punto de su vida. Ninguna persona en este universo que vive esta vida tan impredecible, totalmente a ciegas, quiere mantenerse en el mismo punto.

No necesariamente el lugar en el que estamos en ese momento es malo, pero, si algo caracteriza a la raza humana es el inconformismo. Los que no tienen nada, esperan tener algo, y los que tienen algo, siempre quieren más.

Y esto me parece totalmente bien, ya que vivimos de nuestra imaginación. Pensémoslo, la imaginación es a lo que recurrimos cuando estamos pasando un mal momento. Cuando estamos tristes por algo, imaginamos que es lo que podría haber modificado nuestra situación actual. Puede tratarse de una palabra, una acción, una compañía, una pelea, cualquier cosa que nos allá conducido a ese punto podría haber sido diferente, modificando tan solo sea un poco, nuestro presente.

Pero el pasado es algo que ya está escrito, no puede modificarse para nada. Es humanamente imposible cambiarlo, hasta que alguien invente una máquina del tiempo al menos. No podemos volver atrás, a lo que fuimos en algún momento, ni siquiera tratando de recrear una situación algo puede cambiar, porque ya existió en el pasado.

Tampoco puede borrarse, ya que esta en nuestros recuerdos y en los de las personas que lo vivieron junto a nosotros, por lo que aunque nos empeñemos en olvidarlo, eliminarlo de nuestras mentes o pretender que nunca sucedió, alguien va a recordarlo. Porque lo vivió, porque lo vio, o porque se lo contaron.

Yo creo que, aunque hasta nosotros mismos juremos y perjuremos que desearíamos más que nada en el mundo tener la posibilidad de cambiar algo de nuestro pasado, ninguno lo haría si le dieran la oportunidad. Muy en el fondo sabemos y comprendemos que todas las cosas que vivimos, nos van convirtiendo en lo que somos en ese momento, modificando nuestros gustos, forjando nuestras habilidades y debilidades, haciendo emerger cosas que siempre estuvieron en nosotros pero que enterramos sin darnos cuenta y haciéndonos un poco más nosotros mismos cada día.

Simplemente la vida a veces se empeña en golpearnos tan duro, que nos preguntamos que otro camino podríamos haber tomado para evitar los golpes, y desearíamos poder volver a tomar alguno de los otros caminos (porque en la vida hay millones de caminos por elegir), pero sabemos que después del golpe el cualquier otro camino ya será distinto, no será como era en un principio, porque el golpe nos cambió, entonces si nos lastimamos la pierna, por ejemplo, volver es un riesgo, ya que no sabemos cuan largo puede ser otro camino, entonces continuamos como podemos en el sendero en el que nos encontramos.

Cada golpe nos hace mejores, nos da una lección, hasta que poco a poco aprendemos a dar un golpe defensivo para evitar salir tan lastimados.

Pero el mayor pasatiempo de una persona, sin excepción, es imaginar el futuro. Que es lo que podría hacerse para llegar a cierto lugar. Ya sea en cuanto al trabajo, la amistad, el amor, el estudio o lo que sea que queramos para nosotros en un futuro. Porque, como dije antes, hay millones de caminos que pueden conducirnos al mismo lugar, algunos más largos, otros más cortos o con atajos, más transitados, más tranquilos o sin recorrer. Además estos caminos podemos recorrerlos solos, acompañados, con algún medio de transporte o que alguien nos lleve a destino.

Todos tenemos un destino fijo el cual queremos alcanzar lo antes posible, para estar allí el mayor tiempo posible hasta que la vida, de una forma u otra nos obligue a dirigirnos a otro lugar, llevándonos un poco de donde estuvimos.

Es genial pensar que podríamos hacer en ese momento o que podría pasarnos para que nuestros sueños y esperanzas se hagan realidad. Muchas veces imaginamos un camino directo, por ejemplo, si queremos dedicarnos a la actuación o a la danza, de alguna manera algún caza talentos nos descubre y terminamos siendo contratados y volviéndonos famosos en cuestión de semanas, o si queremos salir con alguien, esa persona te dice de la nada que siente cosas por vos.

Pero muchas veces nos complicamos la vida nosotros mismos, y si esos sueños se volvieran realidad, aunque llegaríamos a donde queremos, nos complicaríamos a nosotros mismos más que ayudarnos. No sé si en que somos masoquistas por excelencia o simplemente nos gusta ponerle emoción a la vida, ponernos en situaciones que nos pongan al límite, nos desafíen a nosotros mismos y no solo que nos hagan más fuertes, sino que nos dejen alguna clase de cicatriz, solo para que cuando lleguemos al destino, ello pueda traernos alguna clase de beneficio.

Pero otra cosa que también es verdad es que estamos aterrados de hacerlo. De seguir nuestros sueños y de hacer las cosas que creemos que nos conducirán al destino que deseamos por varias razones. La primera es que no nos lleve a nuestros destinos, que nuestra imaginación nos haya traicionado o nublado la vista de tal manera que creímos atisbar en el horizonte a nuestros sueños y cuando llegamos, nada era lo que parecía. Otra es que el camino al que nos enfrentamos sea demasiado largo, muy difícil o muy oscuro, impidiéndonos ver lo que está alrededor de nosotros durante la travesía.

Pero la que más nos aterra, es sin duda, llegar al destino de nuestros sueños y no saber cómo manejarlo, creer que, cuando tengamos lo que imaginábamos, vamos a vivir con el contante miedo de perderlo de un segundo a otro y tener que regresar al lugar donde estábamos antes sintiéndonos mal y culpándonos a nosotros mismos por no haber sido capaces de mantenernos en el espacio que tanto queríamos.

Solemos creer que, aunque el que no arriesga no gana, a veces es mejor conformarse con lo que se tiene que perderlo todo ante una broma cruel del destino. Sabemos que podríamos ser más que lo que somos, pero las posibilidades nos abruman y terminamos teniendo miedo de arriesgarnos o probar cosas nuevas y, cuando nos damos cuenta y queremos cambiar, nos encontramos en un camino sin salida o retorno y nos vemos forzados a mantenernos allí, y lamentarnos. Pensar que podríamos haber hecho destino.

La vida está llena de oportunidades, solo hayque descubrir a donde nos conducen y si dejamos de lado nuestras preocupacionespor veinte segundos y nos arriesgamos, algo muy bueno puede surgir.

X Cantidad de enseñanzas del amor, la suerte y la vidaWhere stories live. Discover now