Delirios De Grandeza

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Siempre creí una cosa, que si la luz no provenía de mí, sino de otro, me quedaría ciega de tanto mirar. Llego un punto en el que eso me gustaba. El hecho de destacarme en lo que pudiera, en todo lo que lo intentara era algo a lo que dedicaba muchísimo tiempo. Pensaba que si no lo hacia me decepcionaría a mí misma.

Me esforzaba al máximo para darlo todo, para que mi luz se volviera cada vez más y más incandescente, así sería luego, más difícil de apagar.

Todo ámbito en el que pudiera destacarme me llamaba la atención, y me gustaba encontrar otros espacios donde pudiera brillar. Era muy exigente, si algo no me convencía o no se me daba del todo bien, lo dejaba para evitar que mi luz sea opacada.

Mi objetivo era simple, que todo fuera para mí lo mejor posible. En el estudio, los deportes o las actividades artísticas eran ámbitos donde creía que podía iluminar a otras personas de una forma en que esto las ayudara y llegue a concentrar mis esfuerzos en esto.

Pero me di cuenta de una cosa. La gente a mi alrededor comenzó a quedarse ciega. Llegaba un punto en que ya no podían estar a mi lado, no por el hecho de que mi luz fuera demasiado brillante, sino por la simple razón de que yo siempre intentaba mostrarla y hacerla lo más esplendorosa posible.

La gente comenzó a alejarse de mi radar inmediato, para que esto no les molestara, pero eventualmente la distancia se agrandaba considerablemente, a tal punto que el camino para acortarla era frio y complicado, por lo que no sentían ganas de recorrerlo si en algún punto habían querido alejarse de mi lado.

Pensémoslo, si alguien se va de una ciudad, porque no le gusta demasiado, para que recorrer una distancia considerable para volver a ella si allí no tiene nada que le dé un fuerte propósito para querer volver. Simplemente buscan otra ciudad más cercana donde todo sea más sencillo para ellos.

Y eso sucedió, nadie volvía y mucha más gente se iba. Pero también algunos se quedaban, porque querían demasiado el lugar donde estaban como para irse y muchos seguían llegando atraídos por algo supongo.

Pero llego un punto en que no quedo casi nadie. Todos se fueron por una razón u otra, pero no me daba cuenta, quizá por el brillo, quizá por un momento de distracción o quizá porque la luz me estaba cegando hasta a mí misma.

Pero en un momento de claridad, o de oscuridad más bien, mire a mi alrededor buscando alguna otra luz con la cual guiarme y descubrí que no había casi ninguna.

Eso fue un gran golpe, ya que nunca había pensado que importara, hasta que de verdad lo necesite y no lo tuve. Lo típico, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

Lo que también es verdad, es que me perdí a mi misma. No tenía mi luz para guiarme y no había nada más que seguir, así que me encontraba en una completa oscuridad. En esta me quede completamente sola, vagando sin rumbo y dejando partes de mi misma, las que creí no necesitar porque no eran totalmente de mi agrado, como un camino para poder regresar, pero sin luz, lo que dejaba atrás se perdía para siempre.

Cuando me di cuenta de que no podía llegar a ningún lugar en ese estado, decidí que, debía quedarme en el lugar donde me encontraba, para terminar de reconstruirme y esperar a que alguien volviera a iluminarme.

Pero nadie lo hizo. Nadie regreso. O se habían alejado demasiado como para ver que la luz ya no estaba encendida o, tenían miedo de lo que podía suceder si regresaban. Me encontraba en medio de una guerra, donde yo tenía múltiples enemigos.

Guerra que había sido declarada a mi antigua yo y en donde el otro bando estaba tan ocupado lanzando balas que no se daba cuenta que su enemigo había cambiado, que no era el mismo. No era necesariamente mejor, sino que había evolucionado, mantenía algunos rasgos distintivos, pero otros se habían esfumado.

Llego un momento en que la guerra se volvió fría, nadie atacaba ya, porque no quedaban fuerzas, pero tampoco se proponía una tregua, a veces había algún intento, pero no culminaban en nada.

Pero con el tiempo la luz comenzó a brillar nuevamente. Era una luz totalmente diferente. De otro color, mas cálida y menos incandescente.

Esta luz atrajo a nuevas personas, de las que fui tomando cosas, en las que deje parte de mí. Estoy era algo que no había hecho en el pasado y que me estaba pareciendo muy bueno para mí misma.

Comencé a usar la cabeza y a no dejar que mi corazón o mi impulso dominaran mi vida. Las batallas que decidía librar eran elegidas meticulosamente, observando previamente cada opción posible.

Con las diferentes personas que fueron llegando, comencé a observar el panorama completo. Me di cuenta de que si hubiera hecho eso antes me hubiera dado cuenta de que era una danza de luces hermosa, siempre cambiando, donde no siempre todos brillaban con la misma intensidad, pero los más brillantes nunca eran los mismos.

Todas las luces eran de diferentes colores, cálidas, frías y con todas las características que puedan imaginarse.

Era algo totalmente deslumbrante. Comprendí que no era necesario que mi luz siempre brillara más, sino que debía elegir en que momentos aumentar el resplandor, donde de verdad pudiera destacarme, siempre prestando atención a las luces de mi alrededor y donde, simplemente debía atenuar mi resplandor, y dedicarme a mirar a los que debían brillar en ese momento.

X Cantidad de enseñanzas del amor, la suerte y la vidaWhere stories live. Discover now